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Estigma y presión social en torno a la edad: ¿sabemos acomodar nuestras expectativas a la realidad?

  • Hablamos con Beatriz Gil Bóveda, psicóloga especialista en autoestima y desarrollo personal
  • "Existe una brecha entre las “expectativas prometidas” y las oportunidades disponibles"
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¿Sabemos acomodar nuestras expectativas a la realidad?

Es muy probable que, de vez en cuando, seamos testigos de forma consciente de cómo el tiempo pasa frente a nosotros sin que podamos ejercer ningún tipo de control sobre él. Aunque es algo que terminamos asumiendo como natural, hay ocasiones en las que el paso de los años deja en nosotros la sensación de no haberlos aprovechado como deberíamos. Pero... ¿esa presión de "no haber actuado a tiempo" es real? ¿O viene impuesta por una sociedad que no termina de asumir que cada uno puede (y debe) ir a su propio ritmo sin tener por qué cumplir objetivos vitales a una edad determinada?

El otro día revisando Twitter di con un tuit de una usuaria que confesaba que no recordaba haber hablado con alguien que estuviera entre los 20 y los 25 años donde no salieran como temas de conversación el paro y la ansiedad. Dos factores que marcan a toda una generación, pero que sirven como hilo conductor para reflexionar sobre el estigma que existe en torno a la edad y a las expectativas que nos fijamos sin tener en cuenta del todo cuál es la realidad. Para hablar sobre ello entrevistamos a Beatriz Gil Bóveda, CEO & Founder de Psique Cambio y psicóloga especialista en autoestima y desarrollo personal.

¿Desde pequeños nos inculcan aquello de “si no cumples con esto, estás fracasando como persona”?

Beatriz: La sociedad en general y la familia en particular, suele presionar para que cumplamos determinadas “obligaciones”, como estudiar una carrera, casarse, tener hijos... Esto hace que en temas importantes y elementales como lo son el trabajo, la familia, la pareja o los amigos se generen unas expectativas irreales y obsesivas sobre nuestra perfección y adecuación a los estereotipos establecidos culturalmente. Y lo cierto es que el error es maravilloso, forma parte del proceso de aprendizaje. Suspender un examen, será bueno si se hace una reflexión y un plan de acción para mejorar.

"Es fundamental conocerse mejor a uno mismo"

La inestabilidad laboral de muchos jóvenes y los precios de los alquileres ha hecho que la edad para independizarse cada vez sea más elevada. Pese a tener este contexto, ¿por qué crees que sigue sorprendiendo ver a una persona de 30 años viviendo con sus padres?

Beatriz: Efectivamente, en España el elevado paro juvenil, la precariedad laboral y los sueldos bajos alargan la estancia de los jóvenes en casa de los padres (además del elevado precio de los alquileres). Si nos comparamos con países del norte de Europa, los jóvenes españoles tardan más en abandonar la casa familiar. ¿Por qué sucede esto? En nuestro país apenas hay ayudas públicas que permitan a los jóvenes emanciparse. En otros países europeos sí, y esto explica en gran parte la diferencia en la edad de independizarse. En España además tenemos un fuerte arraigo familiar. Cuando tenemos un problema, ya sea personal, profesional o económico, sabemos que, por lo general, la familia va a estar ahí como apoyo fundamental. En otros países esta responsabilidad corre a cargo del Estado.

Beatriz: Desde mi punto de vista, cada vez sorprende menos ver a una persona de 30 años viviendo con sus padres (y esta edad se incrementa tras la pandemia que estamos viviendo). En un mundo de continuo cambio e incertidumbre, las certezas que tenían nuestros padres y abuelos están desapareciendo. Creo que son necesarias y urgentes políticas económicas que ayuden a los jóvenes a emanciparse; y también a nivel social y formativo, es fundamental enseñar habilidades que permitan a las personas conocerse mejor a sí mismas para afrontar la incertidumbre, la frustración y la desprotección, para que puedan convertirse en personas independientes y autónomas.

La presión por tener pareja o formar una familia siempre es algo que la sociedad ha tenido muy presente, sobre todo en el caso de las mujeres. ¿Crees que a día de hoy sigue ocurriendo?

Beatriz: Las frases como “¿Y tú, no tienes novio/novia? Se te va a pasar el arroz…” son ejemplos de presiones directas que recibimos hoy en día en nuestra sociedad. Indirectamente, también sucede a través de nuestro círculo más cercano (comienzan a casarse tus amigos, tienen hijos…), y también desde las películas que nos señalan lo importante que es que encontremos pareja. Es el caso de la serie Sexo en Nueva York, que plasma la vida de cuatro mujeres focalizadas en encontrar hombres y termina con la mayoría de ellas casándose y teniendo una vida tradicional.

[Single Day: Por el derecho a estar solos sin ser juzgados]

Beatriz: Creo que aunque ocurre tanto en hombres como en mujeres, si bien el estigma social asociado con ser soltera es mayor en nosotras. Lo afirma un estudio realizado por la Universidad de Columbia, en el que se concluye que los entornos de las mujeres que nunca se habían casado se caracterizaban por la presión para ajustarse al camino de la vida convencional. Considero muy importante no juzgar, tanto si alguien decide estar en una relación, como si decide estar soltero o soltera. Es igual de lícito y respetable. Y sobre todo, es una decisión que corresponde solamente a la persona que la toma.

"Existe una brecha entre las “expectativas prometidas” y las oportunidades disponibles"

El hecho de no cumplir con ciertas expectativas siempre produce desilusión. ¿Cuál es la clave para gestionar las emociones que llegan como consecuencia de ello?

Beatriz: La clave está en trabajar tu inteligencia emocional. Las expectativas debes ponérteles tú mismo, marcarte objetivos realistas, crear un plan de acción e ir a por ello; no basar tus decisiones y tu vida en lo que los demás esperan de ti. Cuando eres coherente con tus decisiones y tienes espíritu crítico, muestras autonomía y madurez. Y es lo que sin duda te llevará al crecimiento personal.

¿Crees que el ritmo de vida que llevamos nos hace ser más dependientes de lo que piensan los demás? ¿Nos paramos lo suficiente a pensar en nosotros mismos?

Beatriz: Sí, sobre todo las redes sociales usadas desde la comparación, potencian la dependencia emocional y “el qué dirán”. Esto puede conducirnos a sobreexponernos y tener la mirada puesta en el otro, y lo primero es mirar hacia dentro. La introspección, el conocernos, qué se nos da bien, qué nos gusta, establecer límites... es crucial para tener una buena autoestima y poder definir nuestros objetivos y proyectos vitales con ilusión.

¿Consideras que nos hemos quedado estancados en unas expectativas que no van acordes a la época que vivimos? Ej.: Cada vez es más normal repetir curso y no sacarse todo a la primera; la edad para tener hijos cada vez es más elevada, etc.

Beatriz: Hemos evolucionado mucho, no con el mismo ritmo que los países de nuestro entorno (como Inglaterra, Francia, Alemania…), porque en España hemos tenido una dictadura que junto con la Iglesia han tenido un peso importante en ralentizar la modernización del país. Considero que hay una brecha entre las “expectativas prometidas” y las oportunidades disponibles, y esto es muy peligroso en cuanto los jóvenes puedan normalizarlo, llevándolos a la frustración o resignación y su consecuente paralización. En cuanto al cuestionamiento de la edad para tener hijos, en el caso de las mujeres, creo que es más por una cuestión de edad biológica, ya que la edad juega en contra de la maternidad. A más edad, menor producción de óvulos y de peor calidad, más probabilidad de aborto y mayor riesgo.

"Vivimos con el piloto automático y queriendo alcanzar cada vez más"

Hay gente que incluso llega a mentir con tal de encajar en el estereotipo de vida que se supone que debe tener a una edad determinada. ¿Qué consecuencias a nivel psicológico puede traer consigo este tipo de prácticas?

Beatriz: Es peligroso. Es lo que los psicólogos llamamos disonancia cognitiva, que se refiere a la tensión o incomodidad que percibimos cuando mantenemos dos ideas o creencias contradictorias o incompatibles entre sí. Cuando nuestras creencias no están en armonía con lo que hacemos. Este malestar viene normalmente acompañado de emociones de culpa, enfado, frustración o vergüenza. Esas mentiras pueden en un primer momento aliviar nuestra ansiedad, pero después cuando tomamos conciencia de ello nos sentimos mal. Con este tipo de conductas se cae muy fácilmente en el autoengaño y la mentira como algo cotidiano, y es ahí donde comienzan los problemas emocionales.

¿Crees que la sociedad, en términos generales, cada vez es más exigente consigo misma?

Beatriz: Sí. En general, vivimos súper acelerados, en piloto automático, queriendo alcanzar cada vez más y más (trabajar más horas, comprar más ropa, bienes materiales…). El rendimiento, la competitividad y la apariencia cobran cada vez más relevancia en nuestra sociedad. Esto nos hace ser muy autoexigentes. Y la autoexigencia es una cualidad positiva, pero estableciendo unos límites sanos. Cuando se nos presiona y empuja a mantener unos estándares de máximo rendimiento, sin importar el sobrepasar nuestras capacidades o límites, la salud puede resentirse. Es importante que nos preguntemos: ¿este objetivo depende solamente de mí, o influyen también otros factores que están fuera de mi control?, ¿la motivación es mía o lo siento como una obligación impuesta por los demás? Y entender el error como una oportunidad de mejora y aprendizaje, nos ayudará a aprender y tolerar mejor la frustración. A incrementar nuestro bienestar, y en definitiva, a ser más felices.