Alfred: "'1016' contó la vida del artista; '1997' relata la vida de la persona que la gente no ve"
- El artista regresa con su segundo álbum de estudio y 12 canciones con las que disfrutar de él
- "Ya me dan igual muchas de las cosas que antes me entorpecían y me hacían pensar más de la cuenta"
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Después de meses de espera, 1997 ya está aquí. Alfred García regresa con doce canciones que dan vida a un álbum "reposado" y al que le ha dedicado un tiempo con el que no contó en proyectos anteriores: "Con este disco he tenido tiempo para hacerlo sin estar distraído por otras cosas que no fueran estrictamente mi vida personal y la música". Bajo este prisma, son muchos los que aún se plantean cuál es la principal diferencia frente a 1016, pero Alfred tiene claro al afirmar que mientras el primero "contó la vida del artista", este segundo "cuenta la vida de la persona, lo que la gente realmente no ve y lo que soy siempre, las 24 horas al día".
"Los Espabilados", "Praia Dos Moinhos" y "Toro de Cristal" fueron los adelantos de un proyecto artístico que supone, metafóricamente, otro resurgir en Alfred. El músico confiesa que 1997 no solo es la fecha de su nacimiento, sino que recoge "la conexión" que tiene consigo mismo "en un momento muy intenso" de su vida donde llegó a preguntarse el lugar que ocupaba en el mundo: "No obtuve ninguna respuesta, y realmente la vida es un poco eso: preguntas sin respuesta. La intuición es la que nos va llevando a los puertos, ¿no? Que cada uno navegamos. O naufragamos, a veces".
La canción que da nombre al álbum viene de la mano de El Niño de Elche, un artista al que ya conoció antes de entrar en la Academia de Operación Triunfo y con el que guarda una gran amistad. "Él era el indicado para esto, porque realmente el disco habla sobre el Alfred persona que no conoce mucha gente y que es así desde hace 24 años, no desde hace cuatro. Creo que tenía mucho sentido que la hiciera porque él y yo nos conocimos antes de que las personas que me conocieron en un programa de televisión me descubrieran", confiesa a Playz.
"Tengo muchas ganas de compartir canciones con la gente"
"¿En qué momento vital estoy ahora mismo? Pues estoy muy bien, la verdad. Estoy muy feliz", nos explica Alfred. "Llevo una vida muy tranquila, pero a la vez componiendo muchísimo, mirando hacia el futuro... y construyéndolo desde el presente. No quiero adelantar nada, porque ni siquiera he sacado este disco aún, o lo estoy sacando ahora mismo. Pero es un momento en el que tengo muchas ganas de compartir canciones con la gente, por ejemplo. He estado dos años que casi no he sabido qué hacer con este disco, cómo acabarlo, cómo resolverlo... y ahora de repente me salen muchas canciones. Las canciones son cosas muy raras. Vienen y van y no sabes por qué aparecen y por qué desaparecen. Yo creo que son cosas que vienen desde arriba, que no se sabe muy bien".
Y de esos dos años no solo ha sacado un álbum experimental y con su seña de identidad impregnada en cada una de las canciones, sino también un aprendizaje que le ha llevado a conocerse más a sí mismo: "Ojalá no hubiese tenido que parar, pero yo siempre he llevado una vida muy tranquila y serena, aunque dedicándome a la música. Y hay tantas cosas en este negocio que no tienen nada que ver con la música... que uno pierde el tiempo con ellas. Son necesarias, pero al final estos dos años han sido un poco de estar conmigo y de cuidarme a mí mismo".
"Yo estaba haciendo una gira que iba muy bien. Es decir, podía haber continuado, pero decidí hacer un fin de gira porque no podía más. Mi cabeza tampoco estaba preparada para todo aquello que me vino. [...] Además, no es una cosa que viera la gente. Yo no voy a estar contándote por Instagram lo que me pasa o no me pasa. Me parece algo muy privado, muy personal... Y es verdad que la gente no ve eso y puede ser un poco egoísta, porque se merece que estés ahí. Pero es cierto que si me tengo que excusar de algo, realmente es de que esto no lo podía hacer de una manera pública. Lo tenía que hacer a mi manera. Necesitaba decidir cosas en mi vida que no podía hacer porque había muchas cosas alrededor que me impedían hacerlo", continúa explicando.
"Los discos son el espejo de uno mismo"
Tres años. Ese es el tiempo que marca la diferencia entre 1016 y 1997. Unos meses que Alfred ha sabido aprovechar para convertir en música todo lo que vivía y sentía. Y aunque confiesa haberse mantenido algo alejado de la vida pública por salud mental, desvela que gracias a ello puede mantenerse y "ser capaz de lidiar con todo": "Ahora porque ya me dan igual muchas de las cosas que antes me entorpecían y me hacían pensar más de la cuenta. Ahora mismo estoy por encima del bien y del mal casi en algunas cosas. Pero es cierto que he tenido que hacer un proceso. A veces es muy difícil y la gente tampoco te lo pone fácil. Hay gente que te apoya mucho, pero hay gente que intenta que te caigas".
A pesar de todo, el intérprete se muestra ilusionado con su nuevo proyecto. Un disco que vuelve a hablar de sí mismo, de sus miedos e incertidumbres; de sus motivaciones y objetivos. La valentía y lo experimental de su sonido lo convierte, quizás, en el álbum más personal de su carrera. Y la conclusión es clara: "Los discos, las canciones son espejos de uno mismo, de nuestro interior y del momento que estamos viviendo. Nos hacen reflexionar y es verdad que a veces nos ayudan a ver lo que no terminamos de entender dentro nuestro. Esta parte irracional que tenemos los artistas que a veces se nos tacha de estar locos o de que nos pasa algo. "Algo le pasa a este chaval", ¿no? Pues sí, seguramente, ¡soy artista! Si estuviera cuerdo igual no me dedicaría a esto".