Nando López: "La literatura debe poner palabras donde otros ponen miedo"
- El escritor desvela los detalles de Presente Imperfecto, su nuevo libro de relatos
- "Debemos reflexionar sobre la desconexión que hay entre cultura y educación"
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"Quería volver a incidir en la visibilidad y en la lucha por la identidad". Con estas palabras, Nando López desvela la motivación que dio pie a Presente Imperfecto. Su nuevo libro no solo pone sobre la mesa relatos contados desde diferentes perspectivas y abordando temáticas sociales bajo la mirada del colectivo LGTBIQ+, sino que sirve para que cualquiera de nosotros pueda verse reflejado en sus historias. Porque la amistad, el miedo a la soledad, el temor a no encajar en una sociedad que impone sus tempos, la salud mental o las relaciones de pareja son tan solo algunos de los puntos que se abordan a lo largo de sus páginas. ¿Y quién no ha vivido todo esto en primera persona o a través de su entorno en algún momento de su vida?
"Para mí fue un reto literario, porque son relatos creados expresamente para esta colección y con una arquitectura muy concreta que juega además a entrelazarlos entre sí", nos explica el autor. "Quería mostrar que somos seres poliédricos. Es decir, la idea de que los personajes se vayan cruzando es contar también que tenemos muchas caras, ¿no? Porque según los ves en uno u otro cuento varía la perspectiva. Eso también me interesaba. Quería que fuera un libro que albergara mucha diversidad, pero no solo de orientaciones e identidades de género, sino también de edades, situaciones vitales... Que hable de que somos una sociedad diversa".
"La empatía que genera la ficción es un camino para derribar muros"
Una de las protagonistas es actriz y dice lo siguiente: "Qué ganas de que alguien nos cuente bien, Aitor. De que nos dejen ser felices también en la ficción… O al menos, intentarlo". ¿Crees que en este tema seguimos algo estancados? ¿A la ficción le hace falta un cambio de rumbo?
Nando: Sí, creo que está cambiando pero que aún quedan muchos objetivos por cumplir. La frontera en la que nos hallamos es que la ficción retrata a las personas del colectivo sin que el único tema sea ser parte del colectivo. Lo que ocurre en Presente Imperfecto y lo que yo he pretendido es retratar a personas que sí, forman parte de él, pero sus historias nacen de cuestiones tan universales como el paso del tiempo, la amistad, el desamor, el deseo... Lo que pasa es que he querido contarlas desde mi propia sensibilidad. Es decir, desde personajes del colectivo, pero no tiene nada que ver con que sean personas LGTBIQ+. Yo creo que estamos cruzando esa frontera, aunque todavía queda mucho por hacer. Por un lado, tenemos que seguir presentando a personajes LGTB visibles para seguir creando referentes, pero también el dar un salto e ir más allá. De ahí la frase de "qué ganas de que nos cuenten bien", ¿no? De que nos cuenten desde toda nuestra complejidad. Creo que tenemos que generar nuestros referentes no solo para el colectivo, sino para cualquiera. Además, esa empatía que genera la ficción es precisamente uno de los caminos para derribar muros. Es decir, que de repente te olvides de la orientación o identidad del personaje porque te estén contando una historia concreta.
También se deja patente el miedo a estar solos y sobre todo a ser rechazados. ¿Lo vamos a superando? ¿O esta pandemia ha incrementado esta sensación generalizada?
Nando: Creo que nos ha conectado con la soledad y con el rechazo de un modo muy doloroso que todavía no hemos terminado de asumir. Por eso cuando me puse a escribir Presente Imperfecto nació rápidamente la idea de "es que estamos en un presente que no es el que nos gusta, pero no hay otro". El pasado ya no lo tienes y el futuro es algo que imaginas. De ahí que escribiera esta colección de relatos bajo ese prisma: el presente lo tenemos que abrazar aunque no nos guste y buscar aquello que nos permita ser. De ahí han salido muchas reflexiones, como el sentimiento de soledad que hemos tenido. Nos hemos dado cuenta de hasta qué punto somos seres sociales, y tengo la sensación de que ha recrudecido el miedo al rechazo y la fragilidad. Nos ha hecho más vulnerables y conscientes de que somos frágiles, y en el fondo creo que no es malo. Esa fragilidad ojalá nos haga menos soberbios también. Es decir, es una dosis de humildad porque nos hemos dado cuenta de que necesitamos de las otras personas. Al final de cada relato se intenta que haya un reencuentro. Porque algo que yo creo que ha hecho esto es que nos ha ayudado a trivializar otras cosas y a priorizar. De alguna manera sí que hay una reflexión sobre todo eso que está desde el propio título, porque el eje de todos estos relatos es que el presente seguramente no sea el mejor, y quizás nunca lo sea, pero tenemos que intentar que al menos sea posible.
"Hay relatos que sirven para recordarnos que no todo va tan bien"
Uno de los relatos hace alusión a las exigencias familiares que vive una persona por formar parte del colectivo con las siguientes palabras: “Buscaba aceptación, pero lo único que encontré fue rechazo”. ¿Qué mensaje le darías a todas aquellas personas que siguen sin poder ser totalmente libres y que tienen un entorno desfavorable para dar el paso?
Nando: Primero no subestimar su dificultad, porque quienes hemos tenido la suerte de tener una familia que nos apoya no hemos vivido esa dureza. Yo he tenido la suerte de que en mis padres y en mi hermano encontré un apoyo enorme que me ha hecho ser quién soy. Si yo soy tan libre en lo que escribo y en lo que hago es porque desde el principio tuve ese apoyo. Así que a las personas que no lo tienen les diría que, como pasa en estos relatos, traten de construir su familia. Al final, la familia también es la amistad, la gente que te rodea y que te apoya. Y que en su círculo -tanto el presencial como el virtual, porque las redes bien usadas son muy poderosas-, que traten de buscar alianzas y gente que les apoye, que les entienda... Yo eso lo vivo mucho. A mí me llegan muchos mensajes de gente muy joven que vive ese rechazo y ya el hecho de poder hablar con un escritor y contarle es una manera de tender un lazo. Luego trato de darles ideas y de aportar posibilidades como asociaciones de su zona o determinados entornos que los puedan ayudar. Lo que no podemos es quedarnos solo con el entorno que nos rechaza, sino tratar de construir el entorno que nos apoya. Así que lo que les diría es que intentasen ser lo más proactivos posibles y que no tengan temor a expresar esa herida o dolor. Es decir, no subestimarlo, porque es una soledad muy dolorosa y que creo que nadie debería robarse su tiempo. Así que que busquen en su alrededor quienes los puedan escuchar, porque siempre va a haber alguien que lo haga. Creo que somos más las personas que escuchamos. Cuando has nacido en un entorno así, lo terrible es que muchas veces piensas que el resto de la sociedad es igual. Entonces que traten de no generalizar y que fuera de ese entorno se van a encontrar con gente que estamos con los brazos abiertos y que lo que queremos es apoyar.
Nando: En la actualidad tenemos la suerte de que las redes bien usadas son maravillosas. No solo para gente del colectivo, sino también para todo aquel que se sienta más excluido por sus gustos, aficiones, forma de pensar... por mil motivos. Al final el problema es la normatividad en todos los frentes. Y nadie cabe en ella. Las redes precisamente ayudan a ponerla en tela de juicio. Hay que usarlas bien, porque no dejan de ser un instrumento. Y dentro del colectivo creo que es una manera de tender lazos. Me parece maravilloso que existan como una forma de crear espacios seguros. Es difícil, pero es algo en lo que tenemos que seguir indagando. En cualquier caso, no conformarnos con ello, sino ir más allá con todo lo que tenga que ver con el asociacionismo, crear centros de diálogo... todo lo que puedan ser espacios para los que no tienen un espacio seguro en casa.
En uno de los relatos te haces un guiño a ti como escritor y relatas lo complicado que sigue siendo dar una charla sobre libertad sexual en pleno SXXI. ¿Tu experiencia impartiéndolas ha sido satisfactoria hasta el momento?
Nando: En el relato "Todo va bien" hago una autoparodia que está inspirada en una situación real donde yo salía de uno de esos encuentros con la sensación de "qué bien, cuánto hemos avanzado". Pero luego la profesora me contó que había sido un encuentro muy polémico porque se iba a hablar de la realidad LGTBIQ+ y que había gente dentro del claustro que se oponía, incluso de la comunidad de madres y padres. Ese título es para recordar que igual no todo va tan bien. Es decir, hemos avanzado, pero hay que tomar conciencia de que estamos ante una involución. En el tercer bloque del libro se plantean varias situaciones tanto de avance como de retroceso. Para mi era importante que se vieran los dos movimientos, porque hay que ser conscientes de dónde venimos, lo que queda por recorrer y el trecho que estamos perdiendo. Es algo que me inquieta mucho. Este relato también era una manera de reflexionar sobre la desconexión que hay a veces entre cultura y educación o entre el mundo adulto y el joven. También quería rendir homenaje a todas esas personas, sobre todo del profesorado, que intentan inculcar nuevos valores y educando en la igualdad. También he aprovechado este libro para hablar de personas que luchan y que construyen. Son personajes que siguen haciendo. En el fondo tiene un carpe diem doloroso, porque no es un "disfruta", es más bien un "construye".
"Cuando la vida se ha detenido hay quien no ha soportado esa parada"
Hablas del suicidio como algo de nuestro día a día. De hecho, las estadísticas demuestran que desgraciadamente es así. A pesar de que los datos están ahí, ¿por qué crees que cuesta hablar sobre ello?
Nando: Por desgracia porque seguimos teniendo un estigma incomprensible con la salud mental. Seguimos sin hablar de ella tanto como se debería. Sigue habiendo un peso, creo, ya no sé si solo religioso o tradicional. No sé muy bien de dónde viene, pero nos impide hablar de algo tan cercano y cotidiano como el suicidio, la depresión o como todas esas heridas que cuento en el relato. Además es que son heridas ante las que cualquiera es vulnerable, y mientras no lo hablemos van a seguir sucediendo. No vamos a poder tender la mano ni poder ofrecer ayuda o escuchar a las personas que están en esa situación si no se habla. También quería contar eso, que la pandemia ha desvelado que aguantábamos mientras el movimiento nos llevaba. Pero cuando la vida se ha detenido hay quien no ha soportado esa parada. Luego algo estamos haciendo mal, algo está mal construido en nuestra sociedad. Y creo que hay algo en el suicidio que quizá no queramos hablar, porque también es un problema social. Algo hacemos mal como sociedad para que esto ocurra. Quizás sea un tema que no se sabe abordar, así que a mí me apetecía hablar sobre él porque se silencia. Al final la literatura debe tener esa función: poner palabras donde otros ponen miedo. Había que hablarlo también desde el lado de los supervivientes a un suicidio, en cómo te afecta, cómo te cambia... y verlo desde un grupo de amigos me parecía importante. La verdad es que no fue fácil de escribir, pero tenía que hacerlo y también era una manera de romper con el estigma.
Nando: También quería cuestionar lo que es el éxito o lo que nos han contado que es el éxito dentro de una generación que es la millennial. Además se están revelando contra ciertos cánones de la felicidad que resulta que no son tales y que los está cuestionando abiertamente. Pero cuestionar es doloroso y difícil, porque al final es ir contracorriente. En este relato, se personan cuatro vidas que están hartas y hartos de que los estafen con esas ideas y uno de ellos se ha roto. Todos los personajes tienen en común que están en una situación de oscuridad que cada uno afronta de una manera. Todos tienen una herida que va hacia el pasado que ha condicionado su presente. También es algo que tiene que ver con la salud mental, de hablar de verdad y de romper tabúes. Si no miras con verdad tu pasado, es muy difícil que cojas las riendas de tu presente.
También haces referencia a las pautas que nos impone la sociedad a la hora de conseguir logros vitales: estudia, consigue un trabajo estable, independízate, consigue a tu pareja ideal, y todo ello en los plazos preestablecidos. ¿Crees que estamos rompiendo un poco con esa visión tradicional y que cada uno al fin va marcándose sus propios tiempos?
Nando: Creo que la generación más joven lo está cuestionando y está cambiando el discurso. Creo que mi generación no lo ha hecho y quizás por eso arrastremos insatisfacción generacional. Pero creo que la de los 30 o los veintitantos está ya plantando cara directa a ese cronómetro. En uno de los pasajes se relata el tiempo que le queda a los personajes para conseguir esos logros. De repente hacen una cuenta atrás y empiezan a pensar en cuánto tiempo les queda para conseguir lo que les han dicho que en teoría deberían de lograr a su edad. Yo por eso también juego con el "presente" en el título y con multitud de verbos al inicio de cada relato. De alguna amanera quiero contar que nos están imponiendo una vida desde la acción y el cronómetro cuando la vida tendría que ser mucho más desde la emoción y de la decisión personal. Pero lo importante es ser dueño de tu tiempo.
"El final del libro te invita a la lucha y a no resignarte"
El último relato habla sobre la muerte de Samuel y el miedo que produjo en ti saber lo que ocurrió aquella madrugada.
Nando: Ese relato me costó mucho escribirlo, pero tenía que hacerlo porque la memoria y el nombre de Samuel no podía quedar en el olvido. Al igual que ninguna víctima de violencia social. Tampoco los nombres de las dos personas que lo ayudaron aquella noche, que para mí es testimonio de lo que es la humanidad. Yo también necesitaba cerrar con un relato que por un lado nos obligase a mirar a la violencia y a esa realidad que está sucediendo. Es muy peligroso dejar que avance. Pero por otro lado, que el final tuviera un fondo que invitara a la lucha y a no resignarse. Por eso es un relato que cierra con el verbo "vivir". Esa palabra tenía claro que iba a ser el cierre, porque es lo único que podemos hacer. Para mí, vivir es convivir. De alguna manera esa lucha tenía que estar, aunque me costó mucho. Algo peligroso cuando hablas de algo así es caer en el amarillismo. Por eso es un relato autoficcional, porque pensé que la única manera de hacer un verdadero homenaje a Samuel era contar lo que había sentido en esos días, que además coincidió con mi propio proceso de superación de un cáncer y de mis miedos. Todo se mezcló y esa idea de la muerte está presente todo el rato, pero también de la capacidad de lucha y de no permitir que caigan en el olvido los nombres de víctimas como Samuel. Me costó mucho, lo reescribí muchas veces y lloré con más de una página.
Nando: Es la primera vez en mi vida que he casi tenido que "pedir permiso", porque necesitaba una mirada desde fuera por parte de mis editores. La idea era que la gente terminase el libro con la sensación de querer seguir adelante y con conciencia de esa lucha. Pero también de la victoria sobre la violencia. Yo creo que esto va a pasar y que somos más quienes estamos en el camino de la igualdad, pero no es sencillo y tiene esas grietas que cuentan estos relatos. Me pareció importante hablar del presente, pero también del ayer para ser conscientes de que esas grietas vienen de otros lugares. También pensé que en el relato de homenaje a Samuel quería que hubiera ese "vivir" final, porque lo único que podemos ofrecerle es eso a través de la palabra. Necesitaba un finar que de alguna manera fuera el abrazo que no le hemos podido dar y que a todos nos hubiera gustado darle. Es uno de los asesinatos que más nos ha destrozado a muchos niveles. De alguna forma hemos sentido que estábamos allí con él.