"Sad bangers": Llorar en discotecas, una nueva forma de salir de fiesta
- En la pista de baile triunfan los sad bangers, canciones tristes con una sonoridad bailable y eufórica
- FKA Twigs, The Weeknd o Robyn invitan a exorcizar la pena derramando en público lágrimas de angustia y corazón roto
Imaginad: es 1959, estamos en Aquisgrán, un pueblo de Alemania del que seguramente no habéis oído hablar –yo tampoco hasta que no lo he buscado en google-, y vamos a la inauguración del Jockey Tanz Bar, la primera discoteca del mundo. Entonces, alguien llega del futuro, nos mira a los ojos y, mientras intentamos mantener la compostura con la tercera cerveza, nos dice que en 2022 una tipa iba a escribir un artículo sobre llorar en sitios como ese. Un artículo sobre llorar en el templo del jolgorio juvenil, de la euforia colectiva, del hedonismo y la felicidad. Pues te tendrías que reír. Pero si esto mismo te lo dicen la semana pasada a la salida de tu antro de confianza, lo más seguro es que ni te inmutases. Incluso te unirías a la conversación para contar esa vez que, ya sabes, el diluvio universal se quedó chiquito a tu lado.
Y es que el llorar en los clubs se ha vuelto parte del imaginario de salir de fiesta. Esto es así. Seguramente esto tiene como punto de partida que vivimos en una sociedad en decadencia con un montón de problemas de salud mental, o la explotación de un imaginario dramático en el contenido audiovisual para adolescentes o, simplemente, como dice una amiga, en que nada es real y todo importa bien poco. Pero, sea como sea, las lágrimas en la pista de baile se han convertido en parte de este ritual social. Tanto, que han llegado a tintar -y por tintar me refiero a rebozar intensamente como un buen filete empanado de tu abuela- las canciones que escuchamos cuando salimos de fiesta.
El pasado diciembre, la cantante británica FKA Twigs anunciaba su nuevo trabajo, CAPRISONGS, con el single "Tears In The Club". La canción abre exactamente con esa frase, lágrimas en el club, y su estribillo orbita en torno a esto. Queda claro, cuando te rompen el corazón, ¿dónde vas a ir a llorar si no es a una sala de baile sumergida entre centenares de desconocidos? Para redondear, la canción cuenta con la colaboración de The Weeknd, que en 2021 conquistó las listas con "Save Your Tears". Un tema que nos contaba como un supuesto amor pasado -gracias a TikTok todos sabemos que es Bella Hadid- empezaba a llorar en la pista de baile en el preciso instante en que sus miradas se cruzaban. Las pruebas son irrefutables, los sad bangers dominan las pistas de baile.
Y me dirás tú, ¿qué es un sad banger? ¿Cómo se lo cuento a mi tía del pueblo que pasa de anglicismos de modernas? Pues fácil. En sí, es un hit, un temazo, pero triste. Es algo que ha existido toda la vida pero en las últimas décadas se utiliza esta etiqueta para hablar de canciones con letras de mucha bajona o que evoquen sentimientos cargados de melancolía y nostalgia. Siempre, eso sí, con una sonoridad muy pop, asequible y siempre muy festiva y bailable.
Básicamente nos encontramos con temas que contraponen narrativas sexo-afectivas dolorosas con una atmósfera totalmente eufórica. El resultado son espacios seguros para dejarte sentir, bailar y, si te han roto el corazón, si esta vez no eres tú, como le pasa a Dua Lipa en "If It Ain’t Me", llorar. Una manera recreativa de explorar una angustia que todos hemos experimentado alguna que otra vez.
Muchas veces, estos temas acaban convirtiéndose en celebraciones colectivas de sentimientos universales que, de otro modo, viviríamos de forma individual y aislada. El claro ejemplo: "Dancing On My Own" de Robyn. EL SAD BANGER. Si conoces la canción, sabes a lo que me refiero. Tu también has estado en esa esquina, con el mejor de tus looks, viendo como no era a ti a quien besaban. Tú también le has dado un trago indecente al cubata barato para intentar digerir. Tú también te has intentado mostrar indiferente y has acabado encerrándote en lavabo inconsolable -tranqui, nos pasa a lxs mejores. Tu también te has deshidratado pensando que jamás querrías a alguien así de nuevo. ¿Y quién no? Pero, ante todo, tú también has seguido bailando, con la cabeza bien alta, rodeado de miles de luces, mientras todo ese dolor resbalaba por tus mejillas.
"Tú también has seguido bailando, con la cabeza bien alta, rodeado de miles de luces, mientras todo ese dolor resbalaba por tus mejillas"
Y para canciones, dramas. Hay tantos ritmos, tantas historias, que todo el mundo encuentra la banda sonora perfecta para ser el protagonista de su propio melodrama. Desde el disco de Mark Ronson, "Late Night Feelings", al single de SIMONA, "PERREO Y LLORO". Pasando por la atmósfera de "Loud Places" de The Jamie XX y Romy o "Wide Open" de The Chemical Brothers. Hits como "Supercut" de Lorde o "The Only Heartbreaker" de Mitski. Incluso si nos liamos la manta la cabeza, el make musica triste en español great again de C. Tangana en "Nunca Estoy". Y, aunque Sech finja que lo ha superado, "911" alberga ese me_da_igual_en_realidad_pero_sabes_lo_que_me_jode_ojos_bien_vidriosos de cualquier corazón roto. La lista podría ser infinita. ¿Tienes una movida? Tira una piedra en youtube y te saldrán seis sad bangers para bailar esa noche.
¿Pero qué tienen estas canciones que nos hipnotizan y nos hacen movernos como Babi en Razz en MSC? Obviando la posible relación de ir más ciegos que las ratas de Shrek, esto consiste en conectar con nuestros instintos más primarios. Canciones que nos hacen encontrar en la pista de baile un lugar donde no solo ser felices y disfrutar, sino también un lugar donde ser nosotros mismos sin la carga de la autoconsciencia diaria. Sentimos los ritmos, nos dejamos llevar por los beats, las melodías, nos olvidamos de ser racionales, de analizar y experimentamos los sentimientos en el estado más puro que estos se pueden presentar y nos encontramos en las historias de otros.
La intensidad va por las nubes amigxs. Pero hay algo liberador en abrazar aquello que te rompe. Nos camuflamos en la multitud, y ya nada va sobre cómo nos perciben los demás. Dejamos que este dolor fluya de la manera más brillante posible. Y ahí quedan nuestros ojos, a punto de decantar, viendo las luces casi de manera calidoscópica y nuestro latidos se empieza a fusionar con la música. Porque si no lloramos aquí ¿dónde?
Seremos muy felices, y recordaremos habernos divertido en la pista, pero también nos permitiremos sentir y saborear la vida con la intensidad de los primeros años de la adolescencia. Nos merecemos nuestro momento, nuestra lloradita. Hay una verdad muy singular en las lágrimas de discoteca. Y lejos de ser señalados con el dedo de la culpa o la vergüenza, recordad las sabias palabras de Sophie, "it’s okay to cry", y a bailar para exorcizar la pena.
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Eva Sebastián es creadora de contenidos online y ha escrito para medios como Vice y Código Nuevo.