Analizamos, por fin, las habitaciones de los streamers españoles
- Así son los sets de algunos de los comunicadores más populares de España
- Una figura gigante de Son Goku, varios guanteletes de Thanos, leds multicolor...
Cada vez que por alguna extraña casualidad de la vida me encuentro en mi triste habitación -bien, define triste: pequeña, desordenada y abarrotada de libros y discos acumulados sin sentido con la excusa de que conforman mi capital cultural, basado en la simple indexación de datos irrelevantes- mirando a una de esas personas que se hacen llamar streamers o, atiende, creadores de contenido, me acuerdo de ese poema de Philip Larkin llamado Mr Bleaney en el que el narrador, que se ha ido a vivir a un habitáculo pequeño y barato, se pregunta si la persona que había alquilado antes ese humilde cuchitril —el tal Mr Bleaney— había pensado alguna vez que si "somos tal como vivimos, y que si a su edad lo único que podía enseñar era este pequeño cuarto alquilado, entonces no debería dudar de que nada mejor merecía".
Un streamer es básicamente una persona en un sitio, en un cuartucho. Su forma de vida se define por ese espacio, en el que pasan varias horas al día. Ahora lo llaman setup y tampoco hace falta que sea un cuarto real -puede ser un plató o un estudio- pero la estética siempre intenta asimilarse a la intimidad de una habitación propia. Me veo en la obligación de aclarar que esto del setup no solo vendría a ser el espacio y su relación con el mobiliario, el decorado y la iluminación, sino que también incluye todo el hardware, periféricos, accesorios y equipo necesarios para estrimear.
Volviendo al señor Bleaney, si este espacio que vemos limitado por el marco de nuestras pantallas es todo lo que estas personas tienen y se merecen, entonces, si lo analizamos en profundidad, quizás podamos llegar a comprender mejor qué diablos les pasa por la cabeza a estos individuos.
TheGrefg
Este es el ejemplo que más define esa estética esperpéntica y pornográfica de gran parte del universo streamers. Admirad sin vacilar esta sangría informe de voluptuosidades y colores cegadores, porque aquí, en este reino, todo es excesivo e hipertrofiado; las sutilezas son sin duda un ejercicio perteneciente al vulgo, no a TheGrefg. Aquí danzan libremente figuritas de Son Goku, peluches, leds de colores recorriendo las estanterías, zapatillas "molonas", neveras de patrocinadores, neones con el nombre del streamer, la placa de un millón de suscriptores en YouTube, un casco (¿?), pósteres varios que parecen robados a un adolescente y un sofá con cojines y peluches "divertidos" -ahí está Mickey Mouse (¿a qué edad descubrimos que Mickey Mouse es un auténtico cretino?) o el monstruo de las galletas (sin duda un personaje avaricioso, sin límite, ¿como el propio TheGrefg?)-.
Pero bueno, no os arranquéis los ojos todavía, porque queda lo mejor: es imposible no percatarse de esa figura gigante de Son Goku que corona el sector izquierdo de la pantalla, alzándose magnánimo como un Cristo MelGibsonizado filtrado por el esperpéntico trazo de Rob Liefeld. Un crimen en toda regla. Cualquier persona que invierta en este mamotreto será culpable de asesinato, ya que con ese mismo dinero podría haber evitado que varios niños necesitados muriesen de hambre, es un gasto completamente injustificable. Esta figura descomunal de connotaciones divinas solo es igualada en la estancia por otra figura de más o menos el mismo tamaño, aunque con un acabado más discreto, colocada al otro lado del plató. A nivel de puesta en escena, este otro enorme querubín recibe la misma importancia en el plano que la estatua de Son Goku. ¿A quién representa esta otra figura? Cuidado, amigos. Se trata, ni más ni menos, que del propio TheGrefg (de su skin de Fortnite). Pero la cosa no termina aquí, en el centro del plano, al lado de ese neón donde pone "TheGrefg", hay un póster con una imagen de -efectivamente- TheGrefg. Todo forma parte de una especie de intento exacerbado de acercamiento a la cultura friki, pero siempre con unos referentes absolutamente mainstream y una ejecución más propia del tuneo de coches que del que quiere vanagloriarse de sus conocimientos sobre subcultura.
Yo no tengo ni idea de nada pero resulta evidente que aquí hay un fuerte problema de egolatría e inseguridad. Esta obsesión por competir y ver quién tiene la figurita más grande de todo Twitch solo puede ocultar un miedo mastodóntico a que se descubra la frágil criaturilla que tiembla dentro del cuerpo de TheGrefg, un ser tremendamente más interesante que esta carcasa que muestra en sus directos y que no sorprende a nadie.
Apunte: Si bien justo ahora el tipo está en medio de un proceso de cambio de setup, lo que hemos hecho ha sido analizar el "plató" que ha estado utilizando estos últimos años.
AuronPlay
Aquí tenemos al bueno de Raúl, muy buenas risas nos hemos pegado con este señor. Sin duda una tarde triste en la que te apetece saltar por la ventana te la convierte en una tarde triste en la que te apetece saltar por la ventana disfrazado de payaso. El tipo juega a la estética pura de los directos de Twitch, pero mal. Más que mal, con una actitud de "me la suda". Tiene el neón ese de Twitch y todas las cosas de encima de las estanterías como a punto de caer. Las míticas tiras de leds de colores están puestas al azar y, en algunas partes, totalmente torcidas. ¿Qué clase de figuritas y objetos ha colocado en sus estanterías? Por lo general tiene cosas random que parece que se haya encontrado en contenedores. Es como un señor divorciado que ha construido su nuevo hogar con lo que ha podido. Casi todo su fondo es un compendio de estanterías sin sentido que rompen la lógica del espacio tridimensional. La iluminación es correcta, quiero decir, NORMAL. En fin, que, a diferencia de la gran mayoría de streamers, no parece una discoteca de esas a las que van los futbolistas a beber carísimo, huelen a perfume de coco y se llaman algo así como Soho, Opium o Nadir.
Me inquieta esa bolsa de deporte que tiene ahí guardada a la derecha del plano, como si dentro tuviera varios fajos de billetes, un par de gayumbos y un pasaporte argentino a nombre de un tal Mateo Salgado, todo listo para abandonar el país en cualquier momento. Si bien los leds infantilizan un poco la estancia y los diamantes de YouTube suman al factor narcisista, la sencillez y la vulgaridad del espacio denotan que se trata de una persona cabal.
Cristinini
Esto ya es más lo que uno espera de un auténtico streamer. Aquí tenemos algunos de los clásicos danzando al mismo son: iluminación led de colores, algunos puntos de luz led por las estanterías, pósteres y muchos muñequitos. Está claro que hay una intención de feminizar el espacio, pues todos los referentes son princesas del universo Disney o personajes femeninos de animes como Sailor Moon o Evangelion. Me parece completamente lícito, no es ninguna queja.
Lo que sorprende más es que, lo que en un principio parece una habitación abarrotada de objetos, realmente tampoco lo está tanto, simplemente las cosas están dispuestas en el sitio preciso para cumplir su función, es decir, llenar el espacio uniformemente y evocar un imaginario concreto. A esto también ayuda el hecho de que se trate de un espacio pequeño, aunque al principio no lo parezca, así, lo poco que hay, parece realmente mucho.
Lamentablemente, transmite un poco la idea de que no se trata de un sitio en el que se vive, sino que más bien cumple una función profesional, algo más cercano a una oficina de trabajo que a una habitación propia, cosa que puede ser tremendamente triste. Es por esto que, al final, toda esta búsqueda de la efectividad en el espacio a través de una determinada colocación de objetos y luces no termina dando el resultado esperado. Estamos ante un fracaso descomunal si lo que se quería era emular un hogar real y confortable, el mundo interior de una chica de ciudad, pues el decorado resulta más bien frío, sin vida, falso e impostado.
Aunque, puede que la streamer estuviera, precisamente, buscando transmitir entre líneas esta idea de "oficina gris". Digamos que se trata de un trampantojo a través del cual se nos quiere advertir y evidenciar que esto, al fin y al cabo, es un trabajo como cualquier otro —de ahí que no tenga un neón con su nombre, es una currela más, parte de una comunidad en la que el individualismo no existe— y que esta es su triste oficina a la que debe acudir días tras día, pesadilla tras pesadilla. De repente, el espacio se torna aún más pequeño y agobiante —si nos fijamos, las estanterías del fondo están a pocos centímetros de su silla— y podemos vernos reflejados en esta apatía existencial. Dicho esto, el decorado parece entonces cumplir su función puesto que si observamos con esmero empezaremos a encontrar las grietas de este falso universo idílico que se escurre a través de los peldaños del tiempo y nos muestra la triste y cruda realidad.
ElXokas
Para empezar, cabe decir que el Xokas es una excepción a todo el universo Twitch y espero sinceramente que así siga. Su zulo personal se aleja de toda esta estética tan popular que ha llegado a definir la imagen del mundo streamer, esas habitaciones impregnadas de tiras de luces led de colorines y figuritas varias posadas en estanterías cuyo objetivo consiste, básicamente, en validar cierto pedigrí friki.
Lo que más llama la atención del espacio donde habita el Xokas es la extrema sencillez, la total indiferencia con la que parece haber ideado este espacio. De la misma forma que parece sudarle completamente la ropa con la que se viste, su "plató" es totalmente desenfadado: una esquina. Más concretamente, la esquina de un cuarto de la casa de tu abuela. Varios elementos generan esta sensación de viejuno, como por ejemplo el gotelé de las paredes o ese espejo austero y sencillo de trazos setenteros ligeramente tapado por paneles de esos que se utilizan para amortiguar el eco y conseguir un sonido seco y pulcro. Estos tres elementos -pared, espejo y espumas- es todo lo que sabremos del el Xokas. Este decorado que ha escogido muy sabiamente parece, a priori, no informarnos absolutamente de nada. ¿Cuáles son sus aficiones? ¿Qué hace en la vida? Aquí no hay ni un solo póster ni una sola figurita que nos dé una pista sobre qué le gusta a este individuo. En un principio podría parecer que sabemos poco de él pero es justamente esta falta de información la que está definiendo al streamer. No nos informa de sus gustos vía gadgets ni muñequitos en estanterías porque esto no le interesa. Tampoco cuelga las placas que le manda YouTube ni intenta iluminar la estancia de forma "creativa". El espacio es sobrio, estoico, más parecido a un monasterio que a un salón de juegos, y esto se debe a que al Xokas le importa más el contenido que el continente, no quiere distracciones, solo quiere centrarse en estrimear. A estas alturas todos sabemos que el tipo se toma esto muy en serio -"esto no es un juego"-; este espacio estoico es, entonces, una declaración de intenciones.
Pero quizás hay algo que se le haya pasado por alto, al menos a nivel consciente. Pese a todo lo dicho anteriormente, al final, la imagen que transmite en sus directos es que se encuentra en un zulo. No solo por la sencillez del espacio y la iluminación, sino porque habita una esquina. Normalmente las esquinas aparecen cuando las paredes no son suficientemente anchas, por lo que esta idea de "espacio pequeño" empieza a aparecer. Esto es muy importante, ya que a diferencia de sus compañeros, que optan por un fondo plano —ya sea a través de una pared ancha o una ristra de estanterías—, el Xokas vive en un espacio más arisco, menos cómodo. Si bien los fondos planos de los otros streamers recuerdan más al cine primitivo —como esas imágenes estáticas de los Lumière, Méliès o Segundo de Chomón—, el Xokas apuesta por una forma más contemporánea de entender el audiovisual, utilizando esa esquina para generar profundidad, puntos de fuga, movimiento y, por lo general, un plano mucho más dinámico. Pero claro, esto tiene una contrapartida: la presencia de la tangente entre estas dos paredes también hace que parezca que el pobre chaval esté atrapado, completamente acorralado. Al final, el Xokas vive en un habitáculo diminuto en el que lleva secuestrado varios años, pero no es solo un espacio físico, sino también un espacio mental. Su propio discurso es el que le ha llevado aquí. Un ego desmedido representado por ese punto de fuga que se centra en su rostro, en su cerebro, sus ideas, sus obsesiones y trastornos —si nos fijamos, todas las líneas del plano, forzadas por la esquina, van dirigidas hacia su cráneo—. Él es su propia prisión, como ya hemos visto estos últimos días.
Hay otro detalle: ocasionalmente el espejo que se encuentra detrás de él nos muestra lo que nunca se ve en un directo, su espalda. Ningún otro streamer tiene un jodido espejo en la pared de fondo, porque su reflejo rompe la cuarta pared y, por lo tanto, la fantasía de que nos están hablando a nosotros. En este caso, a través de ese espejo se atisba tímidamente la cara oculta de el Xokas, su lado más débil, menos calculado, más desprotegido. Ahí está todo eso que quiere esconder con sus aforismos y discursos grandilocuentes. Esa parte donde no manda el personaje sino la persona. Esa proyección de su subconsciente que lo único que hace, días tras días, es expresar un silencioso grito de ayuda.
Aroyitt
Esto está bastante bien, aquí hay cierta coherencia. Me explico: como gran parte de estas gentes, este set está repleto de referencias a animes y al universo Marvel pero, a diferencia de los otros streamers, las estanterías de Aroyitt sí que almacenan cómics, DVDs y otras movidas en formato físico. Aquí este fandom se torna algo real, sustancial, empírico, comprobable.
Otro factor relevante es la luz. Se nota que con su propio estilismo y la decoración de las estanterías intenta crear un ambiente agradable y cuidado, pero pese a estos intentos, esta mujer resulta ser un auténtico caos. El suelo lo tiene lleno de cables, regletas y, en varios de sus directos, se puede apreciar como, directamente, hay cajas, estanterías desmontadas y todo tipo de mierdas tiradas por el suelo. La belleza que genera esta mezcla entre fineza y caos merece todo el respeto posible. El choque entre dos realidades -la ilusión casi etérea del directo con toda su parafernalia en contraste con la crudeza de lo terrenal, de piso de una pareja de 28 años que se acaba de mudar a un piso de Esplugues y no tiene ni idea de cómo crear un hogar- hacen de este setup algo singular.
Ibai
Bueno, aquí tenemos al jefe, a la persona que ha conseguido que incluso ese cretino de tu oficina que va con una camisa blanca muy apretada y dice que "yo los gin-tonics solo los tomo en copa de balón" se haya enterado de que existe algo llamado "streamers".
Empecemos. Bien, lo que más destaca de este cubículo es la pared de ladrillos, o sea, ese vinilo estampado con un patrón repetido de ladrillos. Este detalle es algo poco usual, ya que estamos acostumbrados -como habéis ido viendo en este articulillo de pacotilla- a unos setups repletos de estanterías con figuritas, tiras led y paredes repletas de pósteres. Podríamos incluso decir que esa -los ladrillos- es su "marca personal", el detalle que lo caracteriza. Pero, ¿qué diablos significan exactamente unos ladrillos? Pues bueno, realmente no lo sé. Lo primero que me viene a la cabeza es que Ibai está colocado contra una pared, a punto de ser fusilado. Esto resulta interesante teniendo en cuenta que este individuo ha sido el blanco de varias lamentables noticias sin interés en medios generalistas. Ahí podríamos encontrar cierto paralelismo con ese ascenso meteórico de su popularidad que le ha llevado a estar en boca de todos.
Resulta también interesante el hecho de que haya puesto bombillas. O sea, ¿puede ser que sea la primera vez que se vea una bombilla en un canal de Twitch? Evidentemente, estas bombillas son de led multicolor, aunque Ibai juega poco a eso y evita que su cuarto parezca un burdel. Dicho esto, se agradece la originalidad con el tema de las bombillas, puesto que está claro que el tungsteno es algo que les queda muy lejos a estas nuevas generaciones de comunicadores. Tampoco haya un exceso de decoración, el plano no avasalla, no se inunda con información desmedida. A veces los streamers están demasiado preocupados con la imagen que generan y quieren asegurarse de que sepas que les gusta el anime o cualquier otra mierda y empanan las paredes de su habitación con referencias directas a sus aficiones.
Por lo general, la habitación de Ibai está decorada como uno de esos restaurantes que han sido intervenidos por Chicote, ese intento de modernidad básica del Flying Tiger. Ahí está esa matrícula "Road66 USA" o esa otra señalización de “My way” colgada a la izquierda, sin duda una declaración de intenciones a la altura de una clase de ESO. La verdad es que solo le faltaría la foto esa de los currelas almorzando en una viga del rascacielos de la RCA. Que alguien me ilumine, porque no entiendo tanta referencia a Estados Unidos, ¿el tipo tiene familia ahí? ¿Estamos hablando de cierta añoranza? ¿O se trata de una proyección? ¿Le gustaría vivir en Estados Unidos? Sea como sea, me veo incapaz de buscar en Google toda esta información.
El tipo también tiene un sofá con camisetas deportivas y unas estanterías con cuatro cosas, como una pelota, plantas de plástico y obsequios de seguidores del caster. Realmente me inquieta el hecho de que alguien que genera tanto dinero le importe tan poco invertir en un decorado decente, esto, sin duda, lo engrandece. Tristemente, se nota que todo ha sido pensado por un equipo de gente, no es algo que resulte personal, no sabríamos decir cómo es Ibai a través de una instantánea de este cubículo. Voy a decirlo, realmente parece una celda. Entiendo que el tema del falso “ladrillo visto” y estas bombillas sueltas son (o eran) una característica de esa estética globalizada de lo hípster pero aquí nos alejamos de forma tangencial de esa idea de “lo moderno” y nos acercamos más hacia un mundo carcelario. El resultado es vulgar y terco, y si lo que se intentaba era generar una estética “urbana” y “sucia”, lo único que se ha conseguido ha sido que este setup parezca un Burger King. Puede que se intentara emular esos famosos ladrillos de los clubs de comedia americanos pero bueno, tampoco nos encontramos ante un comediante, así que desestimaremos esta idea. Lo que podemos deducir de toda esta mierda que estoy diciendo es que esta estética penitenciaria nos muestra a alguien que se encuentra atrapado en sus propios directos, un poco como el Xokas: víctimas de su propia pasión, viéndose obligados a estrimear día tras día, haciendo proyectos con agencias y tratando con gente realmente horrible del mundo de la publicidad.
Mención especial a ese baúl falsamente antiguo que encima tiene otro baúl falsamente antiguo más pequeño, muy en la línea del imaginario Johnyy Depp (rock, steampunk, polvo, hazañas). Me pregunto si, como AuronPlay, ahí el tipo guarda sus mierdas para, dado el momento, huir y no volver a aparecer nunca, solo cuando encuentren su cuerpo desnudo y tremendamente tatuado en estado de descomposición en medio de un pantano en las marismas del Guadalquivir.
Abby
Abby es un caso complicado, pues la tía no para de cambiarse de piso y, por lo tanto, de cuartucho. Dicho esto, siempre cuida que el sitio desde donde hace sus directos tenga la apariencia real de una habitación, de hecho, muy probablemente sea su habitación, no un set en el que graba. Abby es una streamer que se caracteriza por ser tremendamente abierta con sus asuntos personales y por interactuar mucho con su chat, cosa que hace que transmitir desde la intimidad de su propia habitación tenga todo el sentido del mundo. En su canal, fondo y forma se dan la mano y es quizás la streamer más coherente de todo este pack. Este es su mundo, aquí es donde duerme, donde toca el piano y donde pasa gran parte de su vida.
Nuestra pantalla se convierte, así, en un pequeño agujero por el que podemos descubrir la intimidad de una chica veinteañera adicta al Monster, si es que eso le importa a alguien.
No hace falta decir que esta sobreexposición de su vida privada será lo que, al final, termine destruyéndola.
Rubius
Venga, vamos a hacer esto muy rápido, que en el mundo YouTube/streamers siempre se habla de este tipo y ya es cansino. El tipo tiene mucho gadget variado colocado en las estanterías, el típico imaginario de los gamers, es decir, el guantelete del infinito de Thanos, un poco de Pokémon y todo eso para que quede claro el frikismo. Lo curioso es que solo son objetos de decoración, o sea, cosas que hacen referencia a un universo de subcultura que se encuentra ausente. ¿Dónde está el referente? ¿Dónde están los cómics y películas Marvel? Esto es algo que pasa mucho en el mundo streamer, todo son ilusiones.
El mobiliario de Rubius resulta más interesante de lo que pudiera parecer en un principio. Ya no estamos en la liga de los materiales estilo IKEA, el tipo tiene mobiliario de calidad: buena madera, estilo setentero y diseños poco comunes. ¿Os habéis fijado en ese parqué que se gasta? Eso vale más que mi propia vida -aunque un paquete de pan de molde también vale más que mi propia vida-. En fin, ¿puede que nuestro pequeño Rubius se esté haciendo mayor, o sea, convirtiéndose en una persona que solo aprecia las cosas por su valor económico? Sí, es un hecho.
Como viene siendo habitual, el tipo tiene unas maletas del siglo XIX en una esquina. Mucha maleta y bolsa en mundo streaming, como LISTOS PARA LARGARSE en cualquier momento. ¿Tienen un plan para reunirse todos en una misma isla en la que pasarán el resto de sus días riéndose de todos nosotros? Probablemente. Incluso puede que a estas alturas ya lo hayan hecho.