Estoy enganchada a los vídeos #ThatGirl de TikTok y no me sientan nada bien
- No es un fenómeno nuevo pero llevo más tiempo del recomendable atrapada en este hashtag, buscando nuevas personas a las que stalkear y cuentas a las que seguir
- Admirando un estilo de vida que jamás será mío
Una #ThatGirl según los vídeos de TikTok y las imágenes que encontré en Pinterest es generalmente una chica blanca, delgada, de clase media, generalmente guapa, que se despierta a las 05:00 de la mañana, escribe una página en su diario de agradecimiento, bebe agua con limón o café con hielo, medita, entrena, come bastante saludable, planifica su vida con listas y que mantiene su casa limpia y organizada a la perfección gracias a tener los cajones ordenados con cajas de plástico transparentes. A todo esto debemos sumarle que todo es bello, grácil, sencillo... todo es #aesthetic.
Si le echamos un ojo a otras tendencias y estéticas de la red, veremos que todas especifican en su nombre en qué se inspiran, por ejemplo el cottagecore (cottage significa cabaña en inglés) es una estética que anima a volver estilísticamente al trabajo del campo básicamente pero idealizado, tanto en sus labores y trabajos como en su cercanía a la naturaleza y a lo rural. Por otro lado tenemos el Dark Academia que es un estilo relacionado con la literatura, con el siglo XIX, con lo gótico, lo oscuro, lo inglés.
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En cambio, that girl es un trend cuyo nombre no se refiere a una chica o a una inspiración concreta. “Esa chica” puede ser cualquiera. Tal y como afirma Jia Tolentino en el ensayo "Nunca dejes de optimizar" de su libro Falso Espejo: “La mujer ideal ha sido siempre un concepto genérico”. En este caso la escritora no podía tener más razón ya que detrás de este concepto de ser “esa chica” lo que se intenta es ser lo más productiva posible, ganar el máximo dinero posible, aprovechar todas y cada una de las horas del día, en resumen, ser la mejor versión de ti misma. En este caso no hablamos solo de una estética, sino de un estilo de vida. Si lo que hacemos en nuestro día a día es quienes somos, si seguimos esta rutina centrada en el bienestar, la salud y la productividad paso por paso seremos, sin duda, esa chica. Literalmente nos convertiremos en ella, pero claro, para eso hace falta levantarse muy temprano y eso es algo que yo si no tengo la obligación de hacer no voy a hacerlo por gusto.
El término alcanzó su mayor popularidad, según Google Trends, entre diciembre de 2021 y enero de 2022, pero ya lleva algunos años rulando en TikTok y YouTube. Según la youtuber Jordan Theresa, quien realizó un video bastante interesante analizando este fenómeno, that girl surge a raíz del confinamiento. Según esta creadora de contenidos, en 2020 estamos encerrados en casa y por lo tanto gastamos más dinero en nuestro entorno y en nuestro espacio de trabajo que ahora debemos crear en nuestro hogar y por otro lado, se comienza a popularizar el hablar de salud mental debido a los estragos que la pandemia puede causarnos y es cierto. El estilo de vida que promueve este hashtag es perfecto tanto para ser más productivos como para mejorar nuestra salud mental, o eso parece a primera vista.
¿Por qué puede ser problemático este lifestyle?
Considero que obviamente despertarse temprano, meditar, hacer deporte, comer sano, tener tu espacio ordenado, ser capaz de sacar adelante tu trabajo de manera rápida y demás cuestiones que plantean las rutinas idealizadas de estas chicas son geniales. Muchas de estas cosas las he comprobado yo misma cuando las he puesto en práctica, pero también es cierto que muchas me cuestan un esfuerzo gigante debido, muchas veces, a factores que se escapan de mi control.
A mí particularmente este estilo de vida de la #thatgirl me recuerda a muchas otras formas de exponer nuestra vida en redes sociales que son muy cuestionables para nuestra salud mental a nivel individual y colectivo como pueden ser las “supermadres”, la girlboss milenial, o por lo general casi cualquier influencer que alcanzara su máxima popularidad en 2016 vendiendo su vida perfecta. Es más, para Jordan Theresa, #thatgirl no es más que la girlboss para las chicas de la generación Z: otra tendencia que no deja de ser problemática por muchos motivos.
Está bastante claro que este tipo de rutinas potencian la mejora personal, el bienestar y la salud como propósito máximo de nuestra vida -cosa que está genial-, pero por lástima no buscan que mejoremos a nivel social, ya que no luchan de ninguna manera contra la precariedad de nuestra generación o contra el machismo, racismo o cualquier otra forma de discriminación ya no de manera activa, sino que me hace pensar que si nos centramos tanto en mejorar individualmente y en crecer individualmente nos olvidaremos de las redes de apoyo, de nuestro vecino, o de nuestros derechos como conjunto. That girl pertenece a lo conocido como “la cultura de la confianza” que, como afirman las profesoras Rosalind Gill y Shani Orgad en un artículo publicado en The Conversation: “La confianza en una misma se presenta como la solución a una amplia gama de problemas en muchas esferas de la vida, desde el sistema de bienestar hasta la cultura del consumo, la imagen corporal, el lugar de trabajo, la crianza de los hijos, la educación y el asesoramiento sobre sexo y relaciones.
En lugar de identificar las causas fundamentales de la desigualdad estructural, la cultura de la confianza reformula las injusticias sociales en términos de obstáculos internos y déficits personales a través, por ejemplo, de frases familiares como "tu falta de confianza es lo que te está frenando". También deberíamos tener en cuenta que no es fácil tener estas rutinas supersaludables y fantásticas con tiempo para meditar, escribir en tu diario, hacer una rutina de belleza de 20 pasos y un largo etcétera si trabajas todo el día fuera de casa o si estudias y trabajas al mismo tiempo. También es posible que sencillamente seas una persona a la que realizar este tipo de cosas le cueste muchísimo o que su salud mental no se lo permite.
Es un estilo de vida que requiere que compres. Tienes que tener tu “Diario en 5 minutos” en el cual dar las gracias cada mañana, también debes comprarte cajitas transparentes para guardar tus productos de cuidado facial, una casa bonita y luminosa, sábanas y alfombras suaves de color blanco o beige, una cafetera, tazas y vasos bonitos, pajitas reutilizables de cristal con florecitas y mil cosas que son monísimas pero caras y que es posible que no todo el mundo se pueda permitir. Por lo tanto, puede que no todo el mundo sienta que puede ser “esa chica” si no tiene todos los objetos maravillosos que ve en todas y cada una de las rutinas de otras mujeres con vidas perfectas en internet. Básicamente volvemos a alimentar un monstruo que genera expectativas ideales especialmente centrado en las mujeres y que, como ya sabemos, puede generar frustración y llevar a muchas a sentir que nuestra vida no es suficiente. Este tipo de vídeos, como ya lo hemos visto en muchísimos otros contenidos de la red, pueden llegar a generar expectativas irreales que conlleven problemas de salud mental.
Muchas creadoras de contenido que han analizado la clean girl aesthetic -muy relacionada con el concepto de #ThatGirl ya que es cómo visten y se maquillan las chicas en este tipo de videos-, critican el apropiacionismo cultural que supone que en los medios de comunicación o en los tutoriales de TikTok y YouTube, no se le dé crédito a las mujeres negras como creadoras de este estilo sino que se asuma que lo crearon Hayley Bieber o Bella Hadid y se les alabe por ello cuando por otro lado, las mujeres negras (generalmente de Estados Unidos) que han llevado este look toda la vida han recibido burlas e incluso hay memes para reírse de ellas.
Esta problemática podríamos trasladarla a los vídeos que vemos de #ThatGirl o #ThatGirlRoutine a muchos niveles. Por supuesto, hay chicas de todo tipo generando este contenido, pero al final las que alcanzan mayor popularidad y las que se relacionan con este tipo de vídeos son, como decía al comienzo del artículo, las blancas, delgadas y de clase media. Este artículo no pretende señalar a nadie sino hacernos reflexionar sobre qué y cómo consumimos las redes sociales. Adoro ver videos de este estilo y los voy a seguir viendo. Tampoco creo que la gente que crea este contenido pretenda causarle ningún mal al mundo, al contrario, pero a nivel individual sé que si estos vídeos me hacen sentir mal conmigo misma o hacen que me ponga unos niveles de exigencia que afecten a mi salud mental sé que igual tengo que buscar otro tipo de videos que me hagan sentirme un poco mejor.
Puede que a ti te ayuden este tipo de creadoras a mejorar tu vida y eso es genial si a ti te funciona, pero debemos entender que no a todos nos funciona lo mismo. Conviene tener en cuenta que es realmente fácil buscar creadores de contenido que hagan vídeos de sus rutinas igualmente preciosos y que muestren otro tipo de realidades, solo es cuestión de buscar un poco y transformar nuestro uso de las redes de manera consciente y sana.
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Mimí Granizo (Santa Cruz de Tenerife, 1992). Ha colaborado en diferentes medios digitales como Mad Girls Magazine, La Maldita Radio o Freeda. Actualmente es escritora y creadora de contenidos freelance.