Sí, existen jóvenes que no son seguidores de Rosalía y hemos hablado con ellos
- ¿Todavía hay chavales al margen de lo mainstream que prestan atención a escenas alternativas? ¿O las nuevas generaciones son cada vez más homogéneas en cuanto a gustos culturales?
Normalmente, cuando me conecto a alguna red social de esas en la que la gente discute -a.k.a. Twitter-, me siento arrollado por un torrente de contenido que me importa muy poco. Cosas como la nueva canción de Bad Bunny o Rosalía o que una tal Anitta ha perreado a Ayuso o que Risto Mejide y Laura Escanes lo han dejado. Todo esto impregnado por un discurso que moralmente coincide, curiosamente, con la agenda política del momento, haciendo que se generen nuevos debates en redes sociales y se escriban TFG sobre el tema, generando un torrente indecente de contenido sobre esta nada.
Siendo yo un divorciado de cuarenta años que se está quedando calvo y que lo único que le importa ahora mismo es seguir vivo, al menos, hasta el día siguiente, es lógico que a mí estas cosas no me resulten atractivas. Pero al mismo tiempo me resulta extraño que se hable de ellos en podcasts conducidos por gente joven o medios “jóvenes”, ya que pensaba que la gente de edad reducida (por buscar un sinónimo) no se sentía atraída por este material ultramediático. Al fin y al cabo, son ellos los que se supone que están generando escenas desconocidas que, más tarde que pronto, saltarán a los medios generalistas y los viejos, por fin, descubriremos.
¿Dónde está la disidencia? ¿Hay chavales que pasan de Bad Bunny o Taylor Swift? ¿Hay jóvenes prestando atención a escenas más alternativas o a series que no salgan en la portada de Netflix o que en vez de ver conciertos en estadios vayan a los que se organizan en casas okupas? ¿Hay miembros de la generación Z que no bailan al son de lo que los medios destacan en primera línea? Entiendo que estamos en la época del culto a lo popular y del respeto a las tendencias mayoritarias, pero, por Cristo hermoso, busquemos jóvenes a los que todo esto les importe un pito.
Irene Maese, 25 años, antropóloga musical y Music Curator
¿Qué piensas cuando en las redes sociales ves debates que te dan igual? Es más, ¿te aparecen?
IRENE: La verdad es que pienso poco al respecto porque no acostumbro a enterarme por esa vía. Tengo la suerte de que no me siento bombardeada por información que no me interesa y si me entero es gracias a mi madre, que me llama por teléfono para contarme la última mamarrachada del momento.
¿Qué tipo de noticias aparecen en tus redes sociales?
IRENE: La única red social que utilizo, más o menos diariamente, es Instagram, y tengo la cuenta privada, siguiendo a muy poca gente, así que normalmente las noticias que me salen están bastante localizadas y politizadas, que al final es lo que a mí me afecta de forma más directa. Básicamente sigo proyectos que me interesan, por lo que mi página de explorar son conejos, chicas haciendo cerámica y el grupo de post punk inglés de turno. Mi Instagram es un poco mi nicho.
¿Qué opinas sobre la idea de lo mainstream?
IRENE: Creo que el concepto ha ido variando bastante de su sentido original y yo personalmente ahora lo entiendo como aquello que destaca porque ha llegado a un público amplio. Creo que en muchas ocasiones se usa este término de forma despectiva, pero tampoco creo que sea algo negativo que un grupo o un estilo sea mainstream. El problema, como con todo, es cuando se decide que solo existe aquello, porque funciona, y el resto de opciones quedan fuera y a ti te atiborran con las mismas músicas, ropas y lo que sea. Lo bueno es que, a su vez, también existen disidencias y movimientos que quieren romper con esto y, al final, el conjunto es lo que hace que haya riqueza (culturalmente hablando).
¿Crees que hay cierto elitismo en la renuncia a todo lo que huela un poco a mainstream?
IRENE: Claro que lo hay, pero de la misma forma que hay elitismo en cualquier otra forma de consumo. Consumir al final es una forma de mantener las distancias y las diferencias entre los estratos sociales, se haga o no de forma voluntaria. Sobre todo ahora, con el auge de un mainstream que ha absorbido elementos que antes estaban vinculados a colectivos marginalizados y que ahora se venden al gran público. Esto no significa que todo el mundo que quiera distanciarse de lo mainstream lo haga desde el elitismo. Hay otra gente que simplemente no quiere entrar en lo mainstream por su posición política, cosa que me parece muy válida y a la vez muy complicada.
¿Qué tipo de escenas (musicales, artísticas, lo que sea) frecuentas?
IRENE: Cuando era adolescente le daba mucha importancia a la estética de un proyecto pero con el tiempo me ha ido interesando más que sea un proyecto con una ideología política marcada, que sirva de espejo de una realidad social que el resto de la gente pueda conocer. Para mí es importantísimo que existan espacios y proyectos que puedan permitirse sobrevivir evitando las modas, por eso dedico mi tiempo a ayudar a asociaciones y lugares tan guays como la Sala Vol de Barcelona, El Pumarejo de L’Hospitalet, Cal Suís en Finestrelles o el sello The Indian Runners, que existen gracias al esfuerzo y energía de gente que, no es que quiera evitar lo mainstream, sino que -como diría Nando Cruz- quiere dar espacios para que otras opciones también sean posibles.
¿Cuál es el fenómeno masivo más reciente del que has formado parte?
IRENE: Pues fenómeno masivo creo que tendría que irme al 2013 cuando tenía 16 años y salió el AM de Arctic Monkeys. Me acuerdo que estaba metida en todas las redes sociales y no paraba de buscar música nueva que se pudiese parecer a lo que ya me gustaba y hablaba con gente que no tenía ni idea de quién era, pero nos gustaban los mismos grupos y eso era suficiente. Ahora lo más masivo que he vivido ha sido el Primavera Sound, porque fui a trabajar. Ya no me siento cómoda en esos espacios tan grandes (sean geolocalizados o sean cibernéticos) porque no siento que me interpelen. Creo que buscan llamar a tanta gente a la vez que la pequeña esencia que podrían tener ha quedado diluida.
Iván McGill, 24 años, estudió Bellas Artes y es ilustrador y miembro del colectivo Gorongo Soundsystem
¿Crees que la gente de tu generación está menos interesada en lo independiente, underground y alternativo que las generaciones anteriores?
IVÁN: Sí, existe una desconexión en la juventud con lo underground. Tenemos acceso a todo tipo de corrientes y micro-nichos a través de las redes y todas las estéticas se entremezclan dando como resultado grupos de personas muy dispares. Pero claro, cada vez es más complicado distinguir entre la gente que vive construyendo su espacio alternativo de convivencia y la que es víctima de un capitalismo que está fagocitando y procesando estéticas underground para facilitar su consumo. Creo que en la generación anterior sí había un abanico más amplio de escenas y arquetipos independientes y creo que eso es debido a la disponibilidad de espacios para ello. Además, los estímulos -el contenido que se consumía- eran de un calado mayor para las personas porque eran productos mucho menos fugaces que ahora, caducaban más tarde. Supongo que eso daría más tiempo para que grupos más grandes de personas se sintiesen identificados con las mismas cosas.
Muchas veces estas escenas pequeñas residen en espacios de disidencia, como por ejemplo, centros sociales y okupas. ¿Las nuevas generaciones han perdido este espíritu de lucha o este entusiasmo en contra del statu quo?
IVÁN: La falta de espacios de disidencia donde los jóvenes puedan desarrollar sus intereses al margen de las corrientes más comerciales es una realidad. Desde la perspectiva de alguien que ha pasado su adolescencia en Madrid intentando sacar proyectos colectivos autogestionados donde este tipo de espacio era nuestra única posibilidad, he podido ver de primera mano cómo, poco a poco, han ido cayendo, dejándonos con apenas posibilidades de, por ejemplo, acceder a un ocio alternativo. No creo que se haya perdido el entusiasmo en contra del statu quo, creo que igual esa fuerza de romper con el establishment puede que esté cambiando peligrosamente de bando. Puede que hoy en día el mainstream ocupe más canales y sea más complicado “escapar”. Las redes sociales con sus burbujas de contenido dificultan el cuestionar las cosas que te gustan o te dejan de gustar. Si solo se te muestra lo que se supone que te gusta, difícilmente vas a encontrar algo raro que, de casualidad, despierte tu interés y cambie tu modo de ver las cosas.
¿Crees que la idea del emprendedor de éxito que tanto espacio ocupa en las redes sociales (streamers, CEOs, coachers y demás fauna) ha generado en las nuevas generaciones un rechazo a todo lo pequeño, raro, desconocido y cuya existencia no se base únicamente en el éxito comercial?
IVÁN: Puede ser que eso sea así, que los más jóvenes desprecien las escenas más pequeñas, que les parezcan algo muy de pringaos hacer algo “por amor al arte” pero, aunque sean muy tristes esas figuras, son comprensibles. La precariedad da un salto muy grande en cada generación. Es entendible que si han mamado el discurso de la meritocracia en todas partes y huelan un poco del futuro que se avecina, quieran escuchar a los que les den las claves mágicas para, ya no te digo hacerse ricos, sino para ganarse la vida.
¿Qué medios debería utilizar alguien que busque espacios culturales alternativos a los más generalistas?
IVÁN: Yo soy muy fan de ir a los sitios. Lo mío, por ejemplo, es la autoedición y los soundsystem artesanales. En ambas escenas hay mucho movimiento en las redes sociales, pero no es hasta que te desplazas y conoces realmente a la gente que hay detrás de cada cuenta cuando intercambias y construyes cosas. Es el momento donde se genera una red real, cuando vas a otra ciudad, al festival que han montado estos con los que hablaste, o cuando invitas a tu espacio a pinchar a ese colectivo de no sé dónde.
¿Cuáles son los espacios, escenas y colectivos que frecuentas y que nunca se ven representados en los medios de comunicación y que nunca generan debates/trending topics en las redes?
IVÁN: Creo que los festivales de autoedición, sobre todo los más pequeños como el Skisomic, el Pichifest, el Vaiavaia entre muchos otros, tiendas como Fatbottom o talleres como La Roda, Máquina Total, la Grelería o espacios artísticos más allá del cómic como Mal País son espacios sin apenas repercusión mediática pero muy necesarios a la hora de tejer redes entre la gente que le gusta la autoedición y los cómics más experimentales, como es mi caso. Son puntos calientes donde realmente ves que existe una escena. Por otro lado, yo disfruto mucho de las fiestas de reggae con soundsystem al aire libre y gratis, y ahora en Barcelona, donde vivo, tengo la suerte de que existen muchos colectivos jóvenes moviéndose, como Kapara, Roots Matilde o Redland, que consiguen sus permisos para ocupar la calle con sus equipos y montar fiestas completamente autogestionadas. En Madrid, por el contrario, hoy en día es completamente imposible conseguir un permiso para hacer algo así en un barrio a tu bola, así que en mi colectivo Gorongo Sound System por el momento nos tenemos que limitar a organizar eventos en zonas industriales o rurales apartadas, donde se pueda evitar cualquier tipo de problema policial.
¿Qué mérito añadido puede tener algo que solo conoce, no sé, una escena de unas 20-30 personas?
IVÁN: Creo que en los nichos reducidos, en las pequeñas escenas, es donde uno encuentra en la gente un mayor entusiasmo por las cosas. Muchas veces no es fácil estar en estos meollos, hay que hacer ese tipo de cosas de manera genuina, sin esperar nada, o al menos no mucho, a cambio. A veces esto lo encuentras en los fanzines, otras veces en los soundsystems o igual con los bolos leoneses.
¿Y qué piensas de la generación que viene después de la tuya?
IVÁN: A la generación que viene después, que la observo bien en mi hermano pequeño o en los alumnos de instituto con los que he trabajado alguna vez, la veo, en general, mucho más homogénea. Creo que les es más complicado encontrar estímulos que les ofrezcan un estilo de música alternativo a lo que les proponga su propio Spotify. Veo menos tribus urbanas en las clases. Ya no quedan punkys, ni hippies, ni heavys, ni emos, ni perroflas. El 15M les queda muy lejos y ahora eres o MDLR o cayetano, con algún Otaku residual por ahí.
Bernat Cuyàs, 26 años, músico y cineasta amateur
Cuando ves esos artículos de “Te diré qué canción de Rosalía eres según tu horóscopo” y cosas así, ¿qué piensas? Puede que sea la cosa que menos te interese, ¿no?
BERNAT: Honestamente, si ya me importa poco lo que es el mundo del horóscopo, ¡como para relacionarlo con artistas mainstream! Valoro la forma en la que producen o incluso escriben, pero no me interesa mucho más que eso.
¿Identificas en redes estas tendencias/mierdas virales/trending topics y pasas de ellas o, simplemente, ya ni te llegan y no te enteras?
BERNAT: Creo que es casi imposible que no me lleguen, solo mirándome el videoclip de un single nuevo (cosa que me interesa en todos los artistas del mundo) ya me meten en la "fórmula mágica algorítmica" y me dan por culo durante meses, mostrándome contenido sobre el artista en el muro principal de YouTube.
¿Qué medios utilizas para llegar a las músicas o películas -o lo que sea-que te gustan?
BERNAT: YouTube para videoclips y lives de bandas (mi pasatiempo favorito) y luego para películas utilizo Stremio y el consejo de colegas sobre las que les han gustado.
¿Crees que todos consumimos (casi) lo mismo a nivel cultural?
BERNAT: Quiero pensar que no, la verdad. Me da pena que sea así, pero es indiscutible que hay un contenido, unos artistas y unas películas que no podemos evitar y que son básicamente lo que come el mundo día tras día.
¿En qué escena te mueves tu? ¿Hay circuitos poco conocidos que merecerían que se les prestara más atención?
BERNAT: No sé si pertenezco a ninguna escena, pero desde luego que me gusta apoyar (siendo músico) a bandas jóvenes, locales y muy molonas que, por supuesto, merecerían tener más visibilidad. Lo mismo que con colegas pintores y cineastas.
¿Piensas que una escena pequeña -pongamos por ejemplo, una musical- desea crecer y llegar a más gente? ¿Crees que la gente quiere dedicar esfuerzo a llegar a esas escenas antes de que se conviertan en algo más conocido?
BERNAT: Habrá quien sí, pero mayormente no.
A veces la gente sube a su Instagram fotos de su experiencia en un restaurante al que ya ha ido TODO CRISTO, ¿qué sientes cuando la gente hace esto? ¿Penita? ¿Asco? ¿Son entrañables? ¿Los detestas? ¿Te da ganas de ir a ese restaurante?
BERNAT: Aquí me cuesta decidir. Por una parte: quizás el lugar está haciendo bien su trabajo y realmente vale la pena ir porque se come brutal, pero por otra parte (cosa que pasa a menudo), es simplemente un negocio con una gente detrás -gente bien posicionada- que hace que te aparezca el restaurante hasta en la sopa, cosa que ya no mola tanto.
Pau Esteve, 27 años, ingeniero de sonido
¿Sabrías decirme -sin consultar Google- quién es Rauw Alejandro?
PAU: No tengo ni la más remota idea de quién es Rauw Alejandro. Deduzco que será un pibe que se llama Raúl y que se ha cambiado la “L” por una “W” para ser guay. Imagino que será un artista de trap, dancehall o reggaeton moderno, no reggaeton antiguo, por supuesto.
Pues la has clavado. Es un cantante de reggaeton moderno, conocido en estas tierras sobre todo por ser la pareja de Rosalía. En fin, ¿por qué crees que no te enteraste de, por ejemplo, lo de Chanel y Rigoberta Bandini en Eurovisión? ¿Usas poco las redes?
PAU: Sí que uso las redes, no diría que poco pero sí que bastante menos que jóvenes de mi edad. Principalmente utilizo el Instagram corporativo de mi estudio y luego mi Instagram personal y, a veces, el Facebook. Normalmente estoy unos cinco minutos por la mañana, como por acto reflejo al despertarme. Sí que me enteré de lo de Chanel. Sabía que había otras propuestas mejores, unas gallegas que hacían algo rollo Rodrigo Cuevas o Tarta Relena, que estaba bastante bien. No he escuchado lo de Chanel así que no puedo valorarlo. De lo de Rigoberta no sé de qué me hablas y no sé si es del mismo asunto. Es importante decir que estas cosas las sé porque tengo familiares (mi hermana y mis primas, que tienen entre 12 y 19 años) que están más al día de estos temas y entonces me entero por ellas. Si no, no me hubiera enterado jamás. Quitando mis familiares, a mi entorno todo esto no le importa demasiado.
¿En tu caso hay una renuncia consciente a todos estos temas mainstream o directamente no sabes ni que existen?
PAU: Bueno, creo que es un poco las dos cosas. Hay una cierta renuncia consciente, en el sentido que yo sé que existe Eurovisión, sé que existen Los 40 Principales y conozco más o menos los hits de un año determinado. Sé que existen, pero no me interesan. Tampoco es que los desprecie o los odie, simplemente no es lo que yo escucho. En este sentido hay una renuncia consciente, pero no es porque yo decida apartarme del mainstream por despreciarlo ni reivindicar nada, al final uno tiene un tiempo limitado y tiene que elegir dónde pone su atención. Hay otras cosas de las que, por supuesto, no me entero, como las peleas entre los youtubers, los streamers y los influencers. De eso no tengo ni la más remota idea.
¿Crees que el mainstream del pasado sigue siendo mainstream aunque no tenga tanta presencia en los medios y redes sociales? No sé, Little Feat o King Crimson fueron muy conocidos, pero quizás ahora a la gente se la sudan un poco. ¿Te sientes alienado por escuchar bandas de este estilo?
Me gusta bastante King Crimson, para empezar. Sí que creo que el mainstream del pasado sigue siendo mainstream, o por lo menos sigue siendo vigente, porque la gente que en su momento tendría mi edad y escuchaba a King Crimson -cuando era mainstream- sigue viva y sigue escuchando a King Crimson. El sociólogo Pierre Bordieu decía que la música que uno escucha en la adolescencia conforma su identidad y la utiliza como una herramienta identitaria, por lo que si de joven eras un ultra del progresivo de los años setenta pues eso se te queda grabado y será difícil salir de ahí. No me siento alienado, soy consciente de lo que yo escucho no es la corriente principal hoy en día, tampoco es que me sienta especialmente orgulloso, aunque al final uno lo utiliza como una herramienta identitaria y sin querer digo, “joder, esto es mejor de lo que suena por ahí” y me siento guay. Pero luego se me pasa.
¿Entonces no es mejor lo que escuchas tú que lo que suena por ahí?
PAU: Creo que hay buena música y mala música, pero lo que no hay son buenos estilos y malos estilos, sino que dentro de cada género o escena hay grandes grupos y hay basura. Estoy convencido de que la inmensa mayoría de música actual es muy buena y está muy bien hecha -lo digo como profesional, ya que realmente está muy bien producida-, pero como no es mi onda, no puedo valorarlo. Yo escucho reggaeton primigenio de principios de los dos mil, Tego Calderón o los inicios de Daddy Yankee, ese disco que se llama Barrio Fino.
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Pol Rodellar es miembro del conjunto musical Mujeres, autor de las publicaciones Cuchillo de Jazz y CEO de la compañía familiar Confecciones Rodellar