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'Kind of Blue': ¿Triste? No creo

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El disco de cabecera, la obra maestra absoluta, el álbum del test de la isla desierta, favorito de músicos y oyentes en general y el más vendido de la historia del jazz en todo el mundo. Para mí, también un espacio habitable y ya empiezo a sospechar que un "manual de autoayuda", que, además, he compartido desde hace treinta años. Fue entonces cuando el escritor Javier Alfaya, gracias maestro, me trajo de San Francisco mi primera copia en vinilo del disco que me aparecía en todos lados, lecturas y conversaciones, y que, en el momento, no podía encontrar en Madrid. Mi lista se completaba con otros, particularmente de Charles Mingus y Ornette Coleman, que desde entonces tampoco he dejado de escuchar. Como supongo que habrá sucedido a tantos, mi primera escucha llevó inmediatamente a repetir y otra y otra y hasta hoy.

Desde el primer encuentro, la sensación de poseer una llave, la de hacer sonar Kind of Blue, que hace literalmente transmutar el espacio que te rodea (Boris Vian escribió que el saxo alto de Johnny Hodges "redondeaba las esquinas de las habitaciones", por ahí va el asunto) y cambia el sentido interno del tiempo. Primero lo comprobé en mí mismo. En momentos de cansancio, la escucha de KoB conduce a seguir escuchando durante horas, cualquier estilo, cualquier género, pero gran música. KoB es una perfecta marca de partida para disponerse a sentir la música, a trascender el tiempo con la escucha detenida.

Luego lo comprobé en los demás cuando visitantes a mi casa no precisamente entusiastas del jazz se ponían a escuchar y en el momento en el que sonaba el baquetazo sobre el címbalo de Jimmy Cobb (segundo 92) inquirían: "¿Qué es esto?". Y escuchaban el disco entero y pedían la referencia. Prolongando la experiencia comprobé que si alguien te llega de los nervios a casa no está mal recibir un turno de charla y, al menor despiste, pinchar KoB. Las gentes se ponen más tranquilas y la velada toma otro rumbo (también hay casos incurables, desde luego).

Del vinilo a las sucesivas ediciones en CD: en una de ellas se cambió la foto de portada y se mostraba, entonces, a Miles como un trompetista zurdo (¡!) y luego la edición que parecía definitiva, con el rescate de la cinta original al tempo correcto de los tres primeros temas y la toma alternativa de 'Flamenco Sketches'. Y ahora la edición especial del 50 aniversario, con voces y pruebas en el estudio y otros materiales. Como guía imprescindible tenemos 'Miles Davis y Kind of Blue', de Ashley Kahn (trad. Española: Alba, 2002, 3ª ed. 2006). Allí se encuentra toda precisión musical y del contexto, que aquí evito resumir.

'So What' te hace cantar el riff (frase repetida) de los vientos, las palabras son el título ("Y qué"), una respuesta habitual de Miles cuando le decían algo que no le interesaba demasiado. 'Freddie Freeloader' da un salto alegre, al fin y al cabo evoca la figura del gorrón y éste, por definición, tiene que ser simpático. 'Blue in Green' nos invita a asistir a la comunión de almas de Miles y Bill Evans en forma verdaderamente especial. 'All Blues', el blues valseado que aterriza cada noche en jam sessions de todo el mundo. Y 'Flamenco Sketches', para rematar, por aquí, el sentimiento de cercanía a quienes nos hablan con sus instrumentos.

Kind of Blue vale tanto como el tiempo que le dediques. ¿Mi tema favorito?: 'So what', el primero, cada vez que lo he puesto he escuchado el disco entero, lo sigo haciendo así.