Adiós, voz de ébano
- La asimilación de la fama marcó la vida y carrera de la artista británica
Amy Winehouse encabezó el último revival soul en medio de una vida de excesos
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Antes de que el Iker Jiménez de turno sume a Amy Winehouse en el "club de los 27" (Jimi Hendrix, Janis Joplin, Kurt Cobain...), pensemos en algo que va más allá de infortunios y maldiciones: la asimilación de la fama. Los juguetes rotos. Salir a cantar delante de miles de personas en plena edad del pavo.
Es lo que le sucedió a Amy Winehouse, que con 20 años ya había firmado contrato con una multinacional.
Díscola de naturaleza, hija de un taxista enamorado de Frank Sinatra (que también chupó rueda a posteriori de la fama de su hija), Amy Winehouse encabezó el último revival soul con querencia, herencia y patrones de la casa de los éxitos de Detroit: la Motown.
Así, Back To Black, su segundo disco, se transformó en la confirmación de que estilo y éxito pueden ir cogidos de la mano.
Caída y final de la Winehouse
A partir de entonces (2006) se empezó a hablar de escándalos y se dejó de hablar de música. Curiosamente, su discográfica rechazó el material que tenia preparado para el tercer álbum porque incluía mucho reggae. Una paradoja teniendo en cuenta que su sello era Island: el mismo que Bob Marley.
A su esquema musical se le sumaron tintes de su ajetreada vida, que pasó a ser portada de diarios hasta crear un "gran hermano" en papel cuché.
En "Rehab", la Winehouse cantaba sobre esos tópicos de la estrellona de rock que no controla su fama y pasaba casi a tener habitación fija en las clínicas de desintoxicación.
Pero en el caso de Amy parecía verdad. Sus conciertos trastabillaban, aparecía huesuda y débil en contraste con su voz de ébano reforzada con una musculosa y portentosa banda de acompañamiento.
Así la pudimos ver en su comparecencia en el Rock in Rio y no la pudimos ver en el pasado BBK Live, al suspender toda su gira europea con tanta premura que las fotos de Amy ya colgaban de las farolas de Bilbao.
Hablemos del club de los 27, hablemos de juguete roto, pero no nos olvidemos de ese metal único. La voz de Amy Winehouse.