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Olor a Atlántico

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El día que tuve la oportunidad de hablar con ella, amaneció con la noticia del fallecimiento de Compay Segundo a los 95 años. Cesária Évora se mostraba apenada, aunque afirmaba que se conformaba con vivir menos de 65 años. Ya ha pasado los 70, y aunque todavía late, tiene que abandonar los aplausos de los escenarios del planeta entero.

Al igual que Compay Segundo, la carrera internacional de Cesária Évora arrancó a una edad provecta, refiriéndome a la acepción de maduro, pero nunca caduco.

Antes, Cesária había baqueteado su vida a ritmo de Morna en las tabernas de Mindelo. Su brisa fue lo que transportó por el mundo entero, situando en el mapa Cabo Verde y la morna.

Espontánea, dicharachera, cariñosa... esas sensaciones transmitía Cesária. Fumaba hasta crear plantaciones de cigarros apagados en un santiamén.

Estaba loca por ir a Miami a conocer a Julio Iglesias y darle un beso en la frente. Aunque la diva de los pies desnudos nunca le hubiera ofrecido su voz: solo cantaba si se lo pedían. Así mostraba su espíritu aguerrido de mujer y madre que nunca contrajo matrimonio más que con la noche y el canto.

La salud retiene el cuerpo de Cesária Évora fuera de los focos. Sus canciones siempre olerán a Atlántico.

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