Escucha el concierto Kiko Veneno por el 20 aniversario de su 'Échate un cantecito'
- Escucha la retransmisión que Radio 3 hizo de este recital especial
- Fue Teo Sánchez (Duendeando) el encargado de comentarlo
- El cantautor fue de los temas más comentados en Twitter por este concierto
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DISCOGRAFÍADISCOGRAFÍA
Veneno
Veneno (CBS, 1977)
Si tú, si yo (Epic, 1984)
El pueblo guapeao (Twins, 1989)
Kiko Veneno
Seré mecánico por ti (Epic, 1981)
Pequeño salvaje (Nuevos Medios, 1987)
Échate un cantecito (BMG Ariola, 1992)
Está muy bien eso del cariño (BMG, 1995)
Punta Paloma (BMG, 1997)
La familia Pollo (BMG, 2000)
El hombre invisible (Elemúsica, 2005)
Dice la Gente (Warner, 2010)
Kiko Veneno y Pepe Begines
Gira mundial (Elemúsica, 2002)
G-5
Tucaratupapi (Elemúsica/Virgin, 2007), junto a Tomasito, Muchachito y Los Delinqüentes (Ratón y Canijo)
Recopilaciones
Aventuras y Desventuras de Kiko Veneno (BMG,1994)
Puro veneno (BMG, 1998)
Pata palo (SONY 2000)
Un ratito de gloria (BMG, 2001)
El mejor veneno (Discos Crack, 2008) Argentina
Entre el pecho y el alma debe andar el corazón, la única letra con la que Kiko Veneno canta sus conciertos, el mismo corazón que le echó a su arte cuando se fue a Londres, hace 20 años, para grabar Échate un cantecito.
A la caída de la tarde del miércoles 30 de mayo de 2012 un mercedes blanco descapotable llevaba a un hombre abriéndose paso con la alegría en sol mayor entre la satisfacción de los que esperaban para entrar a su concierto a orillas del Manzanares, en La Riviera madrileña.
Se hizo un pasillo de gloria y brotó el canto general: "¡Musho kiko é, é, musho kiko é!". Para quien venía a echarse unos cantes, a darse un homenaje con sus fans de siempre, le llegó la primera satisfacción al sentir que está muy bien eso del cariño multigeneracional.
La segunda alegría para su cuerpo sesentero se la dieron las dos mil quinientas almas que abarrotaban la sala, a la que hubo que mudarse desde la Joy Eslava por eso de las capacidades. Antes de dar una nota manifestó que: "Nos metemos en la música para que la gente nos quiera, y se establece una relación en la que os queremos y os necesitamos así que vamos a cantar unas coplillas".
Veneno para calentar los corazones
Se arrancó por acústico con "El calor me mata", himno de su primer disco y de su primer grupo, Veneno, grabado con los hermanos Raimundo y Rafael Amador en 1977. De aquel mítico vinilo, con el pastillón de hachís y su nombre estampado a fuego, tomó José María López Sanfeliu el nombre artístico que se ha convertido en referente de la música feliz española.
Continuó con "Palabras para Julia" y "Farmacia de guardia" acompañado por los brillantes punteos de Raúl Rodríguez y su guitarra española. Tras esta introducción, a la voz de: ¡salud y libertad! apareció la banda del retumbe y a Kiko le entró la marchita y ya no se pudo parar con su guitarra.
"Lobo López" hizo que el júbilo retumbase más que la alta fidelidad, esa que reclamó el 'jipo' de Sevilla en el encuentro digital con RTVE.es para quien en casa no tiene lo que a él tanto le gusta, "los altavoces buenos, de madera, con conos de cartón bien calibrados y lágrimas gordas de contrapeso. El Spotify es sólo para una consulta, que también tiene su valor. Pero el arte va por otro lado".
El disco que se empeñó en hacer
Y el arte siguió por donde veintitantos años atrás Kiko Veneno decidió hacer su disco definitivo y "si no lo logro ya no hago más discos", como le comentó a Ángel Carmona en Hoy empieza todo de Radio 3.
La fiesta siguió con el repaso completo a los 'pedazo temazos' de Échate un cantecito, referentes de una generación que se desarrolló feliz a pesar de la trampa que se nos venía encima. En sus palabras el país se nos ha quedado así:"España es un país fantasma dentro de una estructura fantasma, en un complejo fantasma, donde todo es excepción y no hay regla, donde todo es ilegal, pero no pasa nada y donde no pasa nada pero seguimos adelante porque tenemos mucha gracia".
En aquel 1992 en España comenzaba la cultura del pelotazo y Sevilla pretendía ser la ciudad de más relumbrón del mundo aunque se viviera en medio de la chapuza. Kiko llegó a Londres con "Joselito" de una mano y de la otra nueve canciones más 'enmaquetadas' con Lolo Ortega en un estudio sevillano de la Alameda de Hércules.
Aterrizó con los ojos brillantitos de haber trabajado con ilusión y minuciosidad durante dos años con aquel material y con la boca abierta ante la tecnología del estudio Moody en el que el productor Joe Dworniak le rodeó de excelentes músicos jóvenes que habían trabajado con la música africana, abundante en Londres, pero que no tenían ni idea de la mezclita que llevaba Kiko.
Para asegurar el sonido flamenco se llevó a Lolo Ortega y al Pájaro (Andrés Herrera), dos guitarristas de la escuela de la calle sevillana, de los que meten la púa a la guitarra flamenca.
La confianza en que todo saldría bien
Esas canciones ya las había cantado y notó, como si fuera el lince Ramón, que las orejas se le ponían de punta porque llegaban a la gente, le gustaban. Además contó con el apoyo de 'el hombre en la sombra', Santiago Auserón, líder de Radio Futura, con quien estableció el intercambio de ideas, sensaciones y maquetas.
Dice Kiko que aquel hombre le dio su amistad y que, con su filosofía precisa que encuentra la palabra necesaria, fue llevándole hacia el lugar de donde había partido, el que pertenecía a Kiko y que le permitió plasmar letra y música en un punto expresivo y emotivo de dulce.
Las claves por las que el disco llegó al corazón de las personas no las dijo un tonto cualquiera en Radio 3: "Lo que queríamos, lo que las letras tenían que reflejar: ese mundo andaluz, ese mundo imaginativo, ese mundo también cariñoso y ese mundo expresado en frases cortas pero certeras, con muchos colores, también dentro de la tradición escueta del flamenco y dentro de la tradición directa del rock and roll internacional".
Esas palabras las dijo un licenciado en filosofía y letras (que se parecía y buscaba a Frank Zappa) cuando un duende gitano de Morón, Agustín Ríos Montoya -guitarrista, sobrino y alumno de Diego del Gastor-, le enseñó en Estados Unidos, cuando por aquí empezaba la Transición, que el flamenco puede ser una vida de gloria.
Y todo salió... mejor que bien
La gira posterior al lanzamiento del disco con Juan Perro (era la primera vez que Santiago Auserón tomaba ese nombre), favoreció el éxito de un disco que llegó a las 150.000 copias y que hizo saltar los cachitos de hierro y de cromo de tanto poner esa cinta en los mercedes blancos con forma de 4L.
También saltó el público madrileño durante la segunda parte del concierto que se convirtió en uno nuevo. Con el veneno de Veneno metido en el cuerpo, en un cuartito a la ribera del Manzanares, Kiko regaló otra hora con una jugosa selección a través de su discografía. Un concierto que consiguió hacernos volar, hacernos reír y que abrazó fuerte a sus amigos Muchahito y Tomasito cuando subieron al escenario para cerrar la fiesta con el tema que "las ordenanzas municipales habían ordenado bailar" que dijo el maestro: "Volando voy".