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Huir a Fassala, sobrevivir en Fassala

  • Mauritania acoge a más de 100.000 malienses en un campo de ACNUR
  • Los refugiados huyen de la violencia y la inestabilidad política de su país

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60 kilómetros separan a más de 100.000 malienses de la violencia que azota su maltrecho país. Es la distancia que existe entre la ciudad mauritana de Fassala, donde está el campo de ACNUR que les acoge, y la frontera con Malí, un territorio que transitan cada día cientos de nuevos refugiados.

Son sobre todo mujeres y niños que llegan exhaustos tras varios días de viaje y con el miedo todavía en sus ojos. Los grupos terroristas que se han hecho con el control de varias zonas de Malí, entre ellos Ançar Dine, Al Qaeda y Boko Haram, son los culpables de su difícil viaje.

La responsable del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) en Mauritania, Noelia Díaz, ve con preocupación que la masiva llegada de refugiados no se detenga. "Observamos con atención lo que ocurre en Malí, pero solo sabemos que la gente sigue huyendo de ese país".

Los recursos de Mauritania, también inmersa en la grave crisis alimentaria que vive toda la región del Sahel, son muy limitados, razón por la que el apoyo de la comunidad internacional al campo de refugiados ha sido muy fundamental.

"Aquí trabajamos con las autoridades y ACNUR se encarga de garantizar la seguridad tanto del personal humanitario como de los refugiados. El campo está a unos 60 kilómetros de la frontera precisamente por este motivo. De momento no ha habido incidentes", explica Noelia, que también subraya las severas condiciones climáticas con las que trabajan.

700.000 mauritanos, en riesgo de desnutrición

Mauritania no ha puesto obstáculos a la hora de acoger a sus vecinos malienses, pero su situación también es alarmante. El país está seriamente azotado por la sequía y los alimentos son tan escasos que más de 700.000 personas están en riesgo de desnutrición.

"Los pastos se han visto bastante reducidos por la falta de lluvias, por lo que ha muerto mucho ganado y gran cantidad de familias han perdido su fuente de ingresos", cuenta Xavier Lovelle, jefe de base de Save the Children en Kaédi, capital de la región de Gorgol.

Es por estos motivos que los programas de emergencia en Mauritania tienen dos componentes fundamentales: el restablecimiento de los mecanismos de recursos de las familias que están sufriendo la crisis y el seguimiento nutricional de los niños menores de cinco años.

He aquí el dilema de Mauritania: cómo ayudar a los refugiados sin atender a sus propias comunidades.