Nicky Hopkins, session man
- Trazamos una semblanza musical del legado de Nicky Hopkins
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Una de las especies fundamentales en el desarrollo de la música popular es la de los músicos de sesión, esos profesionales destajistas y casi siempre anónimos que engrasan y abrillantan las grabaciones de los artistas que luego las firman con su nombre.
Acaba de morir uno de los más reconocidos en la historia del pop británico, el guitarrista Big Jim Sullivan (1941-2012), aunque su importancia y su reconocimiento quedan empequeñecidos si se miden con los del session man por excelencia, el grandísimo y añorado Nicky Hopkins.
Session man
Fue uno de sus mejores amigos y admiradores, Ray Davies, quien le dedicó al pianista ese título en una de las piezas más celebradas de The Kinks, incluida en el álbum Face to Face.
Nicky Hopkins (1944-1994) no pudo o no quiso dar nunca el salto al estrellato, frenado por los achaques de una dolencia crónica (enfermedad de Crohn) que se lo llevó prematuramente, pero fue el primus inter pares de aquella brillante generación de músicos británicos que emergió con el merseybeat, hace ahora 50 años, y acuñó los cimientos del rock contemporáneo anglosajón.
Jamming whith edward
El piano mágico de Nicky Hopkins se encuentra en centenares de grabaciones canónicas del pop-rock de los años 60 y 70, acompañando a The Move, Donovan, Cat Stevens, Jeff Beck, The Kinks, The Who, The Beatles y The Rolling Stones (con quienes mantendría una estrecha relación durante años), entre muchos otros.
Además, a final de los años 60, Hopkins encaró distintas aventuras paralelas, como la del grupo Sweet Thursday (con Mark Almond y Cat Stevens) o la del famoso álbum perdido de The Rolling Stones, Jamming with Edward (1969), donde compartió protagonismo con Ry Cooder, Mick Jagger, Bill Wyman y Charlie Watts, siendo Edward el propio Nicky.
The Tin Man Was A Dreamer
En 1969, Hopkins cruzó el charco para incorporarse brevemente a la formación del grupo californiano Quicksilver Messenger Service, con quienes grabó el álbum Shady Grove. Luego, intentó una breve y oscura carrera en solitario, cuyo mejor exponente fue el LP The Tin Man Was A Dreamer (1973), un disco memorable y subterráneo que hoy es preciado objeto de colección entre los buenos degustadores del pop más exquisito.
Hopkins murió en Nashville a los 50 años, poco después de haber ayudado a su amigo Julian Dawson a escribir su biografía (And on piano… Nicky Hopkins), perfecto retrato de la vida y el legado de este músico absolutamente grande.