Vetusta Morla cierra la gira de 'Mapas' con una magistral demostración de rock sinfónico
- El sexteto ofreció cuatro conciertos en dos días, en el Circo Price
- Les acompañó la Orquesta Sinfónica Región de Murcia
- "Tardaremos meses, quizás años en volver", dijo Pucho, cantante
Setlist Vetusta Morla, Teatro Circo Price. 28 de octubre de 2012
Pequeño desastre animal
Los buenos
Autocrítica
Al respirar
Mapas
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Escudo humano
Rey sol
Canción de vuelta
Maldita dulzura
En el río
Copenhague
Un día en el mundo
Boca en la tierra
Sálvese quien pueda
Saharabbey Road
Iglús
Baldosas amarillas
Los días raros
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Lo que te hace grande
Valiente
El hombre del saco
La cuadratura del círculo
"Pues vamos con todo". 18 meses y más de 100 conciertos después de la salida de su segundo disco, Vetusta Morla puso fin a la gira que comenzaron en 2010. Lo hicieron en Madrid ante un Circo Price que acogió cuatro conciertos de la banda en dos días, todos con aforo completo. En un ejercicio de siempre buscar otros caminos, de difícil acceso pero maravillosa ejecución, el sexteto se rodeó de la Orquesta Sinfónica Región de Murcia para ofrecer una velada magistral de más de dos horas de duración.
Y es que cuando unas canciones ya se han incorporado al saber pop colectivo, es muy complicado seguir sorprendiendo con ellas. "Le hemos dado tantas vueltas a las canciones, que terminaremos necesitando un terapeuta", reconocía el domingo por la tarde Pucho, cantante de la banda. Así fue como surgió la prodigiosa idea de cargar con gran parte de esas reinterpretaciones y en un mismo concierto ofrecer tres encantadoras versiones de Vetusta Morla: en un místico formato acústico, en una imponente sesión sinfónico y en el explosivo eléctrico al que ya nos tienen acostumbrados.
De lo onírico a lo básico
La apertura de este espectáculo ya prometía desde su comienzo: tras una proyección que revelaba el final de este "trazado", Pucho y Guille Galván (guitarra) salían al escenario para, sin micrófonos por delante, ofrecer una emotiva ejecución de "Pequeño desastre animal". Pocas veces ocurre que esta banda salga a cantar y la multitud no les siga, pero por una vez el respetable decidió guardar fuerzas, y desde el silencio absoluto emocionarse con la desnuda interpretación.
A partir de aquí, la banda se empeñó en crear una atmósfera de intimidad con canciones como "Los buenos", "Autocrítica", "Al respirar" o una "Mapas" que pedía ser llevada al formato eléctrico.
Los otros Vetusta Morla
Y entonces más de cincuenta músicos entraban en escena. Junto a esa Orquesta Sinfónica Región de Murcia, ya tocó el grupo hace unos meses para recaudar fondos para la reconstrucción del Conservatorio de Música Narciso Yepes, terriblemente dañado durante el terremoto que azotó Lorca hace casi dos años.
"Esto no surge de la improvisación", explicaba Pucho mientras presentaba a la magistral formación. Con ellos, las canciones de Vetusta Morla adquirían un tono cinematográfico, a ratos delicado y envolvente, y a otros contundente y monumental.
Con cada elemento en su sitio, en estos conciertos se ha demostrado que el rock revitaliza lo clásico, y que lo clásico reviste de una majestuosidad única al rock. Así, como un reloj perfectamente afinado, sonaron la luminosa "Rey Sol", la sentimental "Maldita dulzura" o la fronteriza "En el río", esa canción que estrenaba Radio 3 hace un año y medio, desatando todo tipos de comentarios que, por un segundo, pusieron en duda la continuación del mejor debut de nuestro pop en décadas, Un día en el mundo.
Y a medida que la orquesta nos dibujaba paisajes llenos de emoción, seguían sucediéndose las canciones. No faltó "Copenhague", que fue el momento en el que el público decidió desatar sus gargantas del todo. Tampoco "Boca en la tierra", la protestona "Sálvese quien pueda", "Baldosas amarillas" o "Los días raros".
A estas alturas uno se pregunta si solo con dos discos se puede tener un repertorio tan estable, y es cuando en el acto de afirmación más sonoro del planeta, madrileños y murcianos escupen una infantil, juguetona y festiva "Saharabbey Road". Ya es más que sabido lo que ocurre en esos momentos: "Lo, lo, lo, lo, lo, lo, lo, lo... La, la, la, la, la, la, la, la, la". Esto es una fiesta.
En busca de la psicodelia
Tras dejar paso a lo íntimo y luego a lo grandilocuente, el punto final de la velada lo puso la cara más eléctrica y salvaje. Lo hicieron con "Lo que te hace grande", "Valiente", "El hombre del saco" y con una psicodélica "La cuadratura del círculo" que supuso la catarsis final de este emotivo viaje colectivo.
Y Jorge volvió a pegarle a los bidones, y Guille volvió a ser el mejor colchón de apoyo, y Juanma sigue repartiendo el juego en este campo como nadie, y David se dejó la vida en la batería, y Álvaro, incluso con el bajo fundido se alzó en portavoz del público en el escenario. Y Pucho, siempre Pucho: por momentos transfigurado, dejándose llevar por la música y asumiendo al 100% su labor de frontman (¡por fin!). Fueron los Vetusta de siempre, los que nunca se cansan de buscar la perfección.