Patrick Carney de The Black Keys: "Cuando tenía 18 años nadie hablaba conmigo, no era nada cool"
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No me quiero imaginar la cantidad de amigos del instituto que habrán pedido amistad a Patrick Carney en Facebook después de ser uno de los fenómenos musicales de los últimos años.
Seguro que no fueron sus amigos en aquella época: Carney era el ser extraño de la clase, que iba arrastrando su cabeza por las taquillas del instituto. Era un gafotas. Un nerd de un pueblo perdido de Ohio.
Ahora es igual. Solo que con más de un millón de discos vendidos. Las gafas (bendito Buddy Holly) se han adaptado a su imagen icónica en el mundo del rock (el otro, Dan Auerbach, es “el de barba”).
En las distancias cortas, su mirada te atraviesa. No mira de frente, lo hace desde un anguloso perfil imposible de graduar, abriendo su ojo como si respirara con él. No sabes cómo va a reaccionar, hasta que te das cuenta que, extrañamente, le gusta charlar sin prisa.
Digo extrañamente porque él (el de gafas) y su vecino de adolescencia (el de barba), estaban -en el momento de esta entrevista- a unas horas de llenar el Palacio de Deportes de Madrid. Cerca de 20.000 personas.
La última vez que vinieron a España (2004) fueron a tocar a Ritmo y Compás, una sala de unos locales de ensayo, en una gira europea en la que perdieron 35.000 dólares. A partir de ahí todo cambió. Aunque no todo.
The Black Keys, un hype entre el blues y el rock
Sospecho que Patrick Carney tiene mucho más dinero y fama de lo que necesita. Ahora puede tener apartamento en Nueva York y residencia en Nashville, puede hacer que un anuncio de Cadillac pague la universidad de sus nietos, pero no me lo imagino pasenado el palmito por las fiestas más in del planeta.
No tiene ganas de hablar de cifras, de hits... ahí es cuando pone el piloto automático en la entrevista.
Es consciente de que lo suyo es un hype en plena regla: en cinco años muchos no sabrán ni quienes fueron. Lo sabrán aquellos que sabían quiénes eran antes de que el soufflé indie inflara su mágica propuesta de blues y rock desprolijo adecentado con un irresistible punto cool.
Y a Patrick le dará igual. Seguirá haciendo rock'n'roll. A lo mejor no tiene ni Facebook.