'Una pistola en cada mano', la nueva película de Cesc Gay se presenta en 'El séptimo vicio'
- El director visita el programa junto a Leonor Watling y Leonardo Sbaraglia
El séptimo vicio se emite de martes a viernes a las 20 horas en Radio 3
Me gusta a rabiar el cine de Ces Gay, me fascinó Krampack (2000), y Hotel Room (1998) me había puesto sobre la pista de este pedazo de director que sabe como nadie desenvolverse en el cuerpo a cuerpo, en la pequeña distancia. Pero ya me sedujo para siempre a partir de En la ciudad (2003), probablemente la mejor película de Leonor Watling y una estética moderna, guapa y contemporánea de un cine con mucho seny.
No se me olvida fácilmente Ficción (2006), esos diálogos en la soledad del Pirineo y VOS (2009) pero Una pistola en cada mano es mucha película, una exhibición de cómo manejar a toda una galería de actores y que todos estén perfectos. Qué baile el de Candela Peña, qué generosidad la de Jordi Mollá y Eduardo Noriega, qué pedazos de actores los Eduard Fernández, Luís Tosar, Javier Cámara y hasta incluso me gusta Cayatana Guillén Cuervo, ¿estaré perdiendo espíritu crítico?, ¿me estarán convenciendo o quizás es que es mucho director Cesc Gay?
Sea lo que fuera, Una pistola en cada mano es buena hasta en el título, el guión de Cesc Gay y de Tomás Araguay es buenísimo: una galería de hombres de nuestro tiempo aturdidos, confundidos, desorientados, tramposos, seductores de pacotilla y vanidosos urgentes.
Es acertado el diván de Cesc Gay, es patético ese personaje dibujado por Noriega, ratilla de la oficina que mientras su mujer le espera acostando a su bebé, él lo intenta con la última de su empresa. Escasea este cine que habla de y sobre los hombres, de sus penurias y de sus agobios, de sus lances y de sus heridas. Hay amores que matan y hay desamores que trastornan, que convierten el asfalto en un cementerio de cadáveres muertos.
Acertados e inteligentes diálogos, planos y planos secuencia únicamente a la altura de actores extraordinarios, y la convicción de que esto es cine y este es el cine que debemos defender en este viejo continente. Un cine alejado de la estupidez de aventuras irreales, no hay mayor aventura que la que nos sucede en la vida diaria, en la librería, en el café, en el dormitorio o cuando vas a tomar la línea 27 del bus.
Cesc Gay ha acertado y los espectadores lo celebrarán con una comedia coral que habla de lo único que nos importa de verdad. Enhorabuena.