Los Punsetes
Las palabras sin pensamientos nunca van al cielo
Cage significa jaula
Empezaré por el final.
La última canción de este disco lleva por título "John Cage". En 1950, uno de mis músicos favoritos de todos los tiempos, Morton Feldman, conoció a Cage y eso cambió su vida. Como transformó buena parte de la música contemporánea que solemos llamar culta. Quien se acercaba a Cage “cambiaba”, siempre fue así.
“John Cage te recomienda estarte quieto”, cantan ahora Los Punsetes, que se han encontrado con Cage, que se encontró antes con Gertrude Stein. Feldman dijo entonces: “Fue como hacerse maduro de repente”.
No es un silogismo, pero Los Punsetes, uno de mis grupos favoritos del presente, pueden decir: “La madurez era esto”. (Una jaula abierta.)
El humorEl humor
Joan Retallack entrevistó a John Cage, que declaraba entre risas: “Con frecuencia se ha dicho que la música es un arte incapaz de hacer humor. No es el lugar para el humor. Por otro lado, Kant dice que el humor está automáticamente en la música. Bueno, no dice realmente eso, dice que hay dos cosas que pueden proporcionar placer estético sin tener un sentido en su base: una es la música, la otra es la risa”.
Suelo reírme con, y durante, muchas canciones de Los Punsetes. En este tercer disco esa risa se ha vuelto, diríase, más profunda. O más honda, si lo preferís. La risa de sus canciones siempre “enmascara” algo: nunca es cinismo lo que hay detrás (o si acaso el cinismo de Diógenes el Perro), sino verdades que mueven al estupor o a la agitación (otro dirá: al baile). Tras el juego de palabras, o las palabras en juego, se nos revela algo, una verdad otra (como en el tema “Tráfico de órganos de iglesia”).
La sordina románticaLa sordina romántica
Cuando un músico o un poeta alcanza la madurez y la excelencia (y eso puede ocurrir muy pronto, luego volveré sobre ello), siempre aparece la sordina romántica, incluso en aquellas canciones que no tratan, precisamente, “del amor”. Eso diferencia, por otra parte, la música pop que me interesa de eso que solemos llamar mainstream: la “sordina” es fundamental: disminuye la intensidad y varía el timbre del sonido, según los diccionarios; es decir, evita la cursilería.
Para algunos, “Untitled” será la primera ¿canción de amor de Los Punsetes?, para mí forma parte, junto a “Un corte limpio” y “Flora y fauna”, del eje conceptual de este extraordinario disco de madurez, uno de los mejores del pop español reciente. Tres piezas perfectas y clásicas: no me resisto a insistir: atemporales.
Hay que escucharlas una y otra vez: ¿qué personaje dibujan?, ¿qué “yo” proponen?, ¿qué filosofía vital, en definitiva?
Ensueño e ironía (vuelvo a ello) hay en estas tres canciones, como pedían también los mejores poetas, junto a la sordina romántica.
PoesíaPoesía
Sólo la poesía y la música pop producen genios casi adolescentes. Ni la pintura, ni la novela, ni el teatro… Ningún arte más allá de esos dos primeros, sin apenas excepciones: los más cultos, los más iletrados. Y sólo la poesía y el pop pueden condensar en unas pocas estrofas, en unos pocos minutos de acercamiento, toda la perfección y la imperfección del mundo. Como sucede en otro de los grandes momentos de este disco: “Mis amigos”, que podría haber sido diseñada en clave postpunk (como su reverso: “Tus amigos”, de Lp2) pero brilla como si la hubieran producido con tiralíneas, y mano a mano, Brian Wilson y el Quincy Jones de finales de los 60.
ShakespeareShakespeare
Quizá a alguno le haga gracia que piense en Shakespeare para hablar de Los Punsetes. Nunca más oportuna la cita, me he dicho.
En 1962 algunos cuadros del pintor Ed Ruscha fueron incluidos en “New Painting of Common Objetcs” (como Lichtenstein, Warhol, Dine…), exposición colectiva que algunos consideran aún hoy clave para la consolidación del Arte Pop. Ruscha pintó posteriormente en el muro circular de la Biblioteca Pública de Miami unas palabras que he recordado ahora: Words Without Thoughts Never To Heaven Go, las palabras sin pensamientos nunca van al cielo, que son tan de Shakespeare (Hamlet) como suyas y nuestras, esto es, de Los Punsetes.
Este disco está lleno de ideas, de pensamientos. Y tal cosa, en tiempos de ripio y lugares comunes, me alegra especialmente.
Risorgimento
Risorgimento
En ocasiones uno tiene la suerte y la certeza, o la petulancia, de encontrarse ante un “clásico instantáneo”. En alguna de las artes que frecuentamos. Para mí, “Una montaña es una montaña” lo es, sin lugar a dudas.
Los Punsetes pertenecen a eso que podríamos llamar Segunda Generación del Renacimiento del Pop Español. Por suerte, han asimilado lo mejor de la generación anterior, la del tránsito de los 90 al cambio de siglo: hay ecos fértiles de ello en este disco. En realidad, su genealogía no es de este país ni de ningún otro (de Los Ramones a Television Personalities), pero quiero pensar que se mira sin complejos en el constructo “pop español”.
Dos producciones de gran altura: la de David Rodríguez en su disco anterior, la de El Guincho ahora, nos los presentan diáfanos, y no encuentro mejor término. Pero creo que precisamente este tercer disco ofrece algo que es mucho más que un paso adelante respecto al anterior: el verdadero sonido de Los Punsetes.
La madurez, decíamos, era esto. Y éste, sigo insistiendo, uno de los mejores discos españoles del presente.