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Accidente de tren de Santiago

El primer tren tras el accidente de Santiago

  • La periodista de Radio 5 Sandra Urdín viajó en el primer Alvia con destino Ferrol que completó el trayecto después del descarrilamiento
  • Este es su relato y el vídeo que grabó cuando pasó por el lugar del siniestro

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Radio 5 Información - Primer Alvia con destino Ferrol tras el accidente de Santiago

No había silencio sepulcral. No había miedo. Ni nervios evidentes. No se percibía nada de lo que, se suponía, debía de impregnar el ambiente. Algo de eso que hubiera encantado rascar a los periodistas que pululaban por la entrada del andén. Yo iba, por decirlo así, de paisano.

Viernes. 15.00 horas. Andén diecipico de la estación de Chamartín. Decenas de personas se desperdigan al grito de "¡ Vagones del dos al nueve, repito, vagones del dos al nueve!". Esperamos. Alguien detrás de mí comenta lo sucedido, saco los cascos y le doy al play. No tengo ganas de escuchar… En ese momento nos indican "¡Cambio de andén!".

Nuevo trasiego de maletas. Retomamos posiciones frente a la vía y, por fin, de entre cables y vías que se juntan hacia el horizonte como trazados por un tiralíneas esquizofrénico, aparece el morro del tren. Unos minutos más y habrán asignado los vagones.

Es ahí cuando lo observo por primera vez, cuando me veo, cuando nos veo a todos. La pena en el reflejo de la gente en las ventanas de los vagones. Ese momento en el que uno se devuelve la mirada y piensa, inevitablemente, en el momento en el que, dos días antes y a la misma hora, 218 personas hicieron lo mismo y se miraron en un reflejo que, en algunos casos, se quedó prendido en las ventanas de ese otro tren. Pierdo la mirada en el suelo.

15.45 horas. El tren deja la estación y va recorriendo todos y cada uno de los escenarios que habíamos repetido por la mañana como un mantra: Segovia, Medina del Campo, Zamora, Puebla de Sanabria, Ourense… Entre parada y parada, la gente sueña, lee, mira la película, charla o responde a preguntas tan increíbles e inútiles como "¿En algún momento le ha parecido que el tren iba demasiado rápido?". Vergüenza.

Son las 21.20 cuando suena lo de "próxima estación, Santiago".

Entramos en un túnel cuya salida nos hemos cansado de ver en bucle, una y otra vez, durante las últimas 48 horas. Y en los vagones la gente gira hacia la derecha. Yo saco el móvil y grabo. Deformación profesional.

Me llama la atención el silencio que se genera de pronto en el tren. Entonces aparece a unos metros de la vía una señora que aplaude. Al tren que probablemente ha maldecido toda la vida por pasar tan cerca de su casa. En ese momento aplaude. Supongo que por las víctimas, pero también por los bomberos, por las fuerzas de seguridad, por los sanitarios, por sus vecinos, por los ferroviarios… Aplaude a ese tren que pasa de nuevo frente a su casa y le recordará toda la vida la tragedia que vivió un miércoles por la noche.

Nosotros grabamos, nos sorprendimos, nos horrorizamos, nos santiguamos… Pero no aplaudimos ni por la memoria de las víctimas, ni a quienes seguían trabajando ni a esa señora de la bata azul. Y debimos hacerlo.

Desde aquí un aplauso.

Para todos.

Para ella.