Ida Haendel: el carácter por encima del violín
El inicio de su carrera fue el de una virtuosa de las de antaño: niña prodigio, a los siete años ya se medía en concursos con la malograda Ginette Neveu o con “el rey David” Oistrakh. A los 14, ya grababa regularmente con un prestigioso sello británico.
Sin embargo, ella, la incombustible y temperamental Ida Haendel, la anfitriona de esta semana en Recóndita armonía, no ha sido una violinista al uso, amante de campañas de imagen ni asidua en los circuitos estándar; no ha querido dejar de ser músico para convertirse en estrella, ni hacer de su profesión rutina. Ida Haendel siempre ha ofrecido, por encima del virtuosismo del violín, el más perfecto retrato de su temperamento inquieto, original y muy humano.
Las raíces polacas de Ida Haendel, el comienzo de su carrera en plena infancia y en los más prestigiosos concursos –“Nacida para concursar”-, la influencia de su maestro Georges Enescu y el interés que despertó en ella por la música procedente de Rumanía y alrededores, son los puntos de partida para los programas de esta semana, que nos llevarán hasta obras tan hermosas como La canción de la noche de Szymanowski o el Poema rumano del mencionado Enescu.
Recóndita armonía se emite de lunes a viernes a las 19 horas, con Carlos de Matesanz.