'En primera persona' se embarca en la pesca de la Almadraba
- Embarcamos en el puerto de Barbate con almadraberos de casta
- 600 familias están vinculadas directa o indirectamente a este oficio en Cádiz
Esta semana os traigo unas perlas sonoras, un lujo de testimonios y sonidos que iremos escuchando escalonadamente. Porque eran alrededor de las 6 h de la madrugada cuando embarqué en el puerto de Barbate para vivir la pesca de la almadraba en primera persona. Y vosotros os subís conmigo al barco. Iremos mano a mano con almadraberos de casta, de cuarta y quinta generación de hombres que ya nacieron oliendo a atún desde la cuna.
En tiempos de los fenicios, hace ya 3.000 años, se pescaba el atún rojo de forma totalmente artesanal, con las manos, como lo hacen ahora también. La almadraba es y ha sido siempre su vida, su filosofía de vida.
De hecho en la provincia de Cádiz hay unas 600 familias vinculadas directa o indirectamente a este oficio. Pescan atunes de unos 200 kilos de media porque sus redes no pescan a los más pequeños. La sostenibilidad ha sido siempre su bandera y parece que finalmente en Europa lo empiezan a reconocer. Ahora reclaman más cuota de pescado para sobrevivir porque gracias a ellos ahora hay más atunes que nunca.
Los detalles nos los irán contando ellos mismos, además de muchas curiosidades que nacen en la almadraba, mientras vivimos todas las maniobras en primera línea hasta volver a puerto con la faena hecha.
Vamos en el barco mientras sale el sol... Escuchando las historias de la almadraba que se cuentan a bordo. Son muchas, hay mucha literatura sobre este mundillo y mucha historia de vida ligada a este oficio y forma de vida.
Ahora llegaremos al lugar donde están colocadas todas las redes, los diferentes compartimentos y donde se harán las maniobras necesarias para dirigir a los atunes hasta el copo donde quedan atrapados.
Es un proceso incierto porque la malla no supera el metro veinte, de forma que solo retiene a los atunes grandes, el resto se escapa sin problemas. Pero a veces, dependiendo de la marea y del día, se escapan todos.
Los almadraberos se ponen manos a la obra, los buzos preparan el material y el capitán va dando las primeras órdenes para que todos estén en su lugar antes de que empiece esta pesca artesanal. Una buena coordinación es importante porque son muchos los almadraberos que participan.
Ya se ve que hay muchos atunes en la mar, los almadraberos lo comentan y se muestran esperanzados.
No ha sido fácil. Han habido varios intentos porque había demasiada marea y los atunes se han escapado en dos ocasiones. Los buzos se han tenido que emplear a fondo y han pasado mucho rato debajo del agua junto a a los atunes, intentando dirigirlos hasta el copo, una y otra vez. Normalmente están unos 20 minutos para realizar la maniobra que da lugar a la levantá.
Escucharemos cómo los almadraberos jalean a los atunes y los chapean, que significa dar golpes a los barcos para que el ruido ayude a dirigir a los atunes ahuyentándoles de un compartimento a otro hacia el copo. En caso de no lograrlo, también suelen echar al agua unas lonetas blancas que simulan el vientre de una horca. Maniobras que coordina el capitán con los marineros y buzos.
Todo ocurre muy rápido y dos ocasiones he visto y escuchado cómo jaleaban y chapeaban sin éxito. Los rostros de los almadreberos pasaban de la ilusión a la resignación tras los dos intentos fallidos. Pero finalmente, a la tercera ha sido la vencida. Los atunes y los buzos o "ranas" como les llama el capitán, pasan debajo del barco en el que me encuentro que se conoce como "la secá". Pero antes los marineros de abordo tienen que ir a una y subir las redes que separan ambos compartimentos y volverla a bajar cuando hayan pasado los pescados y los buzos. Entonces toca esperar el visto bueno del buzo jefe que confirme que los atunes están en el copo y se puede iniciar la siguiente maniobra. Ese momento es muy especial porque ¡ya puede empezar la levantá!
La euforia, los gritos de alegría y las risas acompañan la siguiente maniobra. Hay que levantar las redes del fondo para que lo atunes vayan subiendo a la superficie y poco a poco acercarse al barco de enfrente.
La mar se cubre de espuma blanca al ritmo que se sube la red. Los atunes aletean compulsivamente.
Terminada la maniobra, los atunes prácticamente en la superficie, los almadraberos se tiran a esa piscina llena de decenas de atunes... Unos 80 en esta ocasión aproximadamente.
Son enormes, pesan una media de 180-200 kilos. Mientras desde el otro barco una grúa sube a los atunes de dos en dos a cubierta.
Es un espectáculo visual, mucha adrenalina y coordinación. El capitán se emociona y eso que lleva una vida en esto.
Ha sido un lujo conocer en primera persona, minuto a minuto, el arte de esta pesca artesanal y a sus protagonistas. Es una pequeña gran familia que vive apasionadamente su oficio. Una forma de vida ligada al atún y a sus tradiciones que tiene más de 3.000 años de vida y que sigue muy viva. Pescan atunes, su medio de vida también, por eso la almadraba es la principal cuidadora de esta especie. Fueron ellos quienes dieron la voz de alarma cuando la pesca industrial dejó la mar huérfana de atunes y peligraban.
Ahora todos sufren las restricciones de cuota consecuencia de las malas prácticas de algunos y los almadraberos también están sufriendo la crisis. Necesitan que les aumenten la cuota para pescar más atunes de forma sostenible y seguir manteniendo la tradición además de las 600 familias aproximadamente que viven directa o indirectamente del oro rojo que es el atún.
El ronqueo (por el ruido que hace) o despiece del atún. Hay dos japoneses entre los trabajadores eligiendo las piezas que se van a embarcar directamente rumbo a Japón. El barco espera en el muelle.