Juan Cruz reflexiona sobre el arte de ser abuelo en 'El niño descalzo'
- Un texto autobiográfico que el autor escribe para su nieto
- Con referencias a Marsé, Leguineche, García Márquez y otros autores
Juan Cruz es periodista, escritor, editor y abuelo desde hace cuatro años. Un rol que le ha marcado tanto que ha nutrido su último libro El niño descalzo.
Se trata de un texto autobiográfico, una especie de carta poética
"Lo que más me costó explicar a Oliver es una foto de García Lorca en la que al poeta se le ve con miedo en los ojos y a mí me pareció que con esos ojos debió de mirar a quiénes le iban a matar y me sirvió para hablarle al niño del odio y del resintimiento que alojamos en nuestra alma" que ha de ser tratado como un "enemigo de nosotros mismos", asegura el autor.
El niño descalzo habla de tres infancias: la del nieto, marcada por la alegría de vivir y el asombro infinito ante la realidad; la de Eva, la hija; y la del abuelo, el autor, prolongada por la huella que los recuerdos fueron dejando en él con el paso de los años. El niño va conociendo poco a poco la vida: Los números, el mar, el adiós, el amor y un cuchillo que permanece apresado en la memoria del autor.
El relato arranca un 25 de marzo de 2013 "porque ese día seguramente era sábado y para los periodistas el sábado, más que el domingo, tiene cierto sosiego", explica Cruz.
Asegura el autor que quería contar qué sentía viendo crecer a Oliver "y empecé a escribirlo delante de una iglesia que yo no transito pero que siempre me dio buen rollo".
El libro parte de una fotografía tomada en 1974 en la que aparece su hija Eva, madre de Oliver, llorando. "Porque me parece que capturó un momento muy divertido. La niña, que tenía meses y estaba rapada, se despertó llorando cabreadísima, hasta se le caían los mocos, y de repente paró de llorar y lanzó una carcajada, y para mí eso es un símbolo de ese momento".
El vínculo entre los personajes sirve para compartir recuerdos y descubrimientos, para rememorar momentos imborrables junto a los seres queridos. Además Juan Cruz va salpicando todo el libro de referencias a sus amigos: Marsé, Cabrera Infante, Leguineche o García Márquez, a quien le dedica un capítulo.
En definitiva, el periodista y escritor habla a corazón abierto sobre el arte de vivir y de ser abuelo. "La experiencia que yo he tenido con Oliver ha prolongado mi alegría de vivir, mi esperanza de seguir viviendo, por eso somos tan pesados los abuelos porque un nieto prolonga la alegría".