Pepe Isbert: paciencia, humildad y a por todas
- Sus nietos Carlos y Tony nos muestran a un abuelo y a un hombre “irrepetible”
- Walt Disney, el Vicente Calderón o Teleprograma completan la madrugada
Hace medio siglo que su voz ronca se apagó, pero todavía retumban las palabras que pronunció en más de un centenar de películas o en el teatro. A este último, Pepe Isbert se refería como “un amigo inolvidable”, mientras que al cine lo consideraba “un camarada generoso”.
Uno y otro lo convirtieron en uno de los mejores comediantes de nuestro país, un actor que adquirió su máxima popularidad gracias a Berlanga y a títulos como Bienvenido Mr. Marshall (1953) o El verdugo (1963).
Hablamos de su obra, de su amistad con Jacinto Benavente, de lo poco que le gustaba doblarse a sí mismo y de su lado más humano y familiar. “Recuerdo a mi abuelo pintando en la aldea, haciendo cuadros de la Virgen del Pilar en azulejos”, apunta desde RNE Madrid Carlos Isbert, actor de doblaje y nieto de nuestro protagonista.
A unos cuantos kilómetros, en RNE Santander, nos escucha Tony Isbert, otro de sus nietos y el que mejor imita su voz. “Es un tío irrepetible. Habría que haberlo clonado”, sostiene entre risas. En su caso, guarda con cariño los veranos en la aldea y frases de su abuelo tan sabias como la que sigue: “En esta profesión, hay que tener paciencia, humildad y a por todas”.
Porque la humildad fue una de sus principales virtudes, tal y como comprobamos al recuperar de archivo sonoro las declaraciones de su hija María Isbert. “Todo el mundo le interesaba”, reconocía en el programa La noche del cine español, en 1985. La actriz, que destacó por su versatilidad y su extensa obra (368 películas), “no decía que no a nada porque, como decía mi abuelo, no había papel pequeño”, explica su hijo Carlos.
Por último, desde RNE Albacete, contamos con Jesús Antonio López, director de la Filmoteca de dicha ciudad. Aunque nació en Madrid, Pepe Isbert pasó temporadas en Tarazona de la Mancha y siempre se sintió muy unido a esta localidad. Prueba de ello es que “el estreno mundial de Historias de la radio se hizo aquí”, subraya Jesús.
Además del conmovedor monólogo, vestido de esquimal, que nos regaló en dicho título, Patricia Costa rescata escenas de otras películas que construyeron su filmografía, como Ella, él y sus millones, El fantasma y doña Juanita, La vida empieza a medianoche, Mi tío Jacinto, Calabuch, Los ladrones somos gente honrada, Manolo, guardia urbano, La gran familia o El cochecito, aparte de El verdugo o Bienvenido Mr. Marshall.
Sobre buenos diálogos y buenas palabras continúa reflexionando Miguel Ángel Hoyos en la segunda hora de programa, dedicada a 1966, fecha en la que la Real Academia Española aceptaba tres nuevos términos: alunizar, audiovisual e historicismo.
En aquel año, además, fallecía Walt Disney, uno de los hombres que más ha aportado a la industria del entretenimiento, con la fundación de los estudios de animación más importantes de Hollywood. Aunque, al mismo tiempo, son muchas las leyendas urbanas y las sombras que giran a su alrededor y que enumera Patricia Costa.
Mientras tanto, en Madrid se inauguraba el Estadio Vicente Calderón, ahora a punto de desaparecer, aunque durante mucho tiempo se situó entre los más importantes del mundo, como cuenta Sonia Castelani.
Llegamos a la recta final escoltados, como siempre, por Alberto Maeso y Juan Otero. Con el primero recordamos la llegada a los quioscos de la revista Teleprograma (TP) y la figura de las llamadas locutoras de continuidad. Con el segundo, nos metemos en la piel de The Bee Gees o Slim Harpo, con temazos como “Spicks and specks" y "Shake your hips".