La madre de Alaska cuenta su singular vida en un libro
- Se titula Memorias de América: De Cuba a Alaska
- Promovido por Mario Vaquerizo, con prólogo de su hija Olvido
América Jova, la madre de Alaska, ha tenido una vida de cine "o de cine malo", como dice ella entre risas. Unas vivencias que ahora, a punto de cumplir 88 años, plasma en Memorias de América: De Cuba a Alaska.
"Yo iba a escribir una novela, lo llevo intentando desde hace 20 años", ha asegurado en Las mañanas de RNE. Pero al final y gracias a la mediación de su yerno Mario Vaquerizo, a quien adora, ha acabado poniendo sobre papel una vida interesante y singular.
Cuenta en el libro, por ejemplo, que en México conoció y se inició en la cartomancia, aunque solo sabe echar las cartas de la baraja española y así lo ha demostrado leyendo la vida a Alfredo Menéndez.
El prólogo del este libro autobiográfico es de su hija Olvido. En él la cantante cuenta que hay dos frases que suelen repetir todos los que descubren por primera vez "las entretenidas narraciones con las que América adorna cada reunión". Una de esas frases es "deberías escribir tus memorias" y la otra "de mayor quiero ser como tú". Pero claro, para ser como ella habría que haber estado rodeado de los mismos padres que ella tuvo y de la vida que le tocó "porque yo no he buscado nada, es lo que me ha tocado", ha afirmado.
Y le tocó nacer en La Habana el 8 de mayo de 1929 en un hotel frente al Malecón. Y en hoteles siguió viviendo gran parte de su vida. "Mi madre se casó y no quiso vivir en ninguna casa porque no le gustaba la cocina", dice.
Su madre procedía de una familia rica, acostumbrada a tener servicio, "aunque luego se arruinaron todos y cada uno hizo su vida". Una de las pocas mujeres que en aquella época podía estudiar, y lo hizo en la Universidad de Kingston, en Jamaica. Su padre era ingeniero de caminos. "Nací en una familia en la que a mi madre no le gustaban los niños, me tuvo a mí de casualidad, fue una madre maravillosa pero me tuvo de casualidad", ha explicado de la que fue la abuela de Alaska.
Dos grandes amores
Gracias a estas memorias descubrimos también que de pequeña su vesturio era a imagen y semejanza que el de Shirley Temple y de mayor como el de Rita Hayworth, "me hacía todos sus vestidos". También que participó en un concurso de música infantil o que su madre contrató a una amiga de su edad para que le hiciera compañía. "Se llamaba Josefina y estuvo conmigo desde que era chiquita".
También una vida con muchos amores pero dos por encima de todos: el torero El Potosino y Manuel Gara, el padre de la vocalista de Fangoria. "Quizá sea a quien más he querido, puede ser por haber tenido a Olvido". Y ha confesado que su hija se llamó así por un olvido de su marido. "Yo quería llamarla Carmen, como mi tía, pero él me pidió llamarla Olvido como a su madre y me pareció mal decirle que no. Más tarde, un amigo le recordó que su madre no se llamaba Olvido, se llamaba María", cuenta entre risas.