"Julio Camba: un periodista cosmopolita y escéptico", en 'Documentos RNE'
- Uno de los periodistas más famosos de la España del siglo XX
- Sus crónicas acercaban al lector español la realidad social y cultural de países distantes
Documentos RNE dedica un espacio a Julio Camba, uno de los periodistas más famosos de la España del siglo XX. Camba recorrió como corresponsal las principales ciudades del mundo hace cien años, ofreciendo una visión cosmopolita de sus sociedades a través de artículos breves y de sintaxis perfecta.
Julio Camba nació en la localidad pontevedresa de Vilanova de Arousa en 1884. En su juventud no mostró interés por los estudios y siendo aún adolescente se escapó a Buenos Aires. Imbuido de ideales libertarios, entró en contacto con los ambientes anarquistas hasta que fue expulsado de Argentina por su activismo revolucionario. Al volver a España se estableció en Madrid, donde siguió escribiendo en la prensa anarquista. Hacia 1905 Camba vivirá una evolución ideológica que le llevará a abandonar sus planteamientos más revolucionarios, cuando empieza a colaborar en el diario El País, de tendencia progresista. Pero su gran oportunidad profesional surge cuando, tres años después, La Correspondencia de España le ofrece irse de corresponsal a Constantinopla, capital entonces del Imperio Otomano. Aunque permaneció allí solo unos meses, pudo vivir la transformación del país inmerso en la revolución liderada por Ataturk. Tras esta experiencia, trabajará de corresponsal para distintos periódicos en ciudades como París, Londres, Berlín o Nueva York.
Poco interesado en la actualidad política, las crónicas de Julio Camba acercaban al lector español la realidad social y cultural de países que a comienzos del siglo XX resultaban muy distantes y desconocidos.
Su lenguaje preciso y su estilo, marcado por la ironía y el humor, hacen sus artículos actuales y amenos. Azorín decía que Camba era la ironía galaica pasada por Londres.
La llegada de la República, en 1931, desilusionó a Camba que confiaba ser nombrado para algún cargo diplomático, como le sucedió a algunos de sus colegas. Esto le llevó a criticar a la República y defender al franquismo, aunque luego se limitará a convivir con el régimen desde la retaguardia. Cada vez más escéptico, individualista y desabrido, Camba fue abandonando la escritura. El diario ABC, que fue al que más tiempo estuvo vinculado, se encargó de seguir publicando sus artículos que en su mayoría eran refritos de los originales. Era una forma de pagar a un Camba cada vez con más problemas económicos.
Terminó deambulando entre Lhardy y el Palace de Madrid, y reducida su relación a un grupo de amigos que le perdonaban su agrio carácter. Sera precisamente en el Palace donde vivirá desde 1949 en una habitación algo abandonada pagada no se sabe por quién, dentro de su círculo de amistades. Cuando murió en 1962, César González Ruano tituló su necrológica El solitario del Palace.
Camba fue un espíritu libre que hizo todo lo posible para que le olvidaran pero contó con unos amigos que siempre se mantuvieron fieles, como el director de ABC, Luis Calvo, el escultor Sebastián Mirando y los toreros, Juan Belmonte y Domingo Ortega. Para conocerle mejor hemos hablado con los profesores Francisco Fuster y Almudena Revilla, que han publicado libros sobre él, y con el escritor Marino Gómez Santos que le conoció en el Madrid de los años cincuenta.
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