Gatos: siete vidas y mucho que contar
- Profundizamos en su comportamiento con el veterinario Santiago G. Caraballo
- De protección, acogida y adopción hablamos con Madrid Felina y Polineko
Hubo un tiempo en el que algunas culturas creyeron fervientemente que ellos eran quienes velaban las almas de los muertos, o que tenerlos cerca aumentaba la fertilidad. Desde el Antigüo Egipto, ya se les veneraba como dioses, considerándolos protectores de la familia, como nos cuenta Miriam Poncelas. Y precisamente en este ámbito, el del gato doméstico, nos detenemos esta semana en Memoria de delfín.
El próximo 20 de febrero se celebrará su día internacional, motivo que aprovechamos para conocerlos un poco mejor, en compañía del veterinario Santiago G. Caraballo y de Teresa Nin, portavoz de la asociación Madrid Felina. Repasamos el significado de sus actitudes corporales más frecuentes, como el rabo en alto (señal amistosa), el ronroneo (síntoma de apaciguamiento) o el maullido, que utilizan “sólo con los seres humanos, no entre ellos”, como indica Caraballo.
Además, hablamos del estrés que sufren habitualmente, de sus feromonas, de los esprays que se comercializan para su reeducación y de las razas más habituales que han conquistado nuestros hogares, como la persa, la siamesa o la nórdica. Aunque, a juicio del veterinario, “el gato de pelo corto y negro es estéticamente bonito y fácil de mantener”. La mayoría suelen vivir una media de 17 o 18 años (si están castrados), según el experto que, como curiosidad, explica que “los bigotes les sirven para orientarse cuando hay poca luz”.
En la cara mala, recogemos datos como los cuatro millones de gatos sacrificados cada año en EE.UU. o los más de 5.000 a los que ha ayudado Madrid Felina en nuestro país. “Cada vez que se adopta un gato, otro de la calle tiene la oportunidad de ocupar su lugar”, apunta Nin, responsable de un colectivo “que sobrevive gracias a la labor trasera de mucha gente”. Con ella nos introducimos en el apadrinamiento, la acogida, las donaciones y la adopción.
Un punto este último que tratamos más adelante con Polineko, uno de los primeros cat café de Madrid, un espacio temporal para muchos de estos animales, donde Patricia Costa se ha tomado algo disfrutando de los mininos.
En la segunda hora de programa, Antonio Vicente nos conduce al año 2002, una fecha en la que Woody Allen recogía el Premio Príncipe de Asturias de las Artes, Hugo Chavez sufría un intento fallido de golpe de estado en Venezuela y los españoles tratábamos de adaptarnos como podíamos a la llegada del euro.
Del dinero y de su gestión sabe mucho Jordi Martínez, autor del libro Finanzas para frikis (Plataforma editorial), con consejos basados en personajes célebres de películas y series. “A Homer lo utilizo para pensar en hacer preguntas básicas antes de pedir un préstamos”, subraya, en referencia a Los Simpson.
Sin apagar el televisor ni la radio, llegamos al repaso mediático de Alberto Maeso y revivimos algunos momentos de El último gato, programa presentado por Andrés Aberasturi en las madrugadas de RNE.
Nuestro gato callejero particular, Juan Otero, en busca siempre de buena música en directo, de talentos escondidos al doblar la esquina, y de artistas consagrados, recuerda que en aquel 2002, Norah Jones debutaba con Come away with me y Van Morrison lanzaba Down the road, su vigésimo noveno álbum.