Paco Martínez Soria: la risa por bandera
- Su hija Eugenia muestra el lado más íntimo del artista turiasonense
- Lloraba con cada mala crítica, pero su presencia era incuestionable
- 1934 fue el año de su debut y de un duro periodo de entreguerras
- El diseñador Manuel de Gotor recuerda la llegada del slip a EE.UU.
Siempre decía que el público no le había permitido dedicarse a otra cosa: hacer reír, provocar la risa, la carcajada, y en ello volcó toda su vida, sobre las tablas, en el cine y en casa.
Memoria de delfín recuerda esta semana al gran actor y cómico Paco Martínez Soria (Tarazona, 18 de diciembre de 1902-Madrid, 26 de febrero de 1982), su primer contacto con el teatro, su enorme potencial y vitalidad, su presencia en el escenario, la compra del Teatro Talía en 1950 -ya como empresario-, los rodajes de 35 películas, los ensayos de 90 obras teatrales y, por supuesto, sus miedos y fracasos.
“Recuerdo ver llorar a mi padre repetidas veces al leer críticas nefastas el día siguiente a un estreno”, explica su hija Eugenia Martínez-Soria desde Rne Zaragoza, que también rescata algunas escenas de infancia, jugando con los famosos aviones de papel de su padre.
La acompaña un segundo invitado, el periodista Javier Lafuente, autor de la biografía El don de la risa (Doce Robles). “Había otro libro de 1978, muy pequeño, de Dionisio Ramos, pero no daba muchas pistas sobre cómo era él y cómo transcurrió su vida, así que mi intención se basó en ampliar la información”, apunta.
Otro trabajo que nos acerca un poco más al inolvidable don Paco, en este caso audiovisual, es el que firma Gabriel Lechón, El precio de la risa. “El germen fue un documental sobre cómicos aragoneses. El punto de inicio lo pusimos en Paco, pero leímos el libro de Javier y nos dimos cuenta de que no necesitábamos nada más”, reconoce a Arturo Martín. A partir de ahí, una rápida negociación con la productora Teatro del Temple, convirtió este proyecto en realidad.
En la segunda hora de programa, pasamos las páginas del libro de Historia que sostiene Antonio Vicente, en esta ocasión para zambullirnos en 1934, en el periodo de entreguerras, y en estrenos cinematográficos y teatrales como El hombre que sabía demasiado, de Hitchcock, y Yerma, de Lorca.
En este año, inspirado en la moda de baño francesa, el slip llega a EE.UU. , tal y como hoy lo conocemos. De esta prenda y de su evolución nos hablan Sonia Castelani y el diseñador bilbaíno Manuel de Gotor. “Lancé mi primera colección de lencería masculina en el 89, ante el estupor del público (…) Y entonces los hombres se atrevían más que ahora”, rememora, haciendo balance de sus treinta años de carrera.
Alberto Maeso, atrevido donde los haya, inmortaliza los malos ojos con los que en aquel 1934 comenzaba a verse la televisión, el gran invento, que daba sus primeros pasos en Gran Bretaña y en la Unión Soviética.
Las buenas miradas se dirigían en aquel entonces, sobre el escenario, a Mildred Bailey, Benny Goodman, Ruth Etting, Jan Garber, Mills Bros y otros acompañantes de Juan Otero, implacable, como siempre, en su selección musical.