Rafael Sánchez Ferlosio, un espíritu libre de la lengua española
- Tras triunfar con El Jarama, en 1955, se retiró de la vida social y desarrolló el estudio de la lengua como medio de conocimiento
- Apartado, laberíntico, libre y crítico, antepuso ideas a ideologías para desplegar su pensamiento en los saberes más diversos
Para la mayoría de los lectores Rafael Sánchez Ferlosio era el autor de El Jarama, un clásico de la literatura de posguerra, con la que obtuvo el Premio Nadal en 1955 y el Premio de la Crítica, y que aparece en todos los manuales de Literatura.
Sin embargo, esa novela que narra la excursión de un grupo de amigos a un río cerca de Madrid, se convertiría en un dolor para su autor. Sánchez Ferlosio se hartó de explicar que solo quiso recoger los distintos modos de hablar de la época, sin ningún propósito social. No sirvió de nada, y como no quería homenajes, ni seguir la línea marcada por este libro, se retiró de la vida pública y se sumergió en el estudio de la gramática de forma obsesiva.
Lo que algunos consideraron extravagancias de Sánchez Ferlosio tenía un antecedente claro. Su padre, Rafael Sánchez Mazas, uno de los creadores de Falange, un escritor famoso por haber sobrevivido a un fusilamiento. Muy culto, pero de carácter un tanto estrafalario, formó parte del primer gabinete de Franco, aunque duró poco porque los consejos de ministros le aburrían. Sánchez Mazas fue corresponsal de ABC en Roma donde conoció y se casó con Liliana Ferlosio, con la que tuvo seis hijos.
Rafael era el segundo. Muy lector, pero poco aficionado a los estudios; inició varias carreras sin llegar a terminar ninguna de ellas. Fue compañero de generación de Ignacio y Josefina Aldecoa, Alfonso Sastre, Jesús Fernández Santos y de Carmen Martín Gaite, con la que se casó y tuvo dos hijos que, desgraciadamente, murieron pronto. La infancia sería para él uno de los territorios auténticos y limpios de la existencia.
Publicó su primer libro en 1951, Industrias y andanzas de Alfanhuí, una novela llena de fantasía con un lenguaje muy cuidado. Después vino El Jarama y tras ella, muchos años de silencio. En 1986 publica su tercera y última novela, El testimonio de Yarfoz. Después se centró en el ensayo y los aforismos, que aparecieron recogidos en obras como Vendrán más años malos y nos harán más ciegos, Premio Nacional de Ensayo en 1993.
Sánchez Ferlosio fue un gran lector de periódicos y también escribió en ellos con el ánimo de influir en el debate público. Trató sobre los temas más variados. Tuvo siempre más prestigio que lectores y, a pesar de vivir al margen de la fama, aceptó algunos premios importantes en sus últimos años: el Cervantes en 2004 y el Nacional de Las Letras en 2009.
Murió en Madrid el 1 de abril de 2019, a los 91 años, y todos resaltaron, además de sus cualidades de escritor, su carácter insobornable y su independencia de espíritu.
Modesta Cruz transita por la singular vida de Rafael Sánchez Ferlosio. Para ayudar a conocerle mejor cuenta con quien quizá fuera su mejor amigo, el filósofo Tomás Pollán; también con el escritor Benito Fernández, autor de El incógnito Rafael Sánchez Ferlosio. Apuntes para una biografía, publicado por Árdora Ediciones; y el periodista y escritor Alfonso Armada. Además, aparecen otras personalidades relevantes cercanas al escritor y su propia voz procedentes del Archivo de RTVE.