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Leila Guerriero se adentra en la figura del pianista argentino Opus Gelber.

  • El argentino Bruno Gelber es uno de los cien mejores pianistas del siglo XX. 
  • Se inició en el instrumento a los tres años, y su vocación fue tan fuerte que a los siete, cuando contrajo polio, les pidió a sus padres que encajaran el piano en la cama, en la que permaneció postrado durante un año, para poder estudiar. 

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Libros de Arena - Leila Guerriero presenta Opus Gelber

La maestra de la crónica latinoamericana, Leila Guerriero, es una mujer que escribe mirando (normal con esos ojos). Una mirada penetrante que cuando te mira te está hablando y realmente te sientes afurtunado. Eso le pasó al músico argentino Bruno Gelber, considerado uno de los mejores pianistas del siglo XX. Dejó que ella le mirase y el resultado es este libro: "Opus Gelber. Retrato de un pianista" publicado por Anagrama. El hombre complejo y fascinante sucumbe al estilo poético de la cronista, donde múltiples voces se suman para dibujar al gran músico, ese que supo codearse con reyes, príncipes y emperadores. Un libro fascinante y mirarla aquí en Libros de Arena ha sido un auténtico placer.

"Es 14 de septiembre de 2017, cinco de la tarde. Buenos Aires. El sol entra en el departamento del piso doce por una ventana lateral y le da al aire una cualidad ambarina, escenográfica. Sobre la mesa hay budín, tarta casera, sándwiches, masas, dos jarras diminutas con edulcorante líquido, otra con leche, vajilla de porcelana, todo sobre un mantel de damasco francés color bordó (que en las cenas importantes se cambia por otro, también de damasco, color crudo). En el centro, un racimo de uvas de piedras semipreciosas –cuarzo, ágata, jade– y dos candelabros de plata con sus velas apagadas. Sobre un hornillo, una tetera donde un earl grey con esencia de bergamota permanece caliente. Él está, como siempre, sentado de espaldas a la pared roja, frente a la mesa, en su silla con apoyabrazos tapizada en verde opaco con chispas blancas. Hoy no lleva maquillaje, aunque sí delineados los ojos y las cejas. La camisa a cuadros, extrañamente informal, cerrada hasta los puños, desprendida en el cuello, se abre levemente sobre el vientre abultado dejando ver algo de piel y el cinto de cuero sobre el pantalón negro."