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10 años sin José Saramago, el escritor contra las injusticias

  • Su denuncia del "mal funcionamiento del mundo" es una de las constantes de su obra
  • Destacan entre sus novelas Ensayo sobre la ceguera y El Evangelio según Jesucristo

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El escritor portugués José Saramago en un retrato de 1989.
El escritor portugués José Saramago en un retrato de 1989.

"Los escritores viven de la infelicidad del mundo. En un mundo feliz, no sería escritor", afirmaba José Saramago (1922-2010), que decía escribir para "desasosegar profundamente al lector", empeñado como estaba en remover las conciencias adormecidas de sus contemporáneos, tan obsesionados en la búsqueda del éxito personal que olvidaban su deber con el prójimo. Nada parece haber cambiado demasiado.

El autor portugués, de cuya muerte se cumplen 10 años este jueves, presumía de pesimismo, su antídoto contra la indiferencia ante las injusticias. Esa es una de las constantes de su obra: su denuncia del "mal funcionamiento del mundo" y la necesidad de cambiarlo para "estar al lado de los que sufren y en contra de los que hacen sufrir".

"Incluso en las novelas menos atractivas y logradas de Saramago -apuntaba en Documentos RNE el catedrático de Literatura Jorge Urrutia-, la verdad es que uno está interesado por lo que dice, es decir, no trata temas vulgares, a él no le preocupa la anécdota, la anécdota es lo de menos, lo que importa es una problemática de vida, y eso es lo que encuentra uno siempre, y esto sucede también porque él tiene cosas que decir, tiene opiniones sobre las cosas".

Ese compromiso con el hombre y su deshumanización se advierte ya en sus primeros textos, como las novelas Tierra de pecado (1947) y Levantado del suelo (1980) y su libro de relatos Casi un objeto (1978), al que pertenece este cuento, "Desquite", en el que Saramago plasma el contraste entre la brutalidad de los adultos y el despertar a la vida de los jóvenes.

Juan Suárez nos lo lee en una de las entregas de LiterCast, de RNE Solo en Podcast, con música del también portugués Júlio Pereira y el grupo de folk La Musgaña.

Un escritor tardío y polémico

Nacer en el seno de una familia de campesinos en una aldea al norte de Lisboa, Azinhaga, influyó de manera decisiva en el pensamiento del escritor, que no pudo acabar sus estudios de secundaria por los escasos recursos económicos de sus padres.

Saramago trabajó como mecánico, funcionario, traductor, editor y periodista hasta que pudo vivir exclusivamente de su literatura en los años setenta, pero el reconocimiento mundial no le llegó hasta 1982, cuando publicó Memorial del convento. Tenía 60 años.

Dos de sus novelas más celebradas verían la luz en la década posterior: El Evangelio según Jesucristo (1991), cuya controversia lo empujó a abandonar su país, y Ensayo sobre la ceguera, en la que una misteriosa pandemia, la ceguera blanca, se extendía por todo el mundo en una suerte de metáfora de la sociedad, enferma de egoísmo y corrupción.

Los noventa terminarían para él con otra novela clave y el máximo galardón de las letras. Todos los nombres (1998) insistía en la idea de la insignificancia del ciudadano frente al poder de un sistema cada vez más inhumano. "El nombre que tenemos cada vez importa menos, lo que importa es el número de la tarjeta de crédito y la cuenta bancaria", afirmaba en esta entrevista realizada horas antes de presentar el libro en España.

Saramago habla de su obra 'Todos los nombres' (1997) - Escuchar ahora

Ese mismo año recibía el Premio Nobel de Literatura y se convertía en el primer y único escritor en lengua portuguesa en conseguirlo. Su discurso fue una encendida defensa de la dignidad del ser humano, "insultada todos los días por los poderosos de nuestro mundo", una disertación que comenzaba con el recuerdo de su abuelo y sus orígenes humildes: "El hombre más sabio que he conocido en toda mi vida no sabía leer ni escribir".

Discurso de Saramago de agradecimiento por el Nobel - Escuchar ahora

Una capacidad creativa inagotable

La capacidad creativa de Saramago nunca se agotó, siguió escribiendo hasta el final de sus días. En El viaje del elefante (2008) se sirve de una historia real, el viaje épico de Lisboa a Viena de un elefante asiático, Salomón, para reflexionar con humor e ironía sobre las miserias humanas. Una obra que el autor estuvo a punto de no terminar por una grave enfermedad respiratoria.

Un año antes de morir, en 2009, llegaba a las librerías Caín, una reinterpretación del mito bíblico muy alejada de la religión que, como en el caso de El Evangelio según Jesucristo, fue duramente criticada por la Iglesia y la derecha portuguesas.

"Las religiones nunca han servido para acercar al ser humano", opinaba el autor en su última entrevista en RNE, en el programa No es un día cualquiera, entonces presentado por Pepa Fernández.

No es un día cualquiera - La última entrevista de José Saramago en RNE - Escuchar ahora

Dos libros más llegarían a las manos de los lectores tras el fallecimiento de Saramago: Claraboya, escrita en 1953 y tras la que transcurrieron 20 años de silencio creativo, y Alabardas (2014), una novela inacabada ambientada en la Guerra Civil Española que reivindica la conciencia colectiva.

La publicación de ambas obras fue promovida por la Fundación José Saramago, presidida por la viuda del escritor, Pilar del Río, y bajo cuya protección se puede visitar la residencia del matrimonio en Tías, en la isla canaria de Lanzarote.

'Alabardas', la novela inacabada de José Saramago