El eco del acero resuena en el futuro Euskadi
- En la escultura de Eduardo Chillida se refleja una transformación social y económica en Euskadi
- Su museo y su taller muestran un trayecto desde la antigua industria siderúrgica a un nuevo desarrollo de la cultura y el arte
Hay una loma verde en Hernani que desciende desde los nubarrones más bajos, deslizándose entre el sirimiri y la luz negra del Atlántico, ante los ojos y los sueños de Eduardo Chillida. Un pasto, un caserío, un museo. “La mejor forma de describirlo es como el propio Eduardo lo solía hacer. Él había soñado una utopía, un lugar donde sus obras se descansaran en un bosque y se integraran en él”, resume Mikel Chillida, responsable de comunicación del museo Chillida-Leku y nieto del artista. “Esto son once hectáreas de paisaje con su legado industrial y esa obra de acero forjada en las forjas industriales”.
De los astilleros, acerías y altos hornos Ha sido una de las transformaciones más profundas y más simbólicas en Euskadi durante las últimas décadas: de aquellas grandes industrias y siderurgias, al diseño, la arquitectura y el arte como nuevos iconos de la economía y la sociedad vasca. “Ha habido un cambio. Somos un territorio que está mucho más abierto y orientado a que nos visiten”, advierte Mikel Chillida. “Pero creo que tenemos que fortalecer ese patrimonio industrial que tenemos como un recurso único, y que tenemos saber explotar también dentro de este sector nuevo de servicios y turismo”.
Esa es precisamente la dedicación de Olatz Conde en la Fundación Lenbur para la recuperación y difusión del patrimonio industrial. Como el Chillida-Lantoki: el taller del artista en Legazpi, reconvertido hoy en museo. “Es la primera vez que en el País Vasco se fusionan el arte y la industria”, explica en la fábrica donde se fraguaron esas esculturas de acero macizo. “Viene un escultor, un jovencito en aquella época, diciendo que tiene un sueño. Y el empresario Patricio Echeverría le deja una nave entera, pone a los diez mejores trabajadores a su disposición, y le regala 25 toneladas de acero para empezar”
Esa obra expuesta en Hernani es hoy parte de un nuevo eje de desarrollo económico, que también está transformando aquellos núcleos siderúrgicos. “Hace veinte años no venía nadie, Legazpi era un pueblo totalmente industrial”, recuerda Olatz Conde. “Pero el año pasado llegaron 35.000 visitas. El turismo sí creemos que tiene futuro y, sin duda, va a ser uno de los puntos clave para el desarrollo de la economía”.
La industria está volviendo a fortalecerse en Euskadi y su músculo pesa en la campaña electoral: ha generado más del 20% de la riqueza en 2019 —muy por encima de la media en España—. Pero el sector servicios aporta aproximadamente dos de cada tres euros al producto interior bruto del País Vasco, y el turismo ha crecido más de un 12% en los últimos tres años. Es un proceso que se puede observar y escuchar en la torsión y en el eco del acero de Chillida.