Luis Landero presenta su última novela 'El huerto de Emerson'
- "Todos somos únicos si sabemos cual es nuestro huerto", ha explicado el escritor en RNE
- También ha asegurado que "habría que informarse menos y pensar más"
El escritor nació en Alburqueque y es licenciado en Filología Hispánica por la Universidad Complutense. Y aunque sigue diciendo que es "un hombre sin oficio", nos presenta en De pe a pa su última novela titulada El huerto de Emerson.
"Es un alegato muy romántico el que hace Emerson. Todos somos únicos si sabemos cual es nuestro huerto. Todos somos originales, todos tenemos un lugar en el que descubrir el mundo. Es un regalo pero tenemos que cultivar, nuestras lechugas, lo que sea, pero lo nuestro. En este libro lo que ofrezco son los frutos de mi huerto personal, lo que he leído, lo que he escrito, lo que he enseñado", ha confesado el escritor.
Un libro que empieza con un cuaderno nuevo, como un niño con una libreta con las páginas en blanco: "El niño se asombra. Asombrarse es empezar a entender. Cuando el extrañamiento desaparece el mundo ya está visto. La gente incluso muy joven se convierten en perros viejos. Yo le digo eso mucho a mis alumnos que tienen que descubrir el mundo. El niño aporta el asombro".
Cuando uno tiene un cuaderno nuevo no sabe, a veces, por dónde empezar a escribir. Luis Landero lo tiene claro: "Si no sabes que escribir vuelve a tus recuerdos. El olvido va haciendo rotos en la memoria pero aquí entra en juego nuestra imaginación. Una de las cosas extraordinarias es que nos pasan más cosas de las que creemos. Están esperando a que las encontremos. Aletargadas y a la espera de ser tocadas por la varita mágica y eso se consigue a través de la soledad del recogimiento", ha relatado el autor.
"Mi vida ya está vendimiada"
"A veces se puede empezar con una primera frase que sea fuerte. Porque ahí está la tonalidad la música de la novela. Para que uno se encuentre a gusto está mostrando lo que quiere contar. Las primeras frases a veces son muy importantes porque es la semilla de lo que va a venir después".
El escritor se va nutriendo de su pasado y hay muchas cosas por vendimiar: "A veces piensas ya no hay nada que contar pero si buscar siempre hay algo que no tienen por qué ser cosas que uno haya vivido. Pero la chispa de la imaginación lo pone la memoria. Siempre a través de ese repertorio de vivencias".
Recuerdos
Es un libro en el que se ha dejado fluir: "Como decía Umbral, qué bien se escribe cuando no se quiere escribir bien. Es como salir a pasear por el barrio sin rumbo".
Un libro en el que reúne reflexiones, contemplaciones, recuerdos. Como cuando relata cuando se perdió en el cementerio de la Almudena buscando la tumba de sus padres: "Volví a sentirme de verdad huérfano. Siempre había ido con mi madre y ella era la que me guiaba y cuando mi madre murió la llevé flores y pensé que sabía el camino, pero no. Sin mi madre no era capaz de llegar. Así que anduve con el ramo y al final se lo dejé en una tumba de un señor que no conocía pero que recuerdo que se llamaba Eugenio. Además su tumba estaba un poco abandonada. Así que está bien".
Otro relato que esconde la novela es la finca de Pache: "Es una finca de mis padres con un añadido imaginario del niño que fui y que estaba asombrado por aquello de "donde pache". Es un poco recrear lo que uno ha vivido".
Pepa Fernández le ha preguntado si la mayor tristeza es cuando descubrimos que no hemos venido al mundo a jugar si no que venimos a hacernos mayores:"De niño me decían que viene el Coco pero lo peor es cuando eres mayor y te dicen que viene el jefe. Odio a los jefes. Y ese es el Coco de verdad. Cuando vislumbras que te casas, que tienes que tener hijos, ahí tu vida se cambia".
Frases que guardan en la memoria
"Aquí no guardamos el mejillón pequeño", la escuhó cuando era un muchacho en un ultramarinos y ha quedado en su memoria para siempre: "Es una frase muy importante para un comercial. La que ha quedado en mi mente es esa frase. Yo cuando no sé que decir como regla del juego la utilizo. Son frases muy pegajosas". , ha afirmado el escritor entre risas.
Además, se considera una persona que tiene muchas aficiones: "El ajedrez me gusta, la botánica, componer canciones, no me aburro rápidamente de las cosas. Soy mucho de arrebatos, en mi familia somos así. A mi hermana pequeña le dio por tocar un acordeón pequeño, luego el yoga. Son como los amores efímeros".
Y precisamente en este libro también se habla del amor: "Casi siempre he soñado la vida más que la he vivido. Los amores son amores exaltados que en la realidad no se cumplen del todo. Soy más de ideales, pero soy de entender la vida y no pedirle a la vida más de lo que me puede dar. Es fundamental para un platónico".
No me gusta viajar
"Quizá en otros tiempos era más interesante sin embargo soy un soñador que sueña con los grandes viajes. Por ejemplo con el viaje de Darwin dando la vuelta al mundo. Esos viajes me gustan que son casi exploraciones, viajes, aventuras que entrañan un riesgo".
Asegura que antes cada sitio tenía su originalidad, "ahora todo el mundo opina más o menos igual y lo que te pueden decir en un bar de Valladolid te lo pueden decir en cualquier otra ciudad. La información no es experiencia. Tenemos mucha información pero nuestras experiencias están empobrecidas".
Renovar al mirada, asombrarse ante las cosas, redescubrirse, con esta enseñanza nos quedamos. "Habría que informarse menos y pensar más. Pensar más y opinar menos", ha concluído Lancero.
En definitiva hay que vivir la vida porque es irrepetible. Y mientras cumplimos este cometido podemos acudir a la lectura de su última novela, El huerto de Emerson.