Bayreuth 98
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Die Walküre (La walkiria)



ópera en 3 actos

1ª jornada de la tetralogía El anillo del nibelungo (Der Ring des Nibelungen)

Acto I

Interior de la choza de Hunding. Siegmund, agotado, entra buscando protección de la tormenta. Al momento lo ve Sieglinde y le da de beber. Luego le cuenta que la casa pertenece a Hunding, su esposo. El hombre quiere huir, pero la mujer le ruega que se quede. Aparece Hunding, que lo acepta y le pregunta quién es. Al dudar Siegmund, aquél le dice que por lo menos se lo cuente a su mujer, con la que el forastero tiene un parecido extraordinario. Siegmund empieza diciendo que era hijo de Wälse y tenía una hermana gemela. Un día, al volver a casa con su padre, se encontraron a la madre muerta, la casa quemada y ninguna señal de la hermana. Luego perdió de vista a su progenitor y desde entonces vaga de un sitio a otro del bosque. Hoy mismo intentó evitar que raptaran a una doncella que sus hermanos querían casar a la fuerza. Cuando la hubo liberado, tras matar a aquéllos, la joven le denunció, y se vio rodeado por los parientes de los hombres. Hunding entonces le dice que él era también familia de ellos, y aunque esa noche puede estar tranquilo, al día siguiente tendrá que pelear con él. Luego ordena a su consternada esposa que le prepare el lecho. Al seguirle, Sieglinde mira a Siegmund y luego clava la vista en el tronco de árbol que sostiene la choza. El joven sólo piensa en la espada que le prometió su padre y que nunca ha encontrado. El fuego se apaga, pero con sus últimos rescoldos Siegmund ve un brillo especial en el mismo lugar del tronco donde se clavó la mirada de Sieglinde. Cuando vuelve a entrar, la mujer le cuenta cómo un desconocido, el día de su boda, clavó en el tronco una espada que ningún hombre ha podido sacar de la madera. El que la libere será su salvador de las garras de Hunding. Siegmund comprende que él es el destinado a llevar a cabo ambas proezas. De pronto se abre la puerta y se ve una espléndida noche de primavera en medio del invierno. Sieglinde confiesa que le quiso desde que le vio por primera vez. Luego se reconocen como los hermanos gemelos que son, los Wälsung, y ambos huyen enloquecidos por el amor que les embarga.

Acto II

Claro en medio de las montañas. Wotan instruye a su hija predilecta, Brünnhilde, para que defienda y haga ganar a Siegmund en el combate con Hunding. La walkiria le previene de que Fricka se acerca de muy mal humor. Cuando aparece, le exige al dios que castigue el incesto de los hermanos, ya que se opone al vínculo del matrimonio que ella protege. Wotan finge inocencia y dice que ella debería sentirse orgullosa, ya que es amor lo que existe entre los dos hermanos. Fricka le echa en cara sus devaneos con Erda y con la madre de los enamorados. Wotan trata de explicarle que sólo un héroe humano será capaz de devolver el oro robado del Rin. Fricka le recuerda que ella se juega la estimación de los humanos como diosa, si no castiga la injuria cometida contra el amor conyugal. A Wotan, atado por los pactos, no le queda más remedio que sacrificar al futuro héroe. Por último Fricka le exige que retire la protección de Brünnhilde de Siegmund. Cuando su esposa se marcha, el dios recibe a su hija lleno de ira contenida. Brünnhilde trata de apaciguarlo con el cariño filial y le pregunta la razón para tanta tristeza. Entonces Wotan le cuenta la historia del oro del Rin y cómo Erda le vaticinó el fin de los dioses. Para colmo de males, Alberich ha tenido un hijo que seguirá luchando contra el poder divino; sólo un héroe humano será capaz de recuperar el anillo que guarda Fafner, convertido en dragón, en el bosque vecino, héroe que deberá actuar por propia voluntad y sin la ayuda de ningún dios, pues él, Wotan, no puede hacerlo, ya que así lo ha prometido. Siegmund podía haber sido ese héroe, pero se ha ganado el odio de Fricka al haber injuriado el amor conyugal. Luego añade que su hija no deberá proteger más a Siegmund, pies éste debe morir. Brünnhilde se opone tercamente a ello. Cuando se retiran, aparecen Siegmund y Sieglinde agotados de la huida incesante. La joven quiere irse sola pues siente remordimientos, pero su hermano y amante no la deja. Por fin Sieglinde se queda dormida. En este momento vuelve a aparecer Brünnhilde y le confía a Siegmund que su misión es llevarle después de muerto al Walhalla, junto a Wotan y los demás héroes y dioses. Cuando el hombre le pregunta, si verá allí a Sieglinde y la walkiria le confiesa que no, entonces dice que renuncia a todas las glorias divinas con tal de quedarse al lado de su esposa. Brünnhilde se ofrece a cuidar de ella y del futuro hijo que espera, pero Siegmund le contesta que prefiere matarla. Entonces, la walkiria, conmovida ante testimonio tan grande de amor, decide ayudar al joven. Cuando Siegmund se vuelve a quedar solo, acaricia a su mujer que sueña. De repente se oyen cuernos de caza y le héroe sale en busca de Hunding, y cuando se encuentran, pelean ayudados por Brünnhilde y Wotan, que con su lanza rompe la espada de Siegmund, momento que aprovecha Hunding para herirle. Luego, el dios, despreciativamente, mata al cazador con un gesto. Mientras tanto, Brünnhilde se ha llevado a Sieglinde y los pedazos de la espada rota. Wotan sale en persecución de su hija.

Acto III

Cumbre de una montaña rocosa. Las walkirias se reúnen, arrastrando a los héroes que han muerto, los cuales formarán un ejército y defenderán a los dioses. Desde esta cumbre las walkirias emprenderán el camino del Walhalla. Esperan a Brünnhilde que aún no ha llegado. Cuando ésta aparece con Sieglinde, cuenta que Wotan la persigue con su ira, ya que le ha desobedecido por salvar el fruto del amor de los hermanos. Sieglinde quiere morir y entonces Brünnhilde le vaticina, que de su seno nacerá un hijo cuyo nombre será Siegfried, el que un día blandirá la espada de su padre, y le entregará los pedazos del arma que recogió en el combate, los que su hijo volverá a forjar. Sieglinde, radiante de felicidad, huye hacia el bosque donde habita Fafner. Aterrorizadas y ocultando a Sieglinde a Brünnhilde, las walkirias reciben al airado Wotan, el cual desposee de toda divinidad a su hija predilecta por haberle desobedecido. Cuando sus hermanas se retiran dolidas, la walkiria explica su proceder y afirma que en el fondo ha obrado de acuerdo al deseo de su padre. Wotan le dice que su desobediencia es incalculable, pero mayor es la desilusión que él tiene, pues comprende que la causa de los dioses está perdida. Entonces Brünnhilde añade que de Sieglinde nacerá el héroe que espera Wotan. Luego le ruega que no la deje a merced de cualquier mortal, ya que ella sólo es digna de tal héroe y, para protegerse, le pide que la rodee de un círculo de fuego que únicamente el más valiente de los hombres se atreverá a cruzar. Wotan accede. Mientras se despide de su hija y hace que caiga en un profundo sueño, convoca a Loge. El fuego rodea a Brünnhilde en la cima de la montaña.