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Un salón abarrotado, el orgullo de una madre y los tótems de la suerte

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El ambiente en el salón del Sorteo

A las siete y media de la mañana, un poco antes de que se abrieran las puertas del Organismo Nacional de Loterías y Apuestas del Estado, el frío de estos pasados días daba una tregua. Ha sido una mañana fresca, pero sin pasarse.

En la cola muchos esperaban conseguir buen sitio. Para eso algunos han llegado diez horas antes de que se abriera el salón. Venían de todas partes: Reus, Alicante, Burgos, Sevilla...

Entre el público predominaban los mayores, aunque también han acudido familias con sus hijos y, cómo no, los padres de los niños del Colegio de San Ildefonso, los que anunciarían la suerte más tarde.

Poco antes de las ocho de la mañana se han abierto las puertas. Media hora más tarde las bolas se han expuesto en las liras y  los asistentes han podido acudir al escenario a comprobar que su número estaba dentro

Un salón pequeño que se despide

Ha sido una mañana de emociones y de empujones en el salón donde se ha celebrado el sorteo de Lotería de Navidad. El salón de sorteos se ha quedado pequeño para los asistentes y los compañeros de los medios de comunicación. El consuelo para los profesionales de los medios es que este año es el último en esta ubicación. La organización ha prometido uno mayor para el próximo año.

La entrada de los niños de San Ildefonso y la presentación de las bolas del Gordo ha arrancado la primera ovación del público, en el que no faltan los que llegan ataviados de las formas más variopintas.

El primer sobresalto ha llegado con el segundo premio. Un asistente ha saltado y los medios se han arremolinado en torno a él pensando que llevaba un décimo premiado. Pero sólo ha sido una falsa alarma. El segundo ha recaído en el 78.600 y el efímero millonario en realidad tenía el 76.400. No ha tenido suerte.

La madre de Brandon Cabrera casi se desmaya

La gran ovación ha llegado con el Gordo, que este año se ha hecho el remolón y no ha llegado hasta las doce del mediodía. Lo ha cantado Brandon Cabrera, y su madre ha protagonizado la otra anécdota del día. 

Los medios se han avalanzado sobre ella pensando que llevaba un décimo, y los vigilantes del salón la han acompañado a un pasillo porque casi de desmaya. Leoncia no llevaba ese décimo, pero sí el inmenso orgullo de que su hijo haya cantado tres premios, entre ellos el Gordo.

Ha dicho estar "muy emocionada" porque su hijo ha hecho feliz a mucha gente. La madre lleva 20 años en España, a donde llegó desde la República Dominicana. El hermano gemelo de Brandon, Borja, también ha cantado premios en esta mañana de millones e ilusiones.

 Los trajes del salón

Chema ha llegado ataviado con un disfraz del siglo XVIII. "Es la primera vez que vengo", comenta. Cerca de él otro aparece vestido con un albornoz, dice que la crisis no le da para más.

Otras dos que han causado sensación son Lis y Mari, desde Benidorm venían caracterizadas como dos ángeles. "El año pasado vinimos de brujas y no nos tocó nada, así que este año de ángeles para que nos toque algo". Aseguran que llevan seis meses preparando el traje.

Un señor mayor viene de Cebreros, en Ávila, con el traje regional, y en sintonía con él, la Peña Huesca de Móstoles acuden ataviadas de goyescas.

Marcelo, Fernando y Rufino parecen tótems de la suerte. Uno de ellos lleva un traje confeccionado con pesetas de la época franquista. Al final ni el traje les da pasaporte para un reintegro, según nos cuentan antes de marcharse.