Alberto Rey: "El 'Un, dos, tres' de Mayra Gómez-Kemp me parecía glamuroso y sofisticado"
"Un, dos, tres" me parecía glamuroso, sofisticado...era el espectáculo televisivo", dice Alberto Rey (El Mundo), que recuerda a la presentadora de la segunda etapa, Mayra Gómez-Kemp como la más brillante, porque hacía de lo frívolo algo brillante", subraya.
"Ahora no existe ese perfil entre las presentadoras", dice Alberto Rey, que recuerda con nostalgia una vez que vio a Mayra por la calle y "no me salieron las palabras, por lo que no pude decirle nada (...) era la única etrella real de la tele".
O el coche o el apartamento en Torrevieja, Alicante, o en La Manga del Mar Menor. Cuando a uno le dejaban elegir cuál de las dos cosas quería quedarse, significaba que había ganado el premio gordo.
Mientras Mayra te metía prisa ("¡hay que decidir, o el coche o el apartamento!"), estabas en el centro del universo. Del universo televisivo. Del universo televisivo del niño que era yo.
Chicho Ibáñez, era Dios
Un universo en el que Chicho Ibáñez Serrador era Dios (allí arriba, con su voz de vez en cuando presente) y Mayra Gómez-Kemp, su representante en la tierra de los mortales, novios y residentes en Madrid.
Mi televisión fue siempre en color y mi "Un, dos, tres" siempre será el de Mayra. El de Kiko Ledgard no lo conocí, el de Jordi Estadella se me antojaba un mero homenaje a lo anterior y el de Luis Larrodera, la nada.
El canto desafinado de cisne de un programa mítico
El canto (desafinado) de cisne de un programa mítico que ya no tenía lugar (o no se lo supieron encontrar, o quizá se lo robaron) en la televisión del nuevo siglo, la de los canales multiplicados.
Mayra, una señora con mayúsculas, dejó de constar en un panorama dominado por las carnes prietas de las nuevas "chicas de la tele" o, mejor dicho, "de las teles", y el "Un, dos, tres" pasó a convertirse en un recuerdo feliz para los niños que nos criamos viendo a Mayra dejar tarjetitas a medio leer, a Kim Manning escayolado y a las hermanas Hurtado a campanazo limpio.
Entonces no había otra cosa para ver, pero tampoco habríamos querido ver otra cosa. Campana y se acabó.