Putin revive 10 años después la pesadilla del Kursk
- El primer ministro ruso ha sido criticado como todo el Kremlin por su respuesta
- 23 de los 118 marineros sobrevivieron unas horas en el interior de la nave
- El sumergible fue reflotado en 2001, catorce meses después de la tragedia
Entre el humo de las llamas que ennegrecen el cielo de Rusia, el primer ministro ruso, Vladimir Putin, se sube en un hidroavión para aplacar las llamas mientras soporta las mismas críticas que hace justo diez años: su lenta respuesta a un desastre que conmociona a su país.
El accidente del submarino atómico ruso 'Kursk' sorprendió al mundo el 12 de agosto del año 2000. Se hundió en el mar de Barents, al norte del círculo polar Ártico, con sus 118 marinos a bordo.
El entonces presidente recibió gran cantidad de críticas ya que tardó cuatro días en aceptar la ayuda internacional de Gran Bretaña y Noruega, los primeros en llegar, porque estaba de vacaciones en Sochi, al sur del país, y se especulaba con que temía poner el asunto en manos occidentales.
Los fallidos intentos de rescate se vieron condicionados por la imposibilidad de acceder al sumergible durante los primeros días. En 2001, catorce meses después, la nave fue reflotada del fondo del mar, donde se encontraba a 108 metros de profundidad.
El 'Kursk' o 'K-141' era uno de los submarinos más modernos y potentes de la flota rusa. Fue construido en 1994 y estaba diseñado para destruir portaviones. Dividido en nueve compartimentos, contaba con 154 metros de proa a popa.
La tragedia
El día del naufragio, el submarino se encontraba realizando maniobras navales en el mar de Barents junto a otros buques cuando, tras dos explosiones, se perdieron las comunicaciones por radio con la nave. En su interior se encontraban 118 tripulantes, once más de los que se había establecido en un principio. Tras confirmarse el naufragio, Inglaterra y Estados Unidos no tardaron en ofrecer su ayuda. Se habló, incluso de posibles supervivientes.
El día 17, comienzó a llegar la ayuda internacional. Barcos británicos y noruegos llegaron al lugar del hundimiento. A medida que pasaban las horas, las esperanzas de vida se reducían y las autoridades rusas confirmaron que los plazos de supervivencia se habían agotado.
El día 21 de agosto, los grupos de rescate consiguieron acceder al submarino a través de la escotilla y confirmaron la muerte de todos los marineros. La operación fue televisada en directo a todo el mundo. A las familias se les había hecho creer que todos los tripulantes habían fallecido casi al instante. Sin embargo, cuando se consiguió rescatar el cadáver del teniente Dimitri Kolesnikov, una nota encontrada en su pantalón aseguraba que al menos 23 de ellos sobrevivieron durante unas horas en la parte alta del sumergible. Esta noticia avivó la polémica sobre si los esfuerzos por salvarlos fueron o no suficientes.
Meses de dudas
Pero, ¿por qué terminaron en el fondo del mar las casi 18.000 toneladas del metal del 'Kursk'? Las primeras hipótesis hablaban de que el accidente pudo ser causado por el choque del submarino contra un objeto. Pero nada estaba claro.
Las investigaciones de las autoridades rusas dieron como resultado la hipótesis oficial de que el 'Kursk' se hundió a causa del choque contra un submarino espía de la OTAN. Esta teoría fue desmentida meses después, en febrero del año 2001, por el mismo Kremlin, que admitió por primera vez que el verdadero motivo de la tragedia del submarino nuclear ruso fue una gran explosión en la cámara de torpedos, situada en la proa.
El Kremlin vio su imagen afectada debido a las acusaciones sobre su pésima forma de llevar el asunto; repleta de secretismos y de informaciones oficiales que llegaban con cuentagotas. Todo ello no hacía más que generar un sinfín de especulaciones sobre lo ocurrido. Por ejemplo, en algunos diarios rusos se llegó a afirmar que el submarino podía haber chocado contra un sumergible propiedad de Estados Unidos o que unas boyas naranjas, color característico de las británicas, habían podido colisionar con la nave.
La comisión encargada de la investigación fue acusada en la prensa de estar más preocupada por descubrir los motivos del naufragio del 'Kursk' que de salvar a los posibles supervivientes.
Se cree que la detonación fue causada por una solución de peróxido de hidrógeno (agua oxigenada), líquido empleado como combustible de propulsión, que hizo explosionar un torpedo 65-76A defectuoso. Este tipo de armamento ya había dejado de ser empleado por los miembros de la OTAN tras la destrucción del submarino 'Sidón' en 1955 tras la explosión de un torpedo en el que se empleaba el peróxido de hidrógeno. Entonces murieron trece personas. Pero Rusia no dejó de utilizarlo hasta que ocurrió la tragedia del 'Kursk'.
El rescate del 'Kursk'
El 8 de octubre del 2001, algo más de un año después del hundimiento, el 'Kursk' fue reflotado. Hasta ese momento sólo habían sido recuperados 12 cuerpos. El resto había permanecido durante cuatrocientos veintitrés días a 108 metros de profundidad. Las labores fueron llevadas a cabo por dos empresas holandesas, Mammut y Smit International. Los motores hidráulicos del barco-pontón 'Giant-4' levantaron el submarino del fondo del mar para trasladarlo a un dique seco.
Desde la II Guerra Mundial hasta la fecha sólo habían sido rescatados tres sumergibles de la flota soviética; el S-80 en 1969, el K-129 en 1974; y el K-29 en 1983.
Otros desastres
El 30 de agosto de 2003, dos años después del accidente del 'Kursk', se produjo casualmente en el mar de Barents el naufragio del otro submarino; el K-159. Contaba con diez miembros en su tripulación. Consiguió salvarse uno de ellos. Una tormenta provocó fallos en el sistema que permite que el sumergible se mantenga a flote. En este caso, el submarino no ha sido reflotado aún.
Hace menos de dos años, el 8 de noviembre de 2008 murieron 20 personas en un accidente dentro de otro submarino atómico ruso. Murieron por asfixia al ponerse en marcha un mecanismo de extinción de incendios.