Treinta y seis niños preparan sus voces para cantar los premios de la Loteria de Navidad
- La niña que cantó el Gordo en 2009 ya olvidó el número
- Otros 32 estudiantes de San Ildefonso están preparados
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El año pasado ella y la ecuatoriana Yahaira Gonzaga cantaron el Gordo de Navidad, aunque ya ni siquiera se acuerda del número. "Me parece que fue el 74.2...", intenta recordar Alicia Patricia Rodríguez. Pero no, la lluvia de millones descargó en el 78.294, vendido íntegramente en Madrid.
Alicia Patricia, madrileña, 12 años, estudiante de Primero de ESO en el Colegio de San Ildefonso, lleva dos meses poniendo a punto su garganta, y también sus nervios, para, por tercer año consecutivo, poner voz al Sorteo Extraordinario de Lotería de Navidad, que el miércoles convertirá en millonarios a quienes la diosa Fortuna señale con su dedo.
Del 22 de diciembre de 2009 aún recuerda "los nervios" tras comprobar que tenía entre sus dedos el tan codiciado Gordo, "la alegría por haberlo cantado y por haber repartido tanto dinero entre tanta gente", comenta Alicia Patricia en una pausa de los ensayos. De fondo, ese soniquete tan característico con el que los chavales de San Ildefonso cantan desde hace más de dos siglos los números y los premios de la lotería.
Para que los nervios no le jueguen una mala pasada, ella, que se muestra tranquila ante cámaras y micrófonos, tiene un remedio: "Antes de salir al escenario cuento hasta diez. Luego me relajo un poco, y si me molesta la garganta chupo un caramelo". Este año, como el pasado, Alicia Patricia volverá a cantar número.
“Antes de salir al escenario cuento hasta diez“
"Me gustaría -dice- cantar un premio, pero no el Gordo. Prefiero que lo haga alguno de mis compañeros. No quiero abusar".
Eduardo Escobar tiene también un truco para no sucumbir a los nervios: no mirar al público "y cantar fuerte". "Sólo me pondré nervioso -añade- si el miércoles se me cae la bola. Nos enseñan a estar tranquilos y, lo más importante, a cantar bien el premio y a pronunciar bien los números".
Muy bien lo tiene que hacer este chaval de 11 años, estudiante de sexto de Primaria y buen alumno en matemáticas, reconoce, pues este año cantará número, no como el pasado, que extraía las bolas de uno de los dos bombos.
Si canta el Gordo, dice muy serio y con mirada pícara: "Me pondré algo nervioso, porque habrá mucha gente a mi alrededor, muchas cámaras...". Aunque, la verdad, no le importa, pues si hay algo que le gusta de participar en los sorteos de lotería, los extraordinarios y los dos de cada semana, "es salir en la tele".
El miércoles, Eduardo cantará la cuarta tabla, junto a su compañera Alejandra, con la que vuelve a los ensayos tras charlar con el periodista.
Alicia Patricia y Eduardo son dos de los 36 alumnos del Colegio de San Ildefonso de Madrid, fundado por Carlos V, lo que le convierte en una de las instituciones dedicadas a la infancia más antiguas del país, que el miércoles 22, a partir de las nueve de la mañana, irán pasando por el escenario del Palacio de Congresos, donde por vez primera se celebra el Sorteo Extraordinario de Navidad, para repartir suerte.
Dos terceras partes son niñas
Dos terceras partes son niñas y el resto chavales. "Este año se han apuntado más niñas", comenta Pedro Vázquez, subdirector del internado de San Ildefonso y desde hace quince años la persona que les prepara para tan comprometida tarea.
"Es cierto -asegura a Efe- que nos sirven más ellas que ellos; les dura más la voz. Cuando llegan a los 14, a los chicos se les vuelve más grave la voz y es más difícil armonizarla con otra. Las chicas tienen voces más claras, más blancas".
De lunes a jueves y durante los dos meses previos al Sorteo, Pedro Vázquez trabaja con los chavales por turnos y grupos, y es él quien decide quién hace pareja con quien, quién canta premio o número y quienes se ocupan de los bombos.
Él les enseña a modular su voz, a cantar los números, a concentrarse en lo que hacen, a saber estar y moverse por el escenario, a tomar la bola con decisión y con la misma decisión leer lo que lleva grabada. "No vale cualquiera. Lo más difícil es cantar el número, porque es necesaria una rapidez mental importante, muy precisa, además de habilidad para mover la bola, ya que de una mirada no se ve el número entero", destaca.
“Es necesaria una rapidez mental importante“
Vázquez está también con ellos el tiempo que dura el sorteo, en una habitación donde aguardan su salida a escena, para darles confianza y, a más de uno, "un vasito de agua con efecto placebo" si es que los nervios "amenazan con adueñarse de la tripa".
Muchas son las anécdotas que ha vivido con ellos en todos estos años, pero "siempre se repiten las mismas -dice-. La caída de una bola, no hay año que no ocurra, y es curioso pero todos, antes y ahora, están convencidos de que van a ser ellos los que cantarán el Gordo".
“Todos están convencidos de que van a ser ellos los que cantarán el Gordo“
Este año, de los 36 elegidos más de la mitad son de origen inmigrante, de la otra orilla del Atlántico. "Hay diez ecuatorianos, cinco bolivianos, uno argentino, otro dominicano..., también de Venezuela. Y todos con algo en común: su entusiasmo, el deseo de hacerlo bien, de no fallar"