Hace años el Gordo daba para jubilarse con muchos lujos, hoy el premio se lo lleva la hipoteca
- A principios del S.XX con el Gordo se podrían comprar 24 pisos en Madrid
- Hoy en día la mayoría de españoles lo gastarían en la hipoteca
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Ya está aquí el 22 de diciembre. Esa fecha en la que más de media España permanece atenta a la televisión, la radio o internet (Especial lotería de Navidad) para saber si su vida cambiará gracias a la lotería. Pero, ¿de verdad cambiaríamos tanto si nos tocara hoy el Gordo?
“Según la experiencia, de casi 200 años de este sorteo, hoy en día el Gordo no nos cambiaría demasiado la vida. “
Tapar agujeros, viajar, celebrarlo a lo grande y sobre todo dejar de trabajar... han sido a lo largo de los años los objetivos a cumplir si nos sonreía la diosa fortuna.
Los mismos deseos de hoy en día, pero la diferencia es que antes el premio cundía mucho más.
Dejar de trabajar, lo más demandado
A principios del siglo XX el Gordo de la lotería ascendía a 600.000 pesetas. Para hacernos una idea de la dimensión del premio, una casa en pleno centro de Madrid con 5 habitaciones costaba unas 25.000 pesetas. El agraciado podría comprarse 24.
Incluso si quería, podía dejar de trabajar.
un afortunado ganador del primer premio en los años veinte podría adquirir diez chalets en Sitges, de diez pisos y cuatro coches de la gama más alta, y aún nos sobraría para adquirir muchos otros bienes de lujo.
En los 50 podíamos adquirir un piso de lujo en la mejor zona de Madrid, cuatro pisos en La Coruña, o 75 coches. En la de los 60 más de lo mismo.
En los 80, con un premio de 30 millones de pesetas (unos 180.000 euros), todavía se podían comprar varios pisos y automóviles. La mayoría de las personas que hemos encontrado en el archivo de RTVE tenían un deseo común: dejar de trabajar.
"Invertí el premio en pisos y ahora vivo de las rentas", afirma Pepe, agraciado en 1982 con el Gordo.
Otros como Teresa soñaban con disfrutar de otros placeres considerados un lujo para la época: "Si me tocara el Gordo me iría al extranjero porque nunca lo he visto. Viajaría lo más lejos posible, a Australia".
En aquella época también los había generosos, alguno de ellos afirman que hubieran donado parte de su premio a los pobres.
El precio del décimo de lotería en 1991 era de 3.000 pesetas, y el premio estaba en 30.000.000 de pesetas, o lo que es lo mismo, 180.000 euros. Pero el nivel de vida ya era otro.
Con él podríamos adquirir 3 pisos, un coche familiar de gama alta, diez impresoras, y más de siete ordenadores de precio medio.
Pero todos coincidían en lo mismo, había que seguir trabajando. "Ahora vivo más desahogadamente porque he pagado el piso pero no puedo dejar de trabajar", decía en 1991 una de las trabajadoras de Galerías Preciados tras haber ganado el Gordo.
Lo mismo decía uno de sus compañeros agraciados: " Tengo que seguir trabajando, el dinero dura poco. Lo primero que hice fue cambiar de coche y luego le pagué un master a mi hija".
"Hoy el premio, para la hipoteca"
Hoy en día, con una crisis económica sin precedentes, la mayoría de los españoles afirma que si les tocara la lotería de Navidad ahorrarían el dinero o se lo gastarían en la hipoteca del piso. Muy pocos podrían permitirse el lujo, por ejemplo, de dejar de trabajar.
La probabilidad que tenemos de que nos toque el Gordo es de 1 entre de 135 millones. Así que está claro que hoy en día se trata de un sorteo donde la ilusión está por encima de toda probabilidad.
Sólo un 5% de los apostantes obtendrá premios rentables. Un 10% cobrarán los reintegros. El resto, el 85%, se tendrá que confiar en El Niño, donde por cierto, hay un 2% más de probabilidades de ganar que con el Gordo.