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El poeta chileno Gonzalo Rojas fallece a los 93 años

  • Fue Premio Cervantes de Literatura en 2003
  • El pasado 22 de febrero sufrió un infarto cerebral del que no se ha recuperado

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El poeta chileno Gonzalo RojasPremio Cervantes de Literatura 2003, falleció este lunes a los 93 años tras permanecer en estado de extrema gravedad durante más de dos meses debido a un accidente cerebrovascular, informó su familia a Radio Cooperativa.

La salud del escritor, galardonado también con el Premio Nacional de Literatura 1992 y el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana 1992, se agravó el pasado 22 de febrero, cuando sufrió un infarto cerebral.

Con su sempiterna gorra de marinero, infatigable y con una inmensa sonrisa. Así se paseó, día tras día, por Madrid el poeta chileno Gonzalo Rojas cuando en 2004 vino a recoger el premio Cervantes de manos del Rey. Hoy ha fallecido a los 93 años, pero deja más miles de poemas como "relámpagos".

"Un relámpago, un fuego, una sacudida"

Y es que así entendía "el poeta más poeta" el hecho poético, desde que a los seis años escuchara y sintiera la palabra "relámpago" durante una tormenta que se desencadenó en su lugar de nacimiento, Lebu, en un puerto marítimo de Chile.

Desde entonces, esa palabra encarnó su manera de entender la poesía: "un relámpago, un fuego, una sacudida" vestida de palabra y con la que este hijo literario de Neruda, Huidobro y Gabriela Mistral, alumbraba al mundo para interrogarle sobre la vida, el amor, el erotismo, el humor y la ironía.

Irreverente, inconformista, divertido y muy vital, el poeta Gonzalo Rojas estuvo en Madrid varias semanas para, además, de recibir el premio Cervantes, hacer diferentes presentaciones de sus libros, como  la Metamorfosis de lo mismo, La reniñez y un CD en el que recitaba una antología de su poemas que él mismo leyó en 1996 en la Residencia de Estudiantes, "La morada de los dioses" como la llamaba y donde se alojaba cada vez que visitaba la ciudad.

"Yo siempre me fío de la oreja"

Uno poemas recitados por una voz muy peculiar y "silábica", como el la definía. Y es que Rojas era pura música. "Yo siempre me fío de la oreja, con ella me aproximo a la ritmicidad", explicó a un auditorio de la Residencia de Estudiantes que estuvo entregado al poeta hasta el final.

Porque, además, Rojas era capaz de imitar y reproducir el ritmo y la gangosidad de uno de sus autores más amado, Pablo Neruda.

Así, el 23 de abril de 2005 Gonzalo Rojas acudió a la ceremonia de entrega del Cervantes en Alcalá de Henares vestido con un elegante chaqué negro pero con su eterna gorra de marinero. "Esta gorra es el límite de mi conciencia", dijo a los periodistas que le esperaban.

Y en su discurso de agradecimiento volvió a embelesar al personal con un texto con el que el poeta silbaba en cada palabra, modulando su voz y desafiando al viento, elemento que siempre ha estado presente en toda su obra.

Perdió a su padre a los cuatro años

No en vano, este hijo de minero que perdió a su padre a los cuatro años a causa del gas grisú, experiencia de la que dijo que "aprendió más cosas que en todos los manifiestos", amó el mar y el viento por encima de todo.

"Reto a quien me quiera contrariar para que me encuentre un texto más hermoso sobre el mar que el Monumento al mar, que escribió Huidobro!, dijo. "Hay que leerlo releerlo y meter la nariz en ese mar", recalcó.

De su devoción hacia el viento también habló en Madrid, durante la presentación de La reniñez, el libro que llevaba ilustraciones de su compatriota Roberto Matta.

"El viento es lo primordial para mi. Funciona como un silbido, como un sonido y un zumbido", espetó y al tiempo precisó que cuando le preguntaban qué es poesía respondía: "un aire, un aire, un aire nuevo no para respirarlo, sino para vivirlo".