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Diez años sin Jack Lemmon

  • Con faldas a lo loco El apartamento marcaron un hito en su carrera
  • Fue Oscar al mejor actor en 1974 por Salvad al tigre
  • Con su amigo Walter Matthau conformó un dúo irrepetible
  • Ver más cine en el Archivo de RTVE

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Entrevista a Jack Lemmon (1990)

El 27 de junio de 2001 murió en Los Ángeles, a los 76 años de edad, uno de los grandes de Hollywood: Jack Lemmon. Era un actor formidable que sabía encarnar como pocos al típico buen hombre corriente, con sus tribulaciones y sus miserias cotidianas, con quien resulta tan fácil identificarse y empatizar. Más allá de sus máscaras, Lemmon parecía ser también un hombre bueno, alguien a quien hubiésemos comprado tranquilamente un coche usado sin probarlo.

John Uhler Lemmon nació el 8 de febrero de 1925 en el ascensor de un hospital de Newton, un suburbio de Boston (Massachusetts). Desde pequeño ya tuvo muy claro que lo suyo era la interpretación. Estudió Arte Dramático en Harvard. Tras varios trabajos en radio, televisión y teatro, en 1949 hizo sus pinitos en el cine con una corta aparición como escayolista y pintor de brocha gorda en The Lady takes a Sailor (Michael Curtiz), a la sombra de Jane Wyman.

Debut a las órdenes de George Cukor

Su verdadero debut oficial, ya reconocido en los títulos de crédito, fue en 1954 con la comedia La rubia fenómeno, a las órdenes de George Cukor y con Judy Holliday como compañera de reparto. En el libro Nadie es perfecto (2000) -memorias de Billy Wilder, escritas por Hellmuth Karasek- se refiere una anécdota de ese rodaje: en sucesivas tomas de la misma escena,  Cukor le pidió reiteradamente a Lemmon que rebajase un poco su actuación (la sobreactuación es una deformación profesional del teatro), hasta llegar a un punto -el deseado por el director- en el que ya no actuaba en absoluto.

En 1955, su papel como alférez en Mister Roberts (Escala en Hawaii) le hizo merecedor del Oscar al mejor actor de reparto. Su primer trabajo como protagonista le llegó en 1957 con Operación gran baile, a la que siguió Fuego escondido (1957), Cowboy (1958) -su único western y la única película en la que hace de malo- y Me enamoré de una bruja (1958), esta última con James Stewart y Kim Novak.

Con Billy Wilder: un antes y un después

Su actuación, a las órdenes de Billy Wilder, en Con faldas y a lo loco (1959) -con Marilyn Monroe y Tony Curtis- y El apartamento (1960) -acompañado de Shirley MacLaine y Fred McMurray- marcó un hito en su carrera. En estos dos inolvidables clásicos del cine de Hollywood dejó constancia de sus excelentes dotes para la comedia. Dos años después de El apartamento fue capaz de cambiar radicalmente de registro para interpretar Días de vino y rosas (1962), bajo la dirección de Blake Edwards, donde encarna de manera soberbia a un hombre atrapado en las garras del alcoholismo. Para, a continuación, rodar de nuevo con Wilder -uno de los directores a los que más admiraba y con el que se sentía más cómodo- la no menos memorable Irma la dulce (1963).

En 1965 protagonizó la alocada comedia La carrera del siglo, con Tony Curtis y Natalie Wood. Un año después llevó exitosamente al cine junto a Walter Matthau la obra de teatro La extraña pareja, de Neil Simon. Fue el inicio de una fructífera relación profesional que consolidó la ya existente en el plano personal: se conocían desde la década de 1940 y llegaron a ser grandes amigos.  El dúo Lemmon-Matthau volvió a triunfar en otras películas de Billy Wilder: En bandeja de plata (1968), Primera plana (1974) y Aquí un amigo (1981). Entre ellos había algo especial, una 'química' difícil de encontrar. En 1998, ya sin la batuta de Wilder, volvieron a encontrarse en la gran pantalla en La extraña pareja otra vez,  con dirección de Howard Deutsch.

Otra de sus comedias más hilarantes es otro clásico de Wilder: Avanti!(1972), que alguien tuvo la ocurrencia de traducir en España como ¿Qué pasó entre mi padre y tu padre?El Oscar al mejor actor le llegó en 1974 por su papel un año antes en Salvad al tigre. Su probada versatilidad le abriría la puerta a otras interpretaciones dramáticas como en El prisionero de la segunda avenida (1975) -con Anne Bancroft-,  El síndrome de China (1978) y Desaparecido (1982) -dirigido por Costa Gavras-, donde hace de padre de un ciudadano estadounidense desaparecido en el Chile de Pinochet. Por esta última película, basada en un caso real, fue nominado nuevamente al Oscar al mejor actor. No lo consiguió (sí, en cambio, la Palma de Oro en Cannes), pero algunas escenas de este conmovedor filme -como cuando le refieren la muerte de su hijo- son parte de lo mejor de la memoria cinematográfica del siglo XX.

Entre sus últimas películas pueden destacarse Mi padre (1989) -con Ted Danson, protagonista de la popular serie televisiva Cheers-, Glengarry Glen Ross (1992) -duro retrato de un vendedor desesperado- y Vidas cruzadas (1993)Su última contribución al séptimo arte, ya enfermo del cáncer que le segaría la vida, fue poniendo voz al filme de Robert Redford La leyenda de Bagger Vance (2000).