Camarón de la Isla, una leyenda del flamenco
- José Monge fue uno de los grandes renovadores del flamenco
- Falleció prematuramente en Badalona el 2 de julio de 1992
José Monge, Camarón de la Isla, hubiera cumplido 60 años en diciembre de 2010 si un cáncer de pulmón no se lo hubiera llevado a los 41 años el 2 de julio de 2002. Aunque su biografía fue corta, su carrera artística como cantaor fue larga e intensa. Grabó 200 canciones y publicó 21 discos.
El “príncipe” del flamenco fue un renovador de este arte e icono de la mitología gitana contemporánea. Una de las figuras gigantes que ha dado el flamenco, la última del siglo XX. Su voz ya es parte del patrimonio artístico de la humanidad.
Tímido, introvertido y melancólico, le gustaba ser tratado como uno más. En ello coinciden los que lo conocieron, que además lo señalan como hombre humilde, que se vio abrumado por la divinización de su figura.
Hijo de un herrero y de madre canastera, de quien Camarón diría "cantaba pa'rabiar, puedo presumir de haberlo aprendido todo de ella". Pero en el cante, no fue la única mujer a la que idolatró, también estaban "La Niña de los peines" y "La Perla de Cádiz".
De la fragua de su padre diría en una canción de 1986: "cuando los niños en la escuela / estudiaban pa' el mañana, / mi niñez era la fragua: / yunque, clavo y alcayata". Más tarde, este grande del flamenco también fue "billares, hachís, bocadillos, cocaína, papel de aluminio, ácidos y tabaco rubio americano, galas en América y desplantes en actuaciones" (Francisco Perejil, en su libro "Camarón de la Isla").
De los plantes diría su mujer, La Chispa: "si no tenía bien la garganta o había un sonido de tómbola, cortaba rápido".
La Venta de Vargas, referente en su vida
Los orígenes del mito de Camarón hay que buscarlos en su isla, en San Fernando. José iba mucho a la Venta de Vargas, donde trabajaba su hermano Manuel, ya que en los años 60 por allí pasaba lo mejor del cante jondo.
Allí aprendió de la Perla de Cádiz o Manolo Caracol. La dueña del local, María Picardo, lo adoptó como a un hijo y de vez en cuando el joven Camarón se arrancaba a cantar y tocar. Allí aprendió todo, y cuando se fue a Málaga y después a Madrid ya llevaba media carrera hecha.
En la capital, en el tablao Torres Bermejas, conoció a Paco de Lucía.Tenían 18 y 21 años respectivamente. Ambos conocían muy bien la tradición del cante e iniciaron juntos una carrera de éxitos, que rompe con la tradición mairenista de la época.
Los primeros discos empezaron llamar la atención por su mezcla de virtuosismo y atrevimiento y por ser muy comerciales, como sucedió con “Al padre santo de Roma”. Estaban en la línea más ortodoxa del jondo. A disco por año, en 1973 aparece el quinto álbum del cantante y primero sin Paco de Lucía.
'La Leyenda del tiempo', un hito en su carrera
Fue en 1976 cuando Camarón da rienda suelta a sus nuevas ideas y hace un álbum lleno de hallazgos heterodoxos. Fue en "Rosa María", en el que llega a hacer unas sevillanas acompañadas por flauta y bajo.
En 1977 editó “Castillo de arena”, el primer álbum en el que firma composiciones propias. Pero el gran salto lo dio el cantaor dos años más tarde con “La leyenda del tiempo”, que contó con la colaboración del grupo andaluz Alameda y la guitarra de Tomatito, que le acompañaría hasta el final de su vida. Ahora, este disco es fuente de estudio para todos.
José Monge diría al escritor Joaquín Albaicín: "Lo más parecido al rock que yo he grabado ha sido "La leyenda del tiempo". Ahí me arriesgué y metí cosas que no son las más habituales del cante flamenco". En los ambientes más ortodoxos, el piropo más común de los tradicionalistas fue el reconocimiento de que Camarón amplió los moldes sin traicionar la esencia.
Después le siguieron éxitos con “Como el agua”; “Calle Real”, “Te lo dice Camarón”; “Flamenco vivo”; “Soy gitano” y “Potro de rabia y miel”, en este último tocarían juntos Tomatito y Paco de Lucía.
Último concierto en el Johnny
A punto estuvo de no celebrarse. La sala del colegio Mayor San Juan Evangelista estaba a rebosar, pero Camarón no quería cantar, alegaba cansancio.Tomatito diría más tarde: "entonces no sabíamos que ya estaba enfermo".
Finalmente salió al escenario y se arrancó con la soleá "salud es lo que yo quiero". El canto lo transformó. Era un 25 de enero de 1992. Seis meses después fallecía, el 2 de julio, en Badalona.
El público, extasiado, no paraba de interrumpir con sonoros "olés", hasta que un patriarca gitano gritó: "A ver, señores, que en misa no se habla".