Treinta años sin Grace Kelly
- Hace 30 años la princesa falleció en un misterioso accidente de tráfico
- Aún hoy sigue siendo icono de elegancia y feminidad
Hace 15 días conmemorábamos el 15º aniversario de la muerte de Lady Di y este viernes recordamos a otra princesa inolvidable, Gracia de Mónaco, fallecida también tras un fatídico accidente de coche el 14 de septiembre de 1982.
Aún hoy, 30 años después de su muerte, Grace Kelly sigue representando la elegancia, el misterio, lo inalcanzable, destacando como la protagonista del cuento mágico de la diva del cine que lo abandonó todo para compartir su vida junto al príncipe de un minúsculo país del viejo continente.
Inocencia, feminidad, picardía
No era la primera vez que Grace avanzaba sola ante el mundo en busca de su sueño. Nacida en el seno de una familia acomodada, a los 18 años viajó a Nueva York para estudiar arte dramático. En sus primeros trabajos como modelo fotográfica ya representaba ese estilo de mujer inocente, muy femenina y con picardía, antítesis de mitos evidentemente eróticos como Marilyn Monroe y Sofía Loren, a la que Alfred Hitchcock supo sacar todo su jugo y convirtió en su musa. Un nuevo estilo de mujer que marcó estilo y tendencia que enamoró Hollywood. Tanto es así que en tan solo cinco años de carrera brilló en lo más alto del cine norteamericano.
Entre 1951 y 1956 desarrolló su breve pero intensa carrera cinematográfica: protagonizó un total de 11 películas, ganó un Oscar como mejor actriz por La angustia de vivir y tuvo una ajetreada vida sentimental en la que, supuestamente, mantuvo idilios con estrellas de la talla de Gary Cooper y Clark Gable.
Una mujer temperamental de imagen impecable
Cautivadora e impactante, Grace Kelly transmitía serenidad a través de su mirada, sonreía lo mínimo y lucía siempre erguida y esbelta. Era la encarnación de la elegancia como actriz y persona aunque, detrás de esa imagen impecable y sofisticada, se escondía una mujer temperamental y, para nada, perfecta.
Tenía el mundo en sus manos y probablemente habría pasado a la historia como una de las más grandes actrices del siglo XX, pero el 19 de abril de 1956 rompió para siempre con el cine ante el altar de la catedral de San Nicolás de Montecarlo. Aquel día contrajo matrimonio con el príncipe Rainiero III, al que había conocido pocos meses antes durante el estreno de La angustia de vivir en el Festival de Cannes.
Tras su boda dejó de ser Grace Kelly para convertirse en Gracia Patricia de Mónaco, la princesa que llevó al glamour de los años dorados de Hollywood a la Costa Azul, que con su presencia y contactos logró hacer resurgir la vida económica y social de un diminuto principado en decadencia que revivió gracias al capital norteamericano que ella ayudó a atraer.
Por desgracia, el trágico final de Grace Kelly convirtió su cuento de hadas en un filme de suspense al estilo de Alfred Hitchcock. El 14 de septiembre de 1982 Grace murió tras sufrir un accidente de tráfico junto a su hija Estefanía -que resultó ilesa- en la misma carretera que la había hecho inmortal en el cine en Atrapa a un ladrón. Las circunstancias del siniestro nunca fueron aclaradas.