10 años sin Celia Cruz ni Compay Segundo
- Ambos eran cubanos y fallecieron con tres días de diferencia
- Celia Cruz dedicó su vida a la salsa y Compay Segundo, al son
- Sus actitudes con respecto al régimen cubano fueron muy distintas
Con apenas tres días de diferencia, el mundo se quedó sin dos grandes músicos latinoamericanos, Celia Cruz y Compay Segundo. Compay falleció el 13 de julio del 2003 y Celia el 16, dejando un vacío en el panorama musical pero sobre todo en el corazón de los cubanos, ya que ambos eran de dicho país.
Apasionados de la música desde niños
La fecha de nacimiento exacta de Celia Cruz no está confirmada, aunque la más repetida es 1925. Su hogar era modesto, pero su voz era especial. Reconoció este talento muy pronto y comenzó a ganarse bienes básicos como zapatillas a cambio de cantarle canciones a los turistas. Celia comenzó la universidad pero la abandonó para ingresar en el Conservatorio Nacional de Música y así cumplir su sueño de dedicarse al espectáculo.
Compay nació en 1907 en una familia humilde con siete hermanos. Tras la guerra, tuvo que aprender un oficio para garantizar la supervivencia de su familia y se hizo tabaquero. Pero su gusto por la música permanecía latente y aprendió de oído a tocar la guitarra y el tres, una especie de guitarra de tres pares de cuerdas. Cerca de su casa había una escuela y una profesora de música que impartía clases allí descubrió su talento para la música. Tuvo que trabajar creando tabaco para comprarse su primer clarinete, que era su instrumento favorito por aquel entonces, y comenzar poco a poco su carrera musical.
Sus estilos musicales
El estilo musical de Celia fue la salsa, un ritmo alegre muy acorde a la personalidad de la cantante. Entre sus temas más conocidos se encuentran La vida es un carnaval, Que le den candela, Azúcar y Te busco.
Compay dedicó su vida al son. Compuso canciones y tocó la guitarra, el clarinete, la tumbadora y el bongó. E incluso creó un instrumento musical: el armónico, entre la guitarra española y el tres cubano, con una afinación similar a la de la guitarra y que abarca desde los sonidos más agudos hasta los más graves.
Algunas de sus canciones más célebres son Ahora de ma pena y Chan chan chan. También cantó, al igual que Celia Cruz, una versión de las canciones Guantanamera y Sarandonga.
Actitudes diferentes con respecto a Cuba
Celia Cruz no simpatizaba con el régimen castrista. Como ella misma afirmó en una entrevista con Edición de Tarde de RTVE en 1995, “perdimos Cuba hace 35 años”. El 15 de julio de 1960 abandonó Cuba con el objetivo de ganar dinero para concederle a su madre, que padecía un cáncer terminal, todos los caprichos que requiriese y así conseguir que viviera más años.
Residió durante un año y medio en México y luego se mudó a Estados Unidos, donde vivió el resto de su vida. Su ruptura definitiva con Cuba se produjo tras la muerte de su madre, cuando quiso volver para enterrarla pero no se le permitió. En 1995, Celia Cruz aún confiaba en poder volver a Cuba y cumplir la promesa que le hizo a su difunta madre: “ir del aeropuerto directo a su tumba” y poder llorar su pérdida, aunque fuera años después. Sus expectativas de un final para el régimen de Fidel Castro no llegaron a cumplirse y Celia falleció sin regresar nunca a Cuba.
Compay, por el contrario, solo saltó a la fama en los últimos años de su carrera musical. Nunca se opuso, al menos públicamente, a su gobierno, y esa aceptación fue quizás la causa por la que el éxito llegó tan tarde a su vida. “Me llegaron las flores a los 93 años” decía Compay a Informe Semanal en el 2003. De hecho, Compay pasó unos largos años de silencio musical mientras se dedicaba a su oficio como tabaquero, componiendo y realizando conciertos con una audiencia muy reducida. Este silencio se rompió cuando un psicólogo cubano se lo llevó a Estados Unidos y provocó su salto a nivel internacional.
Leyendas a nivel mundial
Celia Cruz fue una representante de la cultura cubana a nivel mundial, y llevó su música, la salsa, a numerosos países, incluyendo España. Ella misma afirmaba que, cuando llegó a España, la única salsa conocida eran las ‘gardenias’ de Antonio Machín. Para conseguir el éxito, recibió en nuestro país el apoyo de Machín pero sobre todo el de su incondicional amiga Lola Flores, quien cantó junto a Celia en una de las últimas apariciones públicas antes de su muerte.
Cruz obtuvo más de cien reconocimientos a nivel mundial, discos de oro y plata, tres Grammys y cuatro Grammys Latinos, en cuanto a música respecta, y una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood. Siempre agradeció el apoyo que su marido tuvo en su carrera musical, al que ella misma denominaba su “representante, amigo, marido”. Su expresión más célebre, que dijo por primera vez en 1964, “¡Azúcar!”, pasará a la historia de la música. Provenía de una experiencia que tuvo en un bar, cuando le ofrecieron azúcar y ella, asombrada porque en Cuba el café se toma muy fuerte, exclamó la palabra para demostrar su incredulidad.
Compay adquirió su nombre de un dueto al que perteneció llamado Dúo Los Compadres y, aunque su música llegó tarde a España, conquistó los oídos de nuestro país. Dedicó íntegramente su vida al trabajo y creía firmemente que “el trabajo no mata, lo que mata es el silencio”.
Quería llegar a los 115 años, como su abuela, una esclava liberada. Con 91 sentía que se encontraba en la flor de la vida. Tras dos divorcios y con una novia joven, se encontraba con muchas ganas de trabajar y, sobre todo, de dedicar muchos más años de su vida a la música. Siempre con su cigarro encendido y su traguito de ron, como indicó José Luis Balbín en el programa dedicado a Compay en 1998. No llegó a los 100 pero sí a millones de espectadores en sus últimos años. Grabó nueve discos y dejó una importante huella en la música cubana y mundial.