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Antonio Saura, el 'pintor de monstruos'

  • Se cumplen 15 años de la muerte del pintor español.
  • Tras pasar por el surrealismo, inició su camino en el expresionismo abstracto.

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Autorretrato - Antonio Saura

Han pasado ya quince años desde el fallecimiento de Antonio Saura, un pintor cuya obra fue pionera en el expresionismo abstracto en España. Nació en Huesca el 22 de septiembre de 1930, en una familia acomodada. Su padre trabajaba en Hacienda y su madre era pianista, por lo que estuvo en contacto con la música pero no con la pintura. Con 13 años enfermó de tuberculosis y tuvo que someterse a varias operaciones que lo obligaron a pasar cinco años de inmovilidad. Esta invalidez marcó su infancia y también su obra.

Pintor autodidacta

Para el propio Saura, su carrera como pintor comenzó con un cuadro que pintó tras un sueño. Se formó como autodidacta. Pese a que no conocía por entonces a Dalí, ese primer cuadro era ya plenamente surrealista. En 1952 viajó por primera vez a París y residió allí del 54 al 55, donde conoció a André Breton y participó en las actividades de un grupo surrealista. Saura consideraba este movimiento como revolucionario, de enfrentamiento contra lo que no le gustaba de la sociedad española. Su decepción al confirmar que lo que creía ser un espíritu subversivo constituía en realidad una nostalgia del pasado hizo que rompiera con el surrealismo e iniciara su camino en el expresionismo abstracto. En 1956 ya había realizado exposiciones en Madrid y en París.

Muchos oficios pero una sola pasión

Pese a haber dedicado parte de su tiempo a la literatura, la escultura, el grafismo y las ilustraciones, entre otras actividades, para Saura la pintura fue el centro de su vida. “Todo gira alrededor de la pintura”, aseguraba en 1984 en el programa de TVE Autorretrato. Para Saura, la pintura era una herramienta a través de la cual enfocaba toda la realidad y transmitía sus fantasmas personales y todo lo que percibía de la realidad que le rodeaba.

Su pintura fue pionera en el expresionismo abstracto en España, pero solo fue considerado en nuestro país tras haber sido reconocido en el extranjero. A nivel internacional se conoció como un pintor marcadamente español, aunque Saura aseguraba que ésa nunca fue su intención.

El pintor figura como unos de los fundadores del El Paso. Esta formación incluyó en sus comienzos a artistas pertenecientes a diversas disciplinas, pero evolucionó hasta contener únicamente pintores. El grupo pretendía reunir a los autores más valiosos de toda España “para hacer una acción directa frente a la cultura en general”, contaba Saura a Autorretrato.

Una pintura agresiva

Se definió a sí mismo como el “pintor de monstruos” plásticos y era conocido por su agresividad a la hora de enfrentarse al lienzo en blanco. Saura afirmaba que para él el proceso de pintar era una catarsis, “una liberación que no contradice la reflexión pero que es algo agresiva”. Pintar suponía para él un momento en el que se fundían la razón y la sinrazón.

Saura aseguraba también que nunca hizo concesiones, que siempre pintó lo que quiso, pues consideraba que “el pintor pinta primero para sí mismo, después para comunicarse con los demás y en tercer lugar para vivir de su pintura”.

Polémica tras su muerte

Tras su fallecimiento se produjo una lucha entre dos fundaciones: la creada en Ginebra por su mujer y su hija, y la de Cuenca, amparada por los hermanos del pintor. Finalmente, la fundación de Cuenca fue reconocida por el Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha en 2003 y el Tribunal Supremo en 2005. Ambas coexisten en la actualidad.