Luis Buñuel, del surrealismo a la crítica social
- Codirigió con Dalí Un perro andaluz, una de las primeras películas surrealistas
- Ganó la única Palma de Oro de Cannes al cine español con Viridiana (1961)
- Buñuel: Más allá de los sueños y la razón
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El 29 de julio de 1983, hace ya 30 años, falleció en México uno de los grandes genios del cine español: Luis Buñuel. Su película Un perro andaluzfue una de las primeras piezas surrealistas plenamente aceptadas como tal por este movimiento artístico surgido en Francia a principios de los años 20 del siglo pasado.
El estilo del primer cine de Buñuel quedó diluido cuando comenzó a dirigir películas cargadas de críticas a la sociedad. Su adhesión al Partido Comunista y el estallido de la guerra civil le llevaron a emigrar a Estados Unidos, primero, y a México, después. En este último país dirigió 20 películas con las que ganó múltiples reconocimientos a nivel internacional, que lo convirtieron en uno de los mejores directores españoles de la historia del cine.
Sus inicios como cineasta
Luis Buñuel nació en 1900 en Calanda (Teruel), pero a los pocos meses su familia se mudó a Zaragoza. Allí estudió su bachillerato en un colegio jesuita. Rafael Alberti señaló que esta educación marcaría para siempre la imaginación y el cine de Buñuel.
Cuando acabó el bachillerato, se trasladó a Madrid para estudiar Filosofía y Letras, por la rama de Historia. Vivió en la Residencia de Estudiantes desde 1917 a 1925 y allí fraguó una gran amistad con Salvador Dalí y García Lorca. El propio Buñuel aseguró más tarde que “de no haber pasado por la residencia, mi vida habría sido muy distinta”. Por entonces, se encontraba inmerso en la creación de poesías y el cine no era todavía más que una diversión. Ni él ni sus compañeros lo veían como un medio de expresión, ni mucho menos como un arte.
Esta percepción cambió cuando se trasladó a París en 1925. Allí, caminando por la calle una noche, se cruzó por casualidad con unos cristales rotos en el suelo. Habían sido causados en una reyerta cuando, en el cumpleaños de una adinerada mujer en un entorno lleno de surrealistas, ésta pidió un aplauso y, en lugar de recibirlo, un asistente se levantó y la abofeteó. Sin saberlo, Buñuel estaba siendo testigo de su primer contacto con esta corriente, con representantes como André Breton. Buñuel quedó prendado del surrealismo y de sus expresiones, sorprendido al ver que consideraban arte, por ejemplo, el insultar a un sacerdote.
En esta época, Buñuel acudía al cine hasta tres veces al día y se matriculó en una academia de actores, donde comenzó sus primeros pasos en el mundo cinematográfico.
Un perro andaluz y el surrealismo
Su primera película y, posiblemente, uno de los mayores éxitos cinematográficos de Buñuel, fue Un perro andaluz, de 1929. Luis Buñuel y Salvador Dalí, amigos y compañeros en la Residencia de Estudiantes, filmaron en pocos días la recreación y fusión de dos sueños. El propio Buñuel contó en sus memorias que Dalí había soñado con una mano llena de hormigas y él, con una navaja cortando un ojo.
Esta película estaba cargada de interpretaciones, algunas de ellas muy provocadoras al superar con creces lo permitido en la época. Un ejemplo es la escena en la que un hombre arrastra un piano (el arte), dos burros en descomposición (la muerte) y dos curas (la religión), que le impiden llegar a la mujer. En la escena de las hormigas, también existía una relación entre las hormigas, la axila y el erizo, que remitían al sexo, algo que no se podía mostrar entonces en el cine. Pero es también una metáfora del amor, ya que el erizo es un animal bonito que hace daño al acercarse, como indica Jenaro Talens en La mitad invisible de TVE.
Sin duda, la escena más famosa de esta película es la de la navaja cortando el ojo de la mujer, interrumpida por un plano de la ventana en la que se ve una nube tapar la luna, simulando exactamente el movimiento de la navaja. Para Margarita Maguregui, que analizó la escena en La mitad invisible, se trata de una metáfora con una lectura marxista y feminista: "a la mujer, en la sociedad occidental, se le ha negado la mirada. Se le ha negado la posibilidad de representar el mundo".
Pese a las múltiples interpretaciones de esta película, el hijo de Buñuel admitió a La mitad invisible que “no hay simbolismo, son sueños”. Los críticos encontraron numerosos significados, pero Juan Luis Buñuel respondió rotundamente. “¿Qué quería decir esta película? Nada”.
Su trayectoria hasta la guerra
Tras esta primera película, impactante para los españoles de la época, en 1931 salió a la luz su segundo largometraje. Fue tan controvertido que la prohibieron en Francia durante 50 años. Viviendo entre París y Madrid, Buñuel se estaba convirtiendo en un personaje clave del cine español, no solo por sus películas sino también por su papel como crítico de cine y por su actividad en los primeros cineclubs del país.
En mayo de 1932, Buñuel envió una carta a André Bretón en la que le informaba que abandonaba el movimiento surrealista porque había ingresado en el Partido Comunista de España (PCE), como indicó Román Gubern en una entrevista al programa Ayer de RNE en 2009. Aunque había documentos anteriores que confirmaban esta implicación con el movimiento comunista, esta carta lo confirmó.
Regresó a Madrid y en 1933 estrenó Tierra sin pan, un film con el que hizo una implacable denuncia de la miseria de España. Pero convertir su profesión en una herramienta de denuncia social no le trajo éxito y su tercer largometraje también fue prohibido. En 1934 Buñuel se casó con una gimnasta olímpica, Jeanne Rucal, con la que tuvo 2 hijos: Juan Luis y Rafael. Hasta 1936 vivió una etapa como cineasta mucho menos divulgada, en la que ejerció como jefe de producción de Filmófono de Ricardo Urgoiti. Esta carrera se vio truncada por el estallido de la guerra civil en 1936.
Su vida truncada y el exilio a Estados Unidos
Al estallar la sublevación que llevó a la guerra civil, Buñuel se puso al servicio del gobierno legítimo republicano y fue destinado a la embajada española en París para trabajar en la propaganda republicana. De París se trasladó junto a su familia a Hollywood, con un empleo que consistía en supervisar los contenidos que se estaban produciendo sobre el conflicto en España. De repente, las productoras americanas paralizaron sus proyectos y en 1939 Buñuel se quedó sin trabajo.
Juan Luis Buñuel afirmó que la guerra civil supuso para su padre no solo la destrucción de un país, sino de todas sus metas como productor. Con una familia que mantener y sin empleo, Buñuel escribió a su amigo Dalí, que por esa época triunfaba en Estados Unidos. Éste no solo no le dio los 50 dólares que Buñuel le había pedido sino que repudió su ideología comunista. En Estados Unidos, Buñuel nunca admitió abiertamente su adhesión al comunismo.
En 1941 comenzó a trabajar en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, en el que, según Román Gubern en el programa Ayer, había sido contratado por sus éxitos en Europa con películas como Un perro andaluz. Entonces, Dalí, que simpatizaba con el franquismo, escribió sobre la tendencia comunista de Buñuel. Su persecución fue tal que tuvo que abandonar el museo en 1943. Además, entró en las listas negras del Gobierno estadounidense. Buñuel, con 43 años, se encontraba de nuevo en el paro.
Su vida en México
En 1946 viajó a México de visita y, sin siquiera imaginarlo, consiguió un trabajo en el sector audiovisual. Con 46 años, el mundo del cine recuperó la gran figura de Luis Buñuel. Aunque viajó esporádicamente a Francia y España, fijó su lugar de residencia en México y vivió allí hasta su muerte. Allí dirigió 20 películas, desde Gran Casino (1946) hasta Simón del desierto (1964), su última película en México. Retornó al cine español con el rodaje de Viridiana en 1960 y al francés en 1963.
En medio, en 1950 Los olvidados casi cuesta a Luis Buñuel su expulsión de México. David Alfaro Siqueiros y Octavio Paz intervinieron decisivamente para impedirlo. Gracias a este último, la película pudo exhibirse en Cannes y fue Premio de la Crítica. Buñuel obtuvo el premio a la Mejor Dirección por Los olvidados en el Festival de Cannes en 1951; el Gran Premio de la Crítica Internacional por Nazarín en 1958; en 1966 el León de Oro de Venecia por Belle de jour. Además, en 1972 recibió el Óscar a la Mejor Película de habla no inglesa por El discreto encanto de la burguesía y la única Palma de Oro de Cannes al cine español por Viridiana en 1961.
Optimista y alegre, decía que “la risa es una manera de cambiar la realidad”. Poco antes de morir escribió junto a Jean-Claude Carrière un libro con sus memorias llamado Mi último suspiro, en el que recoge todas sus vivencias.