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Discurso Jorge Guillén, Premio Cervantes 1976

  • Jorge Guillén, de la Generación del 27, fue el primer Premio Cervantes.
  • Exiliado en Estados Unidos desde 1938 hasta el final de su carrera.
  • Su ideal de "poesía pura" tiene su máxima expresión en Cántico y Clamor.

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El Premio Cervantes, máximo galardón de las letras hispánicas, se concede por primera vez en 1976 "como símbolo de la concordia que imperaba en las más altas instituciones del Estado", y el galardonado es Jorge Guillén, poeta exiliado en EE.UU. desde 1938, que, tras conocer la noticia, afirmó: "Me siento honradísimo y muy contento. Pienso que es el reconocimiento de una obra que ha durado más de medio siglo. Han elegido a un autor que ha sido modestamente adversario del Régimen. Esto implica un paso adelante en la transición democrática de España".

En este solemne acto, presidido por los Reyes de España, el autor galardonado pronuncia un discurso en el que, además de glosar su vida y producción literaria, siempre se rinde homenaje a la figura de Miguel de Cervantes. En el caso de Jorge Guillén, el Departamento de Documentación de RTVE ha rescatado la pieza del NO-DO que incluye la información relativa a la concesión del citado premio, un documento histórico por lo que denota y connota, esto es, el tratamiento informativo de la noticia (con curiosas imágenes de recurso para ilustrar la información).

El Departamento de Documentación de RTVE ha rescatado la pieza del NO-DO que incluye la información relativa a la concesión del Premio Cervantes 1976 al escritor vallisoletano Jorge Guillén, un documento histórico.

El discurso íntegro de Jorge Guillén

"La presente situación, abrumadoramente honrosa, pesa mucho sobre los hombros del premiado. Estas palabras, Miguel de Cervantes, Alcalá, Universidad de Cisneros, forman un bloque abrumador. Por fortuna, al premiado le distingue una especialidad: la acción de gracias, y enseguida comienza expresando su profunda gratitud a quienes le han concedido este increíble Premio.

Un Premio literario irrumpe siempre como una sorpresa. ¿Y si es merecido? No importa. El merecimiento no se impone de modo absoluto. Hay siempre otros legítimos candidatos. Si no se entromete la vanidad, el galardón cae del cielo con fuerza inesperada. ¿Como un maná? Eso implicaría milagro. Y aquí no existe milagrería sobrecogedora. No sería justo comparar la obtención de un Premio a una lotería. En el certamen no se entra con un décimo en la mano. ¿Entonces? No pensemos en el azar, ni siquiera en algún "seguro azar" -como dijo el poeta-. A este resultado, de aspecto celeste, se llegará en torno a una mesa de personas doctísimas tras una deliberación. De ahí el carácter honroso del Premio y la gran satisfacción del elegido.

Y poesía es ahora -como ha sido siempre para este poeta- un símbolo de esperanza

Gratísima sorpresa, y, más aún, en este siglo que nos ha tocado gozar y padecer. Todos los oráculos coinciden: la historia desemboca en una realidad que se reduce a dos culminaciones: economía y política. El resto -bien nos lo han repetido- queda al margen, en posición subalterna de "escasa realidad". Así vivimos: entre las furias de los negocios y las furias de los poderes. Sin embargo, en la sociedad actual se mantienen todavía instituciones generosas que prestan atención a este precario resto: ciencias, artes, espiritualidad.

He aquí este premio de nombre tan ilustre. Henos en este hermoso Paraninfo. Ningún lugar más adecuado. No es menester ir a Delfos, junto al Monte Parnaso y la Fuente Castalia, ni trasladarse a Roma, al Capitolio. El "laureatus in Urbe" dice aquí, en este Alcalá cervantino, cuánto le conmueve que una obra poética, llevada a término durante medio siglo, sea ahora tan halagüeñamente reconocida. Y mucho le importa, asimismo, que en la ardua transición política de nuestro país este momento, este Paraninfo, signifiquen un acto de concordia, ya definitivamente superada la guerra más cruel. Y poesía es ahora -como ha sido siempre para este poeta- un símbolo de esperanza".