El 'TBO' cumple cien años
- El aniversario de la popular revista se celebra este 11 de marzo
- Antoni Guiral presenta el libro 100 años de TBO. La revista que dio nombre a los tebeos
- También nos habla de la exposición que prepara para el Salón de Barcelona
Este sábado 11 de marzo celebramos el centenario del TBO, la revista que dio nombre a los tebeos en España. Una publicación que marcó la infancia de casi todos los chavales del Siglo XX y que también es uno de los mejores reflejos de la sociedad española y de su evolución durante ese siglo. Para celebrar este aniversario, el crítico y escritor Antoni Guiral publica el imprescindible libro 100 años de TBO. La revista que dio nombre a los tebeos (Ediciones B) y prepara una gran exposición, Humor Blanco de TBO, para el Salón del Cómic de Barcelona (30 marzo -2 de Abril).
Guiral destaca la importancia de esta publicación en la historia de España: “TBO es esencial en la historia del cómic español. Primero, porque fue tan popular que terminó dando su nombre a todas las revistas de historietas: “tebeos”; segundo por su longevidad, ya que apareció en 1917 y se publicó, aunque con algunos años en blanco, hasta 1998, lo que que quiere decir que incidió mucho en la historia de los tebeos y en la historia de la cultura popular de España”.
“A mí como a tantos chavales de tantas generaciones –confiesa Guiral- me trae recuerdos de lecturas de pequeño, cuando mis padres me compraban el TBO, y algunas publicaciones de Bruguera y de la editorial mejicana Novaro. Sigo conservando algunos TBO de cuando era pequeño y recuerdo leer con atención La familia Ulises”.
Además, el TBO, forma parte de nuestra cultura popular: “Por ejemplo –aegura Guiral- yo recuerdo frases como: “Esto parece un invento del TBO”, para referirse a algún objeto estrafalario; o “Esta más visto que el TBO”; o cuando alguien ve una familia numerosa y dice que “Se parece a La familia Ulises”.
“La familia Ulises es un reflejo de la sociedad española”
Guiral asegura que: “La familia Ulises (Marino Benejam) es muy importante para entender la fidelidad de los lectores del TBO en esos más de 80 años de historia. También es un retrato sociológico de la clase media española. Aparece en 1944 y en los años 40 y 50 se habla de lo que está ocurriendo en la España de la época, incluso de cosas como el estraperlo, de la vida cotidiana de la clase media española. Y a medida que pasa el tiempo vemos cómo la familia va adquiriendo una lavadora, un televisor, un coche, una segunda residencia, veranea… Así que si estudias La familia Ulises puedes tener un retrato muy fiel de lo que era la clase media española”.
Los grandes autores y series del TBO
Guiral asegura que el TBO fue muy innovador: “En teoría era heredero de los periódicos infantiles que eran publicaciones morales y didácticas para los niños. Pero TBO intentó ser otra cosa, un semanario festivo para que los niños, y toda la familia, pasasen un buen rato. Además, TBO aportó algunos de los dibujantes y humoristas gráficos más importantes de la historia de España, como Opisso, Benejam o Coll, solo por poner tres ejemplos. Sin olvidar series como la mencionada Familia Ulises o Los Inventos del TBO”.
“Hay muchos otros grandes autores que marcan la historia del TBO –continúa- como José Cabrero Arnal, aunque no colaborase mucho, Arturo Moreno, Salvador Mestres, Valentí Castanys y Urda…”
“Y a nivel de series –añade- destacaría la sección De todo un poco, que era un batiburrillo de noticias; Visiones de Hollywood, las biografías de los actores; Josechu el vasco de Muntañola y Altamiro de la cueva de Joan Bernet Toledano y Carles Bech. En los 70 destacaría tres series que no se publicaron mucho tiempo pero son fundamentales: Letras, números y Cia, de Francesc Rigol i Alsina ,“RIGOL”, que fue una serie muy original y divertida protagonizada por letras y números; otra es Historias del Fort Baby, de Sirvent y Tha, que es un canto al humor surrealista y, por supuesto la sección La Habichuela realizada por Paco Mir, Tha, Sirvent, Esegé y Joan Tharrats, una sección de humor surrealista muy diferente a lo que se publicaba en la revista y fue muy rompedora”.
¿De dónde sale el nombre de TBO?
En cuanto a de donde sale el nombre del TBO: “Había varias teorías –asegura Guiral-. La editorial afirmaba que venía de la expresión “te veo”, de ver, pero que no pusieron la v porque fuera de Cataluña la gente diría “T V O”; otra era que eran las siglas del nombre de un editor. Lo más creíble es lo que descubrió Rosa Segura, que fue secretaria de redacción durante muchos años. Gran aficionada a la lírica y a la zarzuela, estaba buscando unos datos y encontró una revista cómico-lírica, de 1909, que se llamaba T.B.O. y que narraba la aparición de un nuevo periódico. Teniendo en cuenta que en 1917 Joaquín Árques colaboraba en la redacción (un periodista y letrista de género lírico, de Zarzuelas) es más casi seguro que conocía esa revista de 1909 y decidiera proponer su nombre al tebeo”.
El TBO y la censura
La censura también afectó al TBO, como nos comenta Guiral: “Siempre se presentaba una maqueta a la dirección General de Prensa y esta decidía lo que se publicaba y lo que no. Pero a partir de 1954 se inicia la legislación sobre publicaciones infantiles y juveniles y es cuando queda más claro lo que se puede publicar y lo que no. Eso hizo que el TBO se infantilizara un poco, sobre todo a partir de los años 60. En los años 40 y 50 –asegura Guiral- había historietas bastante duras que retrataban lo que pasaba en la calle, a partir de los 60 eso casi desaparece y el humor se hace más blando”.
Guiral destaca dos anécdotas relacionadas con la censura: “En 1951 se publicó El ojo electrónico, de Díaz, una especie de batiburrillo de texto con imágenes en la que había una broma con un señor que se llamaba Blas Pérez. Por desgracia, también era el nombre del Ministro de la Gobernación, por lo que la autoridad competente se presentó en las oficinas del TBO para cerrar ese número y ponerles una multa. Por suerte no les cerraron la revista”.
“La otra anécdota fue muchos años después, en 1970 –continúa- cuando censuraron una historieta de Blanco en la que un señor intentaba dar de alta el teléfono y no podía porque no tenía recomendaciones. Esa historieta fue censurada y no se publicó jamás”.
Otra de las curiosidades que nos descubre el libro 100 años de TBO es que durante una larga temporada no tuvo numeración: “En 1941, TBO vuelve con un solo número –asegura Guiral-, y es que sólo había dos posibilidades para publicar revistas: una como publicación periódica, lo que te permitía tener un cupo fijo de papel para editarla y, además, te dejaban numerarla. La otra era publicar como publicación única, y cada vez que sacabas algo tenías que pedir un permiso. Evidentemente los permisos para publicaciones periódicas fueron a parar a manos de editores al régimen y revistas como Flechas y Pelayos o Chicos. El TBO no lo obtuvo y desde 1941 hasta 1952 tuvo que cambiar de pre-título en cada número, siempre manteniendo Ediciones TBO en la portada, para que quedase claro que era la misma revista”.
El libro
En cuanto a la estructura del libro, Guiral nos comenta que: “He intentado ser lo más claro posible. Por un lado hay una descripción histórica de todas las etapas del TBO: de 1917 a 1938; de 1941 a 1952, que es la etapa sin numerar; de 1952 a 1972; del 72 al 83 que se llama TBO 2000; y los otros TBO de Bruguera y Ediciones B, del 86 al 98. Al final de cada una de estas secciones –continúa- escribo unos textos que profundizan en detalles y anécdotas. Y también destaco las series que me parecen más significativas”.
“La segunda gran parte –continúa- es la dedicada a los autores más destacados de la historia de la revista. 29 autores que son los más significativos por varios motivos. También dedicamos un pequeño espacio a los guionistas, que es un tema del que se habla muy poco”.
“Y el cierre –añade- es una especie de reflexión mía sobre qué ha quedado del TBO, que es poca cosa. Han quedado algunas reediciones pero así como el espíritu de Bruguera permanece muy presente en guionistas de cine y televisión, que se criaron con esos tebeos; del TBO, no ha quedado prácticamente nada. Hasta el punto de que autores como Benejam o Coll no tienen continuidad. Y su tono costumbrista tampoco”.
“La única excepción –asegura Guiral- sería el libro Estraperlo y tranvía, de Alfonso López. Es una nueva aventura de la familia Ulises ambientada en 1952, en Barcelona, que respeta el espíritu de la serie y retrata la realidad histórica y cotidiana del momento”.
“Este libro –destaca Antoni- no habría sido posible sin la colaboración de Lluís Guiralt, un gran coleccionista del TBO que tiene casi toda la colección y muchos originales, con los que suele hacer exposiciones. Se autodenomina "grafópata" (fan de los dibujos ohechos a mano) y puso a mi disposición sus originales, me ayudo a catalogar los tebeos y me descubrió cientos de datos que solo él conoce”.
La exposición del Salón del Cómic de Barcelona
Antoni Guiral también es el comisario de la exposición por los 100 años del TBO, que podrá verse en el Salón del Cómic de Barcelona (30 de marzo-2 de abril), en la que podrán verse 100 originales de la revista.
“La exposición –nos cuenta- tiene cuatro partes: la primera es un repaso histórico de todas las etapas, que ilustramos con reproducciones; en la segunda destacamos las mejores series del TBO y ahí ya tenemos tres originales de cada una de las series; en tercer lugar destacamos a los mejores autores, también con tres originales de cada uno; y para finalizar, ya que la exposición se llama Humor Blanco del TBO y Josep María Blanco fue el ganador del Gran Premio del Salón del año pasado, le dedicamos un espacio exclusivo, no solo con sus originales para el TBO sino también con aquellas ilustraciones de multitudes, en Barcelona, que fueron tan populares”.
“Blanco es el último representante de la época dorada del TBO –asegura Guiral-. Empezó en 1951 y estuvo prácticamente hasta el final. El marca un estilo, con su propio grafismo, muy sintético y limpio, que aplica sobre todo a las historietas de los Kakikus, una serie sobre una tribu africana, que es excelente. Sin olvidar, por supuesto, que fue el continuador de Benejam como dibujante de la familia Ulises, desde 1969, una serie que no quiso firmar por respeto al maestro, y en la que supo coger el estilo de Benjam sin renunciar al suyo”.
En cuanto a los originales de la exposición, a Guiral le cuesta destacar alguno: “Poder ver originales de Los Grandes Inventos del TBO, de La familia Ulises… es toda una experiencia. Aunque, si tuviera que destacar alguno, sería el original de la primera historieta de La familia Ulises”.