Arte de bolsillo en cada décimo de la Lotería de Navidad
- El Retablo de la vida de la Virgen y San Francisco ilustra los décimos de la Lotería de Navidad
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El arte se refugia cada año en los bolsillos que guardan los décimos de la Lotería de Navidad. La SELAE elige un motivo religioso para ilustrar los billetes. En esta ocasión se trata de la tabla central del retablo de la vida de la Virgen y San Francisco que custodia el Museo del Prado.
Una madre mira a su hijo que juega travieso con un pajarillo atado con un hilo. Una escena cotidiana de un gótico internacional que humaniza a las figuras gracias a la destreza del maestro Nicolás Francés. El restaurador y experto en arte, Pedro Perales, explica a RTVE.es que "el juego infantil y la actitud revoltosa de escaparse de los brazos de su madre introducen rasgos humanizadores en la representación de la divinidad".
La tabla está fechada entre 1445 y 1460 y supone un avance formal, hasta entonces "la representación de la Virgen entronizada con el Niño Jesús en su regazo es absolutamente hierática y deshumanizada" mientras que el pintor logra dar una sensación de movimiento.
Azul ultramar
La Virgen lleva un manto azul ultramar, el pigmento más caro que se obtiene del lapislázuli, una piedra semi preciosa procedente de Afganistán. Perales detalla que "no sólo es costoso por el mineral sino por lo laborioso que resulta su molienda, purificación y decantación para extraer el único componente que interesa: la lazurita, que proporciona ese azul tan bello".
El azul ultramar vale su peso en oro, ambos tenían el mismo precio. El restaurador afirma que "en los contratos con los pintores se especifica la cantidad de oro y de este color que aparecerán en la pintura, ya que influye en el precio total de la obra". Su uso se inicia en la Alta Edad Media, en el Románico, y se perpetúa hasta el Barroco donde la Virgen se representa con túnica blanca y manto azul.
"Todos los elementos de representación, el azul, el cojín con ricos brocados de seda bordada reflejan la intención de reservar los materiales más lujosos para la representación de la divinidad. Esto es sencillamente una herencia clásica" apunta el especialista.
Música celestial
María está rodeada de cuatro ángeles músicos, "un acompañamiento de la figura de la Virgen que aparece en cualquier época, si bien es más común en estadios más tempranos como la Edad Media, pero también lo vamos a encontrar en el Renacimiento o en el Barroco". Siguiendo el sentido de las agujas del reloj y empezando por el ángel del lado superior izquierdo los instrumentos son: laúd, arpa, órgano portativo y rabel.
En la recreación del trono de la Virgen se emplean elementos arquitectónicos propios de la época como doseles, arbotantes, pináculos, ventanas geminadas de arcos ojivales o tejados a dos aguas, pero no reproducen un edificio real. En cuanto a la puertecilla del tejado, "seguramente es un elemento anecdótico sin un significado concreto y meramente decorativo".
Más allá de la tabla central, las calles laterales están trufadas de elementos anecdóticos como el curioso personaje que se asoma al balcón y contempla la escena de la Anunciación, a la derecha, mientras extrae agua de un pozo. "Es la mezcla de lo religioso con lo profano y popular que ayuda a acercar la escena y su comprensión a las clases populares", según Perales.
El Museo del Prado tiene uno de los mejores talleres de restauración del mundo y la tabla en general está bien conservada "con la excepción de la escena encima de la tabla central del retablo donde hay una pérdida muy fuerte de capa pictórica" observa Perales, que la achaca a "una infiltración de humedad, una intervención posterior o incluso a un acto vandálico".
La tabla pasó de un monasterio franciscano a la capilla de una granja perteneciente al Marquesado de Esteva de las Delicias, cerca de la Bañeza. El título fue creado por Fernando VII en 1833 y tres años más tarde se produjo la desamortización de Mendízabal, un momento propicio para que el nuevo marqués trasladase el retablo a sus propiedades.
“Las desamortizaciones tuvieron efectos nefastos en la conservación del patrimonio“
El experto en arte considera que las desamortizaciones tuvieron como objeto "enajenar bienes inmuebles y tierras a la iglesia, con la excusa de que estaban muertas, a fin de obtener unos ingresos extraordinarios para el estado, vamos, lo que es una absoluta expropiación". Añade que "no consiguieron su objetivo de dinamizar la economía pero sí que tuvieron unos efectos nefastos en la conservación del patrimonio cultural y artístico ya que muchos bienes se perdieron".
Perales ha restaurado recientemente un lienzo de Manuel Bayeu que pertenecía a la Cartuja de Monegros y "la mayor parte de los serios daños que sufría eran imputables precisamente al abandono en que quedó el edificio tras su desamortización".
Pese a ese pequeño deterioro debido a los avatares de la historia, el retablo del siglo XV luce sus vivos colores en la sala 50 del Museo del Prado donde se puede ver en todo su esplendor.