Enlaces accesibilidad

Francisco Brines, el poeta voyeur desde los campos de naranjos

Por
Leemos al poeta Francisco Brines en su 89 aniversario

Los veranos de la infancia de Francisco Brines fueron en la finca Elca en OlivaValencia. El poeta recibió la noticia del Premio Cervantes 2020 el pasado noviembre en este mismo entorno rodeado de naranjos, donde vive su retiro y ha contemplado el mundo físico, su mundo interior y ha escrito la mayoría de sus poemas. Desde estos huertos, donde se va el mar, celebra hoy sus 89 años. Nació el 22 de febrero de 1932.

Cuando se anunció el galardón literario, su primer recuerdo fue para su madre y su padre. Ellos respetaron su deseo de ser poeta desde el primer día: “Una opción que se ha convertido en una vocación y en el motivo por el cual siempre ha girado su vida, tanto de forma personal como sus amistades”, explicaba a RNE Valencia la poeta y presidenta de la Fundación Francisco BrinesÀngels Gregori, con motivo de la concesión del Cervantes.

Entrevista Fundación Francisco Brines - 17/11/20 - Escuchar ahora

Susana Santaolalla de Libros de Arena repasó su vida y su obra en Radio 5 la misma semana que se supo el nombre del galardonado. Destacó los muchos que defendían desde hace años que era un gran merecedor del Premio. Explicó cómo recibió a la prensa el día siguiente de conocerse la noticia: “Su estado de salud es muy delicado. Mostró su agradecimiento saliendo al balcón de la vivienda con apenas un hilo de voz” y recogió unas palabras suyas sobre cómo sigue escribiendo versos: “Hago los poemas manuscritos, los corrijo y cuando los paso a máquina es ya para verlos y situarlos dentro del volumen en el que vaya, es decir, en el libro”.

Más cerca - Premio Cervantes 2020: Francisco Brines - Escuchar ahora

El ojo crítico se acercó al poeta el día siguiente de conocerse el fallo del jurado del Premio Cervantes 2020 con la participación de poetas como Carlos Marzal: “He recibido consejos poéticos de Paco en muchos sitios: las calles de ValenciaMadrid, viajes por muchos sitios de España, al extranjero, pero por supuesto en Elca que es un territorio mítico para sus lectores, para sus devotos. Paco ha conseguido lo que muy pocos poetas logran hacer, conseguir erigir un territorio mitológico a través de la poesía”.

Fernando Delgado, escritor y periodista, explicó en el informativo cultural que presenta Laura Barrachina sobre la admiración de los lectores por Brines que “se debe fundamentalmente a su propia manera de ser, a su propia manera de vivir. Su identificación con una poética límpida que no tiene ninguna posibilidad de trasnochamiento, de rareza, de cancionero barato, sino que es una poesía profunda que se desarrolla a lo largo de mucho años”.

“La poesía en mí es un cumplimiento de destino. En un principio fue un encuentro de la soledad del muchacho con la palabra. Después ha sido un método de conocimiento de la vida, un encuentro con la revelación de mi mismo y también una manera de testimoniar el transcurso del vivir”, explicaba Brines en el Aula poética de Radio 2, la actual Radio Clásica, en 1983. Añadía que escribía “para que los demás puedan encontrarse a sí mismos en esta poesía, del mismo modo que me he encontrado en la poesía de los demás a mi mismo. No hago más que continuar una captación de la emoción de la vida, una posibilidad de vivirla más intensamente. Primero me la dieron los demás, puedo yo continuar. No sé si con éxito o no”.

A pesar de que su primer poemario, “Las Brasas”, viera la luz cuando tenía casi 30 años y que fuera premiado por el Premio Adonais en 1959, se inició mucho antes: “Muy secretamente, como es natural, a los 15 o 16 años. Lo que yo encontré en la escritura de los poemas estaba ya muy claro para mí, entonces. La poesía como revelación, como testimonio. En este libro además lo que hay es también una visión de la vida en su acabamiento, cosa un poco paradójica, puesto que mi edad era joven, pero había como un tránsito de vida pasado por la poesía”, le contaba a José Hierro.

“En poemas de tipo adolescente, yo proyectaba mi trayectoria de vida en un futuro en el que me iba a dar la mano con los personajes que mi persona ha sido anteriormente. Así que yo he proyectado siempre mi destino, un destino solitario en esta casa (Elca). El tiempo es naturalmente el enigma del que estamos hechos y el amor es esa concreción feliz y casi siempre acompañada de dolor, pero mi poesía, siendo principalmente amorosa, es temporal”, señalaba en el Aula poética.

La lectura de Rubén Darío fue el primer poeta “importante” que leyó y que le “fascina”. Precisamente, su vocación surgió con “la lectura de los autores”. “Un poeta más íntimo, quizás distinto, más adecuado para la adolescencia o para una adolescencia lindando con la infancia que es Bécquer, pero el poeta que educa mi sensibilidad y que leo y releo una y otra vez es Juan Ramón Jiménez. Es el poeta que me muestra la poesía con mayúsculas y que me propone una posición ante ella que ya va a ser la que será para siempre”. En el ámbito de la prosa, destacaba la influencia de Gabriel Miró por su “paisanaje”. “Más tarde Luis Cernuda, el poeta que me enseña a cómo insertar la vida en la poesía”.

Homenaje en el Ateneo de Madrid

Me importa la poesía, porque me importa la vida. Por medio de la poesía he conocido mejor lo que es la existencia humana y he desvelado cosas ignoradas de mi mismo. Por otro lado, la poesía ha sido el exponente de detención de momentos intensos de mi propia existencia”, explicaba a los micrófonos de El ojo crítico en una entrevista concedida en el marco de un homenaje en el Ateneo de Madrid en junio de 2005.

“La vida es un don a mi modo de ver y de sentir. Ese don cuando tejemos la niñez que es cuando tenemos naturaleza divina, porque nos creemos inmortales y somos inocentes. Cuando perdemos eso, sabemos que ingresamos en la temporalidad y en la decadencia en el sentido de despedida. Despedimos primero esa naturaleza, despedimos el entusiasmo juvenil y así vamos transformándonos”, le contaba a Juan Carlos Soriano y Javier Lostalé.

Yo soy un poeta de la mirada. Cuando mi intuición intenta desvelar la emoción. Lo hago con la mirada que se transforma en palabras aquello que trato de descubrir. De alguna manera, soy lo que se podría llamar un voyeur. Soy una persona que está detrás de la ventana al acecho del mundo exterior y de todo lo que ocurre allí y también dentro de mí. Me asomo por la cerradura para verme a mí mismo”, reflexionaba en el informativo cultural de RNE.

Ingreso en la RAE

Francisco Brines fue elegido para ingresar en la Real Academia Española el 19 de abril de 2001. Su toma de posesión se retrasó cinco años por problemas de salud, finalmente se produjo el 21 de mayo de 2006. Ocupa el sillón de la letra X mayúscula que dejó vacante el dramaturgo Buero Vallejo. Su discurso se tituló “Unidad y cercanía personal en la poesía de Luis Cernuda” y fue respondido por el escritor Francisco Nieva.

Unos días antes de su incorporación a la RAE explicaba para El ojo crítico que ni Juan Ramón Jiménez ni Cernuda tuvieron “la ocasión de ingresar en la academia y, de alguna manera, van de mi mano. Yo me considero discípulo de ambos”.

El poeta valenciano señalaba en el informativo cultural de RNE el diferente trato que las palabras tienen por parte del filólogo y del poeta y añadía que “el poeta puede dar también una visión sesgada y verdadera de la poesía”. No se aventuró a decir cuál sería su función en la Academia, pero sí que destacó su voluntad de “aprender”, “observar” y “en lo que de mí dependa ayudar”. Subrayó que “la labor importante en la Academia la hacen los filólogos, los lexicógrafos, los gramáticos o los lingüísticas” .

“Cuando escribimos en un folio en blanco es como un espejo y en ese espejo nos reflejamos, pero la imagen que aparece no es exactamente la nuestra. Es otra imagen. Muchas de las cosas que somos no aparecen nunca en la poesía y muchas cosas de las que aparecen, las desconocemos. Ocurre como en los sueños”, decía el poeta a Juan Carlos Soriano y Arrate San Martín.

El homenaje en la Residencia de Estudiantes

El programa de literatura decano de la radio, La estación azul, se sumergió en su obra en un programa especial para su 80 aniversario con su participación: “Cuando escribo los libros no tengo ninguna línea. Escribo poemas y es lo que me importa. Luego reúno los poemas escritos en el tiempo que media entre un libro y el siguiente. Lo que intento al leerlos es ver cómo los tengo componer”.

En el homenaje presentado por Ignacio Elguero, actual director de RNE, participaron Jesús Marchamalo, Javier Lostalé o Vicente Gallego. Este último destacó que la elegía de las palabras Brines no se puede separar de “un cántico de afirmación absoluta de la vida”. Luis García Montero señaló sobre sus poemas que “el vitalismo es un sentimiento que no tiene porque ser ni victimista ni pesimista de forma tajante y dogmática. El vitalismo reconoce el poder de la vida y sus limitaciones. Ese reconocimiento sereno es el que evita la desesperación”. Benjamín Prado apuntaba que es “la obra de un vividor, de alguien a quien le gusta mucho vivir la vida, defender su oficio, defender la poesía como un lugar en el que uno puede aprender”.

Oscureciendo el bosque

Carolina Alba contó en la sección “Un poema porque sí” de Hoy empieza todo con Marta Echeverría porque “Oscureciendo el bosque” es un poema al que le tiene un cariño especial: “Estando una vez en Córdoba al término de un recital se le acercó una chica y le pidió que le dedicara este poema concreto, no el libro. Eso indicaba una conexión muy íntima con esos versos”.

“Yo tenía un hermano que murió a los 32 años de cáncer, ya operando y estando esperando lo aprendió de memoria, y el mérito porque es sin rima, nos lo hacía aprender a los amigos, a mi mismo y lo sé de memoria. Esto me emocionó, me conmocionó porque nosotros, es decir, los poetas escribimos el texto, pero el lector escribe el poema y lo lee desde su propia experiencia, vivencias y mundo”, explicaba Brines en unas palabras recogidas en el magazine cultural de Radio 3.

Hoy empieza todo 2 - Un poema porque sí: Francisco Brines, Premio Cervantes - 20/11/20