La "emoción" de cantar el Gordo cuando eres una niña: "Impone mucho saber que hay tanta gente viéndote"
- Arantxa Herrera sacó la bola con los tres millones de euros en 2005 y ha contado a RTVE cómo fue la experiencia
- Ese año el premio salió en la octava tabla, pasadas las 12:00 del mediodía
El 22 de diciembre del año 2005 el Gordo de la Lotería se hizo esperar. No salió hasta pasadas las 12:00 de la mañana. Arantxa Herrera fue la niña encargada de cantar, con el ya mítico soniquete, los tres millones de euros de aquel año. Este es el momento en el que se cantó el premio.
Esta joven tiene ahora 28 años de edad y recuerda "la emoción" del día en el que se convirtió en la indiscutible protagonista de la jornada junto a los ganadores del ansiado premio que da el pistoletazo de salida a la Navidad.
Durante un paseo por las calles del centro de Madrid que rodean al colegio de San Ildefonso, Arantxa ha contado a RTVE.es cómo fue aquella jornada.
PREGUNTA: ¿Qué sentiste cuando viste la bola con los tres millones de euros?
RESPUESTA: Reconozco que fue un momentazo. Me puse muy nerviosa, sobre todo en el momento en el que tuve que enseñar la bola junto a mi compañera para que verificaran que estaba bien. Es el momento que esperas cuando eres un niño de la lotería, es lo que todos queremos hacer y fue un subidón.
P: ¿Cómo es el momento previo a salir al escenario?
R: Nosotros estuvimos todo el rato viendo el sorteo en directo pero desde otra sala. Yo estaba en la octava tabla y me tocó salir sobre las 12:00 de la mañana. El sorteo empieza a las 8:00, así que tuve muchas horas para ir calmándome, aunque es verdad que una vez que sales, impone mucho ver a todo el público, saber que hay tanta gente viéndote.
P: ¿Cómo se preparan los niños de San Ildefonso para cantar la lotería?
R: Pues es como una especie de actividad extraescolar. Nosotros, aparte de la Lotería de Navidad, también cantábamos la lotería semanal de los jueves y los sábados, aunque era otro procedimiento, no se hace de la misma manera que la Lotería de Navidad, pero íbamos también todas las semanas a ensayar. Más tarde, cuando ya estaba acercándose la lotería de Navidad, íbamos otros dos días a la semana. Practicábamos cantando todos los números y los premios posibles.
P: ¿Confiabas en cantar algún premio?
R: La verdad es que no tenía ninguna esperanza porque yo estaba en la octava tabla y normalmente ahí ya se han cantado un montón de premios. Además, no solo canté el Gordo, canté un cuarto y un quinto premio también.
P: ¿Los ganadores se pusieron en contacto contigo?
R: Sí, una persona anónima nos hizo una buena donación a los cuatro niños que dimos el premio. Además, una familia de Vic -lugar en el que cayó el premio- nos invitó allí con todo pagado. Recuerdo que tenían un bar y que estuvimos allí un fin de semana con nuestras familias. Es como parte de la tradición, los ganadores siempre suelen hacer algún tipo de regalo.
P: ¿Qué hiciste cuando terminó el sorteo?
R: Fue una locura de día. Justo después de cantar nos llevaron a un salón que había allí y conectaron en directo con la televisión y nos hicieron una mini entrevista. Recuerdo mucha prensa y muchos medios por todos sitios.
P: Desde tu punto de vista, ¿qué es lo mejor y lo peor de la experiencia?
R: Lo que más me gustó fue el subidón de las entrevistas, el estar con tus compañeros y celebrarlo. También me encantó la vuelta al cole porque todo el mundo sabe que has cantado el Gordo y se interesan y te preguntan.
Lo que peor recuerdo fue el madrugón y la cantidad de horas que hay que pasar allí. Si el sorteo empieza a las 08:00, nosotros llegamos a las 06:00. También recuerdo que había mucha seguridad y era bastante agobiante. No nos dejaban salir del salón en el que estábamos y hasta para ir al baño teníamos que ir acompañados de la Policía.
P: ¿Alguna vez has comprado tu número? ¿Tienes algún ritual para comprar lotería?
R: No, nunca lo he comprado. De hecho, es que ni mi número ni casi ninguno. Participo en lotería desde hace un par de años con la gente del trabajo y por la típica presión de pensar que le pueda tocar a todo el mundo y a mí no.
P: ¿Qué harías tú si te tocara el gordo?
R: Supongo que vivir cómodamente, pero no dejaría de trabajar como dice la gente, simplemente haría lo que estoy haciendo, pero tranquila. Y como capricho me compraría una casa en la playa o en una isla para poder ir de vacaciones allí siempre que quisiera.