Viaje a Gran Canaria
- El 17 de abril nos reunimos en la T4 más de 40 entre socios y acompañantes. Unos vamos a descubrir la isla, otros ya la conocen porque son técnicos de RTVE y les tocó trabajar en ella hace años, como es el caso del compañero Salvador Arlanzón de cuyos consejos nos serviremos para mejor aprovechar la estancia en la isla.
Al llegar al hotel al sur de Gran Canaria en el Distrito de Puerto Rico ya empezamos a disfrutar de la fragancia de los cactus y otras flores tropicales mezclada con la brisa del Atlántico. Al día siguiente intercambiamos ideas y en general se decide alquilar un coche algunos de los días, otros, asistir a excursiones que ofrecen los guías, entre ellas está la ida al puerto de Mogán, lugar que conserva todo el sabor ancestral, calles bonitas y tranquilas, casitas de dos plantas con balcones de forja y en ellos no faltan jardineras repletas de geranios, dimorfotecas blancas o azules, cactus y en fachadas y patios lucen las buganvillas. En el recorrido hacia el puerto todo son tenderetes de un mercadillo que se extiende hasta el lugar donde nos espera el submarino amarillo. Nos sumergimos hasta treinta metros; en el recorrido no dejan de acompañarnos las platijas y en el fondo diversas especies que habitan esta zona marina.
Otro día hay que recorrer los más de cinco kilómetros de la playa de Maspalomas y lo hacemos andando por la arena húmeda y dura, de otra forma no se aguanta el calor, siempre con la mirada puesta en sus enormes dunas que se fueron formando a lo largo de los siglos por los sedimentos que dejaban los barrancos que hasta la playa llegaban. Maspalomas se continúa con la playa del Inglés, en uno de sus chiringuitos disfrutamos de las “papas arrugás” y del fogonero, pez de estos mares.
Y otro, de la costa al interior: Caldera de Bandama, mercado de San Mateo, donde degustamos variedad de quesos, no creo que ninguno de nosotros dejara de adquirir alguno de ellos, y de allí al mirador más cercano a Roque Nublo, uno de los picos más elevados de la isla, luego bajamos a almorzar a Zamora y de allí a Teror donde visitamos la Basílica de la Virgen del Pino, patrona de Gran Canaria.
A la capital, Las Palmas, dedicamos un día entero, en la Vegueta visitamos la Catedral, el Museo Canario que contiene los restos del pasado de los pueblos que habitaron la isla antes de ser conquistada por los castellanos. Son de destacar las momias guanches envueltas en tejidos de junco; seguimos a la Casa de Colón, palacio donde Cristóbal Colón descansaba en sus cuatro viajes hacia las Indias Occidentales. Y de allí al antiguo barrio de Triana a la Casa de la familia de don Benito Pérez Galdós, en ella nació y vivió el gran novelista hasta los 19 años en que vino a estudiar derecho a Madrid. No podíamos volver a nuestra residencia en el sur sin pasar a contemplar el edificio del Auditorio de Música Alfredo Kraus y el monumento a este gran tenor, hijo predilecto de la ciudad, que parece estar contemplando la playa de las Canteras.
Los barrancos son numerosos y algunos dignos de ser visitados como el de Guayadeque. Bien de mañana empezamos la excursión y nos detenemos en el pueblo de Agüimes, buscamos la oficina de turismo y así vamos descubriendo los encantos de este lugar, sus esculturas en calles y plazas y poemas en los muros de los edificios nobles, todo ello obra de artistas locales. Luego cruzamos Ingenio y llegamos a la cueva Bermeja, donde están rodado una película y seguimos subiendo por la carreterita hasta su final en Montaña las Tierras. Comemos en un restaurante que es una cueva y luego damos un rodeo por un sendero barranco abajo en cuyos laterales se suceden casas-cuevas, alguna de ellas restaurantes o tiendas de souvenirs. La vegetación es rica: frutales, geranios, pelargonios, chumberas y todo tipo de cactus, con el océano al fondo, una delicia.
Otro día hay que dedicarlo al norte de la isla, la primera parada en Arucas, sorprende el gran templo de San Juan que nos recuerda al Duomo de Milán pues también está en una hermosa plaza, estilo neogótico construido a principios del s. XX. En la distancia esta enorme mole de piedra volcánica destaca entre las casitas blancas de la población. Llama la atención la jacaranda de delante del Ayuntamiento que en estos días es un velo azulado, no le cabe una flor más. Seguimos a la ciudad de Gáldar, primera capital de la isla, para visitar el Parque Arqueológico de la Cueva Pintada, uno de los principales hallazgos del arte rupestre del área atlántica. Muestra cómo vivía la población prehispánica. De Gáldar vamos a Agaete y a su puerto de la Nieves. Puerto pesquero. Desde la Cofradía de Pescadores, lugar donde almorzamos, vemos llegar un ferri que descarga camiones de mercancías y partir cargado, también observamos a pescadores reparando las nasas. Un paseo por el espigón frente al acantilado Faneque, el séptimo del mundo y delante de él, la roca que fuera llamada el dedo de Dios hasta 2005 en que un temporal lo partió, ahora lo llaman “el muñón de Dios”. De allí vamos a la búsqueda del Cenobio de Valerón, en Santa María de Guía. Está en la ladera del monte, un gran número de concavidades donde los aborígenes guardaban el grano, algo restaurado sobre todo lo que fuera la vivienda de los guardianes del granero. Cada concavidad llevaba la pintadera o sello de su dueño. Cómo llegar hasta allí, solo ellos podían hacerlo gracias a una especie de lanzas en las que se apoyaban para saltar monte abajo. Es uno de los yacimientos arqueológicos prehispánicos más espectaculares y emblemáticos de Gran Canaria. De allí vamos a Firgas, famosa por sus aguas termales, la carretera que nos lleva es tan estrecha y curvilínea que nos asusta un poco.
El último día lo dedicamos a relajarnos en la piscina del hotel o en la playa de Amadores, que es la que tenemos más cerca. La buena relación con los compañeros veteranos nos anima a emprender nuevos viajes.